¿Por qué no cumplimos las medidas contra el Covid?

¿Por qué no cumplimos las medidas contra el Covid?

Respuesta corta: por los seis o siete días que, por término medio, ocupa el periodo de incubación del virus. Respuesta larga: lean este artículo.

Fiesta sin mascarillas ni distancia en plena tercera ola de coronavirus.TWITTER: MIGUEL FRIGENTI

Las consecuencias de lo que hacemos son el principal factor que influye en nuestro comportamiento. Pero estas consecuencias siempre hay que valorarlas atendiendo al tiempo que tardan en aparecer. Un viejo y querido profesor de Psicología ponía un ejemplo magnífico para explicar cómo la demora de las consecuencias va a determinar si hacemos algo o no lo hacemos: “Los embarazos no deseados en la adolescencia son un grave problema. Imaginad que, cuando dos adolescentes mantienen relaciones sexuales sin protección, se invirtiera el orden de las consecuencias de ese acto. No hace falta cambiar las consecuencias, sólo su orden. Imaginad que nada más terminar les apareciera en los brazos un bebé, y nueve meses después sintieran el orgasmo. Se habría acabado para siempre el problema de los embarazos no deseados”.

La mala noticia es que apelar al deber personal tiene el mismo efecto que gritar contra la ley de la gravedad

El valor psicológico que tiene un premio aumenta drásticamente en función de su cercanía temporal a la conducta que lo provoca. Y el valor psicológico de un castigo disminuye a mayor velocidad aún a medida que lo alejamos temporalmente. Por eso nadie se vuelve adicto a la lotería nacional pero sí a las máquinas tragaperras. Por eso el eslogan “besar a un fumador es como lamer un cenicero” es más eficaz para disuadir a un joven de empezar a fumar que todas las estadísticas centradas en problemas de salud a cuarenta años vista. Por eso, puestos en una balanza el placer que voy a obtener con total seguridad ahora mismo por tomar gintonics con mis colegas y la posibilidad de que quizá dentro de una semana quizá presente una enfermedad que quizá sea grave, pesará siempre más el pequeño premio inmediato que el gran castigo demorado.

La mala noticia es que apelar al deber personal tiene el mismo efecto que gritar contra la ley de la gravedad. La buena noticia es que la capacidad de las personas para actuar movidas por grandes logros a largo plazo más que por pequeños placeres inminentes -se llama “madurez”- es entrenable como cualquier otra habilidad. La segunda mala noticia es que todas las tendencias sociales actuales, las redes, los medios, la tecnología, la política… tienen en común la promoción de la inmediatez y la impulsividad, valores totalmente vinculados al consumo. Toda una generación no puede creer que hubo un tiempo en el que pasaba una semana entre hacer una foto y verla. No quiero decir que el capitalismo tenga la culpa de que no cumplamos las medidas contra el Covid, pero tampoco puede irse de rositas ante la evidente relación entre las contagiosas imprudencias y la inmadurez social que caracteriza a nuestro sistema económico. Me temo que no hay segunda buena noticia.

Salvo que cambiemos nuestro sistema educativo o encontremos la forma de reducir a segundos el periodo de incubación del virus, seguiremos incumpliendo las medidas sanitarias

A mediados del siglo pasado, Walter Mischel llevó a cabo sus famosos estudios sobre “la prueba de la golosina”. Muy esquemáticamente, se planteaba a niños la elección entre recibir ahora un caramelo o esperar quince minutos y recibir dos. Mischel siguió a esos niños durante décadas, y encontró que aquéllos que prefirieron esperar mostraban de adultos mejores rendimientos académicos, tolerancia al estrés, incluso mejores valores en ciertos índices sanitarios. Es tarde para hacer cambios educativos que mejoren la adherencia de los españoles a las medidas contra el Covid, pero, pase lo que pase en el futuro, sólo se pueden derivar ventajas de tener una generación entrenada en valores como la resistencia a la frustración, la tolerancia al aburrimiento o la responsabilidad social de la conducta individual. No sabemos si los niños maduros de Mischel se han contagiado más o menos de la Covid, pero, salvo que cambiemos nuestro sistema educativo o encontremos la forma de reducir a segundos el periodo de incubación del virus, seguiremos incumpliendo las medidas sanitarias y seguirán existiendo los embarazos no deseados.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.