Ratas, calor y decenas de pacientes en espera: qué pasa en los hospitales madrileños

Ratas, calor y decenas de pacientes en espera: qué pasa en los hospitales madrileños

La falta de personal, el cierre de los SUAP y las condiciones precarias de sanitarios y centros causan estragos en una época de por sí dura para el sistema.

Fachada del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, el 24 de julio de 2022, en Madrid.Jesus Hellin/Europa Press via Getty Images

Basta con abrir la prensa de los últimos días para hacerse una idea del estado de la sanidad pública en la Comunidad de Madrid. Del 20 de julio: 85 pacientes sin cama en el hospital Gregorio Marañón, con “gente moribunda” por los pasillos. Del 21 de julio: ratas en la cocina del Marañón que “se mueven por donde les da la gana”. Del día 23: centros de salud sin aire acondicionado y a 37º en Madrid. Del pasado lunes 25: el Hospital Clínico suspende el envío de tratamientos a domicilio a personas con problemas de movilidad.

Que la sanidad sobrevive a medio gas en verano no es nada nuevo, pero parece que lo de este año va más allá. El cierre de los Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) por parte del Gobierno madrileño y la falta de personal contratado tienen mucho que ver, según señalan quienes conocen bien la situación.

Cierre de camas, cierre de SUAP, colapso asegurado

Ángela Hernández, secretaria general del sindicato AMYTS, explica que, para cubrir las ausencias de sanitarios en vacaciones, cada verano se contrata personal de una bolsa de suplencias que en realidad no alcanza a cubrir todos los huecos, sino sólo alrededor de un tercio. “Así que sabemos que cada verano se van a cerrar camas”, resume. Se estima que los centros no mantienen más del 66% de actividad en estas fechas.

Este verano, se ha juntado además el cierre de los SUAP. La Comunidad de Madrid decidió clausurar temporalmente estos 37 puntos de servicios de urgencias con la llegada de la pandemia, cuando atendían aproximadamente 750.000 consultas anuales en toda la región. Tras muchas idas y venidas, este verano se anunció que se reabrirían 17 de estos SUAP mientras se contemplaba el cierre definitivo de los 20 restantes. Apenas unas semanas después, el acuerdo es distinto, y parece ser que se reabrirán los 37, pero de forma progresiva y a partir de octubre. 

Mientras tanto, la saturación de hospitales continúa, acrecentada por las prematuras y extensas olas de calor y por la séptima oleada de coronavirus. Ángela Hernández explica que, si bien en 2020 y 2021 la población acudía menos a urgencias por miedo al virus –y las carencias se notaban menos–, este año “se ha recuperado esa frecuentación” y a falta de los 37 puntos SUAP, las consultas se distribuyen o bien en Atención Primaria, o bien en los Servicios de Atención Rural (SAR) que siguen abiertos, o bien en las urgencias hospitalarias. 

Las Urgencias de los hospitales están muy, muy presionadas

Si a eso se le suma “las bajas de los profesionales” contagiados de covid –o con ansiedad, una patología demasiado frecuente–, más la dificultad para encontrar enfermeras, se da “el combo de factores perfecto para tener los problemas que estamos teniendo este año de forma más grave”, señala Hernández.

A la secretaria general del sindicato AMYTS le cuesta determinar qué centro madrileño tiene ahora mismo una situación más acuciante. “Han ido dándose el relevo”, dice. “Estuvieron y están todavía muy afectadas las Urgencias del Hospital Infanta Sofía y del Tajo, en Aranjuez, pero también se suspendieron las cirugías programadas en todos los grandes –el Clínico, el Gregorio Marañón, La Paz…–”, enumera Hernández. “Es cierto que son tan grandes que normalmente pueden taponar mejor que los pequeños, pero todos están muy, muy presionados en sus Urgencias”, asegura. 

“A las 9:30 teníamos 75 personas pendientes de cama”

Víctor Tomé, secretario general de UGT en el Hospital Gregorio Marañón, da fe de ello. “El día de ayer [martes], a las 9:30, teníamos 75 personas pendientes de cama”, cuenta. “¿Que qué hace mientras esa gente? Esperar, desesperar… de todo”, responde.

El jueves, antes de las 10 de la mañana, la situación había “mejorado un poco”, constata Carmen Flores, responsable de CCOO en el Gregorio Marañón. “Hoy hay solamente 53 pacientes esperando cama, pero hemos tenido hasta 86 y 100 personas en espera”, afirma. “Y que hoy estemos un poco mejor no significa que la cosa no vaya a empeorar otra vez”, advierte.

Mientras se habilitan las camas para esos pacientes, permanecen “en las salas de observación, en una cama, o a veces incluso en sillones, sentados”, explica Flores. “Ahora mismo hay habitaciones con tres camas”, describe Tomé, de modo que los pacientes “tienen poca intimidad, falta espacio…”. “En fin, es complicado”, resume. “Es un desastre”.

