Las parejas políticas más 'drama queen' se tiran los trastos también en Navidad

Las parejas políticas más 'drama queen' se tiran los trastos también en Navidad

Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, Yolanda Díaz y Macarena Olona, Inés Arrimadas y Gabriel Rufián y Cayetana Álvarez de Toledo y Teo García Egea, encaran las fiestas como modernos Pimpinela.

Montaje con Casado, Arrimadas, Díaz, Olona, Rufián y Ayuso (de izq a der)HP

El espíritu navideño no cala en los políticos. Ni tan siquiera los que antes se amaban ahora son capaces de darse una tregua, a pesar de ser católicos practicantes como Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, que por no disimular pasan hasta de sentarse juntos en la cena prenavideña. El efecto ‘Pimpinela’, caracterizado por tirarse los trastos a la cabeza públicamente, cargados de reproches para escenificar cuánto se detestan, se ha vuelto habitual en la actual tendencia de la política histriónica. A pesar de que pueda parecer que a las parejas que se pegan repasos tensos les hierve la sangre y por eso se enfrentan, es estrategia pura y dura la que determina sus actos.

El cálculo de rentabilidad siempre está presente tras una frase hiriente. Es lo que les pasa a Yolanda Díaz y a Macarena Olona. Sus rifirrafes les salen a cuenta claramente. Olona le disputa el votante trabajador a Díaz, que es por donde aún tiene capacidad de crecimiento Vox con un discurso básico y populista, pues en el caladero pata negra de la derecha ha tocado techo, como han evidenciado las elecciones madrileñas en las que Ayuso casi logra mayoría absoluta.

Yolanda y Olona

El odio entre Yolanda Díaz y Macarena Olona es lógico, y en ocasiones, hasta educado. Es más, ellas dirían que no se odian, solo que se repelen, algo natural derivado de sus opuestas ideologías. Aunque hay niveles. Mientras la futura candidata de Vox por Andalucía insiste machaconamente en lo de “usted, la ministra comunista”, la vicepresidenta segunda no le responde con lo de “usted, ministra franquista o fascista” —Vox no condena el franquismo—. Como mucho, les llama ultras.

Esta mañana, ambas han dado una nueva muestra de que están en campaña electoral. Olona busca el protagonismo que necesita para las elecciones andaluzas de esta primavera —será la candidata de Vox— y Díaz avanza pasito a pasito en su estrategia de ir uniendo a su alrededor a la izquierda de la izquierda del PSOE. Aunque la de Vox habitualmente es mucho más agresiva, en la sesión de control de esta mañana ha bajado los decibelios de su voz. A menudo empieza en tono suave, pero le puede el acaloramiento.

La razón de hoy, los derechos de los trabajadores que “han perdido su derecho de protesta” o “con ustedes, el derecho de huelga sólo se reconoce a los juguetes”, según ha espetado Olona, secretaria general del grupo parlamentario de Vox, a la ministra de Trabajo, recordando además a los miles de trabajadores que no recibirán su subvención a tiempo para pasar la Navidad. Cadencia suave, templada, mirando el reloj de la pantalla, preguntándole a Díaz “¿le aburro ministra?”. La de Trabajo mantenía sus ojos sobre un papel y Olona ha acabado su mitin, sobrándole un segundo incluso.

Y en esto se ha levantado la Yolanda Díaz que debe de darle más preocupaciones cada día a Pedro Sánchez. Ha sacado el programa de Vox, marcado en las páginas que necesitaba con algún post it: “Dígales a los trabajadores de este país, en Cádiz, ahora que está tan preocupada por Andalucía, lo que quiere hacer con el derecho de huelga… Dígales que quiere acabar con la indemnización por despido, que quieren recortar las pensiones públicas”. Y así, hasta agotar los dos minutos, usando el programa de la ultraderecha contra la propia Olona, que movía la cabeza de un lado a otro, suavemente, en un vaivén quizá desconcertado.

Desde las filas socialistas han aplaudido a Díaz —incluida Nadia Calviño— pero no con el entusiasmo que el repaso que ha dado a Olona hubiera merecido. Y es que el repelús que se produce la pareja Díaz-Olona les puede ser muy rentable a ambas y perjudicial para el PSOE y el PP.

Arrimadas y Rufián

Es lo mismo que les sucede a Rufián y Arrimadas. Otra pareja Pimpinela a la que explotar sus perfiles antagónicos les da mucho juego. A Inés Arrimadas y Gabriel Rufián solo les separan las escaleras-pasillo. En los escasos momentos en que la Cámara está en silencio, casi se podrían oír respirar el uno al otro. Un metro no es distancia para dos diputados jóvenes, opuestos radicalmente en sus ideas y objetivos políticos y cuyas formaciones se desprecian olímpicamente y a menudo tienen enfrentamientos verbales violentos.

Pero estos dos, que sienten una evidente grima cuando se oyen el uno al otro—las caras de Rufián y los comentarios de los diputados de ERC por lo bajo, son notables cuando interviene la líder de Ciudadanos— han aprendido a soportarse. Es lo que ha sucedido esta mañana, cuando Arrimadas ha utilizado el caso de acoso a la familia del niño de Canet de Mar y el uso del catalán, para cargar contra el Gobierno. Arrimadas le ha dicho a Sánchez que, aunque “tiene todas las herramientas para proteger a ese niño, usted no ha hecho nada en 11 días” y le ha acusado de abandonar a los constitucionalistas en Cataluña”, entre otras cosas.

Mientras que los de ERC murmuraban, Rufián apoyaba la mejilla en la mano, pero no la llevaba hasta sus ojos —gesto habitual del portavoz de ERC otras veces, cuando parece querer esconderse de las barbaridades de la diputada ciudadana— pero sin manifestar hoy grandes sorpresas. Se ha acostumbrado a escuchar a Arrimadas, igual que Arrimadas le soporta a él.

En alguna ocasión esa antipatía, ese rechazo que les separa, esa opinión que tienen el uno del otro de que dicen barbaridades, no siempre es así. Como aquella vez en que Inés anunció su embarazo y fue duramente criticada en las redes, con chorradas y brutalidades por parte del independentismo. Rufián hizo un tuit: “Lo que se está haciendo hoy en Twitter en torno a la vida privada de una política y su anuncio de embarazo es absolutamente asqueroso y condenable”. Y añadía que él no iba a ser cómplice. Y sin embargo, pese a estos detalles muy puntuales, están condenados a tolerarse, pero también a despreciarse.

Cayetana y Teo

Sin embargo, nada tan drama-queen como las peleas de Cayetana y Teo García Egea o las de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. Los whatsapp populares parecen tertulias de peluquería de barrio  (“Ay, Mari, no sabes lo que ha dicho Caye”, “Pues anda que lo que ha contestado Teo!”). Detrás del morbo de lavar los trapos sucios en público, hay una lucha por el poder en el partido.

¿Qué podría tener en común la marquesa de Casa Fuerte con el ganador del Campeonato Mundial de huesos de aceituna 2008? Nada. El libro de la ex portavoz desvela lo que dentro del PP y en sus aledaños se conocía. Es todo cierto, asegura cualquiera a quien preguntes en el PP. Aunque públicamente hayan retirado la palabra a Cayetana por el miedo a las represalias de García Egea, que cada vez exige más a los cargos populares que se retraten y elijan trinchera. Tanto en el caso de Isabel Díaz Ayuso y Álvarez de Toledo.

Mientras Egea dispara desde la trinchera de Génova a discreción, la ex portavoz se dedica a recomponer sus relaciones con los críticos dentro del partido y con otras fuerzas político económicas con diplomacia y cargada de argumentos.

Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso

Menos se entiende internamente la ruptura absoluta entre Pablo Casado y Díaz Ayuso, porque al igual que Cayetana, fue una opción personal del propio líder que se empeñó en presentar a su amiga Isabel, por la que nadie a su alrededor daba un euro.

El temor que se ha apoderado de Génova, que puede estar justificado, resulta estéril: Ayuso va a ganar de calle el famoso congreso regional del PP de Madrid. ¿Qué más dará que sea dos meses antes o después? Nadie en el partido tiene la proyección tanto nacional como internacional de la presidenta de Madrid. Ya quisieran muchos aparecer en el Washington Post. Ayuso ha ido tomando cuerpo y cada vez vuela más en solitario. Llegará el momento en que ya no necesite a Miguel Ángel Rodríguez ni a algunos de los consejeros más estrategas que la acompañan. Y será más pronto que tarde. Aquellos dentro de Génova que la dejaron sola durante los meses de confinamiento pensando que no sobreviviría y mejor que no les salpicara, se equivocaron. Por eso, o Pablo Casado da con una solución disruptiva y logra normalizar la relación con la lideresa de Madrid o en esta canción de Pimpinela lleva las de perder.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Ana Ramírez Cañil es periodista. Nació en Madrid, pero es de Rascafría. Ha trabajado en Cinco Días, en la revista Mercado, en la primera La Gaceta de los Negocios. Entre 1984 y 1985 vivió en Nueva York. Redactora jefe del semanario El Siglo, directora de «Informe Semanal», delegada de El Periódico de Catalunya en Madrid, subdirectora de soitu.es. En 2010 crea con Pilar Portero la web de política y economía tu2is.es. Es Premio Espasa de Ensayo por La mujer del Maquis y autora de Si a los tres años no he vuelto (Ed. Espasa). Sigue a Ana Cañil en Twitter en http://twitter.com/anarcanil Pilar Portero es periodista, ha trabajado, por orden cronológico, en Radio3, en la revista de información general El Siglo, en el Negocios de El País, en el Magazine de El Mundo, en la Sección de Madrid de El Mundo, en elmundo.es, desde el año 2000. Es una de las fundadoras de soitu.es, en donde trabajó desde 2007 hasta el cierre. En 2010 crea con Ana R.Cañil la web especializada en política y economía tu2is.es. Sigue a Pilar Portero en Twitter en http://twitter.com/pilarportero