El origen de casi todos los conflictos del mundo

El origen de casi todos los conflictos del mundo

"A los tóxicos hay que mantenerlos a raya, como a los desatascadores: fuera del alcance de los niños y con tapón de seguridad".

Tres personas con tres opiniones diferentes.Getty Images/iStockphoto

Todos sabemos que nadie está en posesión de la verdad, que cada uno ve una parte del conjunto y que, en general, cuando reñimos, es porque cada uno está viendo su parte de esa verdad y, por tanto, tiene su parte de razón. Pero, al parecer, el mero hecho de saberlo no ayuda a erradicar las situaciones conflictivas de nuestra vida.

Sería todo más fácil si comprendiéramos que hay dos tipos de personas: las que cuando dicen A quieren decir A (los simples), y las que cuando dicen B, quieren decir C (los dobles). Hay otro tipo de persona, aunque aquí entramos ya en el ámbito de la toxicidad, que cuando dice A en realidad quiere decir B pero, cuando se entra en detalle, se descubre que no era B sino X, o bien cambia de opinión sobre la marcha. Es conveniente no relacionarse con este tipo de personas para nada que sea importante. Dar un paseo o tomar alguna cerveza no está mal, pero no mucho más.

Volvamos al asunto: cuando una persona simple (de las que si dice A es que quiere decir A), conversa con otra, confía en que si su interlocutor le dice B, sea B. Y aquí es donde comienzan los problemas. Porque si el interlocutor no es simple sino doble, le contestará con B, aunque en realidad lo que quiere decir es C.

Parece confuso, pero en realidad es muy sencillo: en un lado tenemos una persona simple que emite un mensaje directo y espera un mensaje directo, pero en el otro lado tenemos una persona doble, que dice una cosa cuando en realidad quiere decir otra.

Pero el lío no acaba aquí. B ha dicho B aunque quiere decir C. Y si su interlocutor responde con D, atención porque esto es importante, al ser una persona doble, no se creerá que D es D, sino que asumirá que lo que ha querido decir es E (y, en los casos más tóxicos, F o 3).

Cuando las personas simples dialogan con personas simples, no hay problema. Los problemas surgen, o bien cuando un simple dialoga con un doble, o bien cuando dos dobles conversan entre sí (esto ya es la repanocha).

Pongamos un primer ejemplo. En esta conversación van a participar Ana, que es simple, y Aurora, que es también simple. Son compañeras de trabajo de Luz, que va a cumplir años pronto.

Ana dice: ¿Qué te parece si le compramos un regalo a Luz?

(Interpretación de Aurora: ¿Qué te parece si le compramos un regalo a Luz?)

Aurora dice: Me parece fenomenal. ¿Se lo contamos a los demás?

(Interpretación de Ana: Me parece fenomenal. ¿Se lo contamos a los demás?)

Ana dice: ¡Buena idea!

Y las dos le cuentan a los demás su propuesta de hacer un regalo a Luz. El regalo es un éxito y todos contentos.

Ahora vamos a poner un segundo ejemplo con Ana, que es simple, y Bea, que es doble:

Ana dice: ¿Qué te parece si le compramos un regalo a Luz?

(Interpretación de Bea: Ana siempre quiere ser la protagonista.)

Bea dice: Me parece fenomenal. ¿Se lo contamos a los demás?

(Interpretación de Ana: Me parece fenomenal. ¿Se lo contamos a los demás?)

Ana dice: ¡Buena idea!

La conversación es la misma, salvo porque Bea ha hecho su propia interpretación de lo que ha dicho Ana. Y cuando ha dicho "Me parece fenomenal. ¿Se lo contamos a los demás?", lo que ha querido decir es "Tú diles lo que quieras, yo voy a decir a tus espaldas que siempre quieres ser la protagonista". Ana, por supuesto, se ha quedado con el concepto de que la idea va adelante.

Y ya tenemos el conflicto montado.

Hay una cosa que es importante hacer notar y es que, aunque lo parezca, Bea no está obrando exactamente de mala fe. Bajo su hipótesis Ana es una egocéntrica, y a todo el mundo le estomagan los egocéntricos. Por eso hace lo posible por neutralizarla. Es verdad que podría hacerlo cara a cara pero, como veremos un poco más adelante, todo el mundo tiene sus limitaciones.

Es fácil imaginar que el cumpleaños de Luz será un desastre porque, no tardando mucho, el grupo se polarizará entre el bando de Ana y el de Bea, con lo cual no se resolverá nada. Algunos compañeros le regalarán algo a Luz, otros no y, en fin, el asunto