Ahora mismo hay habitaciones con tres camas. Los pacientes tienen poca intimidad, falta espacio

También les toca esperar durante horas, según denuncia SATSE Madrid, a aquellos pacientes que han recibido el alta y necesitan una ambulancia para volver a sus casas. En muchos casos, explican desde el sindicato de enfermería, las enfermeras tienen que recurrir a “ubicar camas en pasillos, habilitar espacios no sanitarios, juntar camillas para conseguir un hueco y solicitar más sillones donde poder atender a los pacientes”, describen.

“Como no hay enfermeras, ya que no quieren trabajar en el Sermas y se han tenido que cerrar más de 1.800 camas, se está recurriendo a instalar camas adicionales. En aquellas habitaciones donde había una sola, se instala otra más y donde ya había dos, si el espacio lo permite, se instalan tres. Eso sí, con el mismo número de enfermeras y enfermeros, que tienen que multiplicarse para poder atender a todos los pacientes ingresados”, explican desde SATSE.

  Manifestación contra el "abandono" de la sanidad en Madrid. Dos mujeres llevan carteles que dicen 'Sin enfermeras no hay cuidados'. El 18 de junio de 2022. Gustavo Valiente/Europa Press via Getty Images

La falta de personal sanitario es patente y bastante generalizada, pero quizás es en enfermería donde la situación es más dramática. Las plazas no se cubren porque las condiciones no compensan. Carmen Flores, de CCOO, cuenta que en el Hospital Gregorio Marañón todavía hay disponibles “30 contratos de personal de enfermería que la gerencia no sabe dónde encontrar”.

Cuando terminaron los contratos covid en Madrid, apunta Flores, se despidió a 700 trabajadores del Marañón, que tuvieron que buscar trabajo en otras provincias, en otros países o en la sanidad privada. “Y ahora, ¿cómo se los rescata?”, plantea. “Pues de ninguna manera, porque ya están trabajando en otros sitios”, se responde Flores a sí misma.

La rata del Marañón

El Marañón también ha sido noticia estos días por algo que, aunque sorprenda, también resulta habitual. Se trata de la aparición de al menos una rata en la cocina del centro. “El problema no es nuevo, viene de muchos años atrás”, asegura Víctor Tomé, secretario general de UGT en el hospital. “Siempre hemos tenido alguna rata. La cocina está en un sótano, y encima ahora estamos en obras”, comenta también Carmen Flores, de CCOO. 

Tomé explica que la zona de la cocina da hacia la calle y que la llegada de los roedores podría tener que ver con el alcantarillado municipal. “Pero sea como sea, las ratas están en la cocina del Marañón, no en la calle”, aclara. Cuenta Tomé que los trabajadores dieron la voz de alarma en mayo, hartos de que la rata “andara por la cocina como Perico por su casa”.

Andaba por la cocina como Perico por su casa, pero el problema no es nuevo. Siempre hemos tenido alguna rata

Después de casi dos meses de trámites y comunicaciones entre el sindicato, la gerencia del hospital, el servicio de prevención y la empresa de control de plagas encargada del asunto, Víctor Tomé apunta que, por lo que le cuentan los trabajadores y la propia dirección del centro, el problema “ya se ha solucionado”. 

Esperando que Madrid se vacíe en agosto

La historia de la rata, como la de los ambulatorios sin aire acondicionado en plena ola de calor, no pilla por sorpresa a Ángela Hernández. “Esto ocurre cada verano y cada invierno; cada vez que hay un clima algo más extremo sabemos que hay profesionales y pacientes sufriendo condiciones adversas en centros de salud que tendrían que haber sido renovados hace mucho tiempo”, lamenta.

“El del Marañón es un caso aparte, y ya se está reconstruyendo, pero la remodelación llega tarde y lenta. Mientras tanto, sigue manteniendo unas infraestructuras que, por desgracia, están obsoletas”, señala Hernández. Y esto se traduce en que, “cualquier día que hay un golpe de agua, se cae el techo, y si no se cae el techo se cuela un problema de cucarachas o de ratas”, se queja la secretaria general de AMYTS. “Esto es un continuo que, desde nuestro punto de vista, se debe a la infrafinanciación de la sanidad desde hace décadas”, zanja. 

Cualquier día que hay un golpe de agua, se cae el techo, y si no se cuela un problema de cucarachas o de ratas. Es un continuo problema de infrafinanciación

Entretanto, los sanitarios, los pacientes y el mismo sistema siguen adelante, pero cada vez más con el agua al cuello. Ahora mismo queda el consuelo de que llega agosto y una buena parte de la población se va de Madrid.

Las vacaciones de los madrileños es lo va a paliar la situación”, se resigna Ángela Hernández. Y Carmen Flores coincide: Si se ha notado mejoría estos días es porque la gente se está yendo de vacaciones, así que pasarán a saturar la sanidad de otras provincias”.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es