Por ejemplo, posponer la alarma. Cuando duermes, el cerebro pasa por varias fases y la última te prepara para estar alerta a la hora de levantarte. Por eso a veces nos despertamos justo antes de que suene el despertador. Si te vuelves a dormir, pierdes ese nivel de alerta y te despiertas más tarde, cansado y grogui.
De la misma manera que los zombies, las distracciones no atienden a razones, son sumamente persistentes y nos las encontramos a cada paso. Y también, como los zombies, tienen el poder de anular nuestra voluntad y de convertirnos en peleles, apartándonos de nuestras metas.
Si bien la región ha experimentado una profunda transformación social -sacando a millones de la pobreza y ampliando la clase media a niveles sin precedentes- lo cierto es que aún se enfrenta muchos desafíos que se han acentuado en el actual contexto de desaceleración. Entre ellos, detonar la innovación para impulsar la productividad y el crecimiento económico.
Los españoles despreciamos el tiempo como si fueramos chavales. No solamente por los horarios absurdos o el desfase horario con Greenwich. Parece mentira, pero en un país tan hedonista como éste siempre nos ha preocupado más el sueldo final que cuantas horas hay que meter para lograrlo.