Esto es lo que te pasaría si decides zambullirte en la piscina de una central nuclear

Esto es lo que te pasaría si decides zambullirte en la piscina de una central nuclear

Aunque el sentido común puede indicarnos que se trata de una idea mortal, la ciencia considera que no. 

Piscina de combustible gastado de Vandellós IIanav

El combustible de un reactor nuclear debe guardarse en un lugar donde su calor residual se pueda eliminar y cuya radioactividad se pueda blindar para evitar una gran exposición de esta. Por suerte, existe un elemento natural que se puede encontrar con facilidad y que permite cumplir estas funciones: el agua. 

Este elemento actúa como un buen refrigerante, un gran aislante contra las radiaciones ionizantes y un fantástico disolvente para el ácido bórico. Para evitar fugas y mantener la calidad del agua, las piscinas de combustible se construyen con hormigón armado con una doble capa de acero inoxidable. Además, para la prevención de posibles seísmos se utilizan sistemas de refrigeración diseñados especialmente para este tipo de situaciones. 

Respecto a la ubicación de las piscinas de combustible, en los reactores de agua en ebullición (BWR) la piscina suele estar localizada dentro del edificio de contención, mientras que en los de agua a presión (PWR) suelen estar en un edificio anexo. 

Por su parte, el agua de la piscina es desmineralozada y cuenta con hasta seis vías para aportar agua en caso de emergencia, para evitar una posible ebulición del agua. También cuentan con un sistema de purificación y limpieza del agua, así como medidores de nivel y temperatura del agua, presión y caudal de las bombas o medidores de radiación para detectar fugas. 

​¿Qué pasa entonces si te bañas en estas piscinas o te caes en ellas?

En primer lugar, cabe aclarar que bañarse en una piscina de combustible no es nada recomendable, debido al principio básico de la protección radiológica, que estipula que se debe mantener la dosis radioactiva lo más baja como sea posible, por lo que lo mejor es evitar bañarse en ellas. 

Además, tampoco se recomienda realizar esta práctica en el caso de que no sepas nadar. En cuanto a la temperatura del agua, probablemente no habría problema, ya que se sitúa en torno a los 25º-35º. 

Respecto a la radiación, cabe destacar que cada siete centímetros se reduce a la mitad por el blindaje del agua, por lo que nadar por la superficie no generaría ningún peligro en principio. De hecho, al contrario de lo que se piensa, se recibiría una dosis menor de radiación dentro del agua que fuera, debido a que actúa como un aislante, tal y como explica XKCD. 

Sin embargo, si nadases hacia la profundidad hacia la zona donde se encuentra el combustible, sí que conllevaría un gran riesgo. Asimismo, cabe el riesgo de que entres en contacto con la contaminación radioactiva, tal y como trazas de polvo de uranio que han fisionado o productos de activación por irradiación (aunque la gran parte de restos se eliminan gracias a los desmineralizadores). Por ello, este tipo de actividades se encuentran reservadas para personas altamente cualificadas y equipadas. En caso de entrar en contacto con el agua se aconseja una ducha de agua y jabón para eliminar la presencia de los isótopos radioactivos. 

Además de ello, también se encuentra el riesgo de que ingieras agua, lo que podría provocar daños severos, aunque la mayor parte de la radiación se eliminaría de manera natural mientras el resto podría irse con la ayuda de fármacos. 

Con todo esto, lo más aconsejable es no meterte en una piscina de esta tipología, no tanto porque pueda ser letal, si no por todos los riesgos y controles a los que te tendrías que someter.

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Soy redactora de actualidad en El HuffPost España, donde hablo sobre las noticias de última hora y analizo algunos de los temas que conforman la actualidad.

 

Sobre qué temas escribo

Escribo de todo tipo de temas, desde sucesos hasta política y asuntos internacionales, siempre con una mirada crítica y con la idea de que detrás de cada tema hay una historia que merece ser contada. Siempre con la intención de informar, incomodar cuando toca y aportar una mirada que no se quede solo en la superficie. 

  

Mi trayectoria

Cordobesa de los pies a la cabeza. Nací y crecí en Córdoba, tierra de Julio Romero de Torres y ciudad con más Patrimonios de la Humanidad. Me gradué en Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos, en Fuenlabrada, donde descubrí que escribir no solo es contar cosas, sino también saber cómo hacerlo para que te escuchen.

 

Antes de aterrizar en El HuffPost, hice unas prácticas en el diario AS, que me sirvieron para aprender cómo se trabaja en una redacción, así como para coleccionar alguna que otra anécdota. Llevo ya un año trabajando en HuffPost, un lugar que se ha convertido en mi segunda familia, y actualmente vivo en Madrid. Siempre con ganas de aprender, reírme y contar historias que valgan la pena.

 


 

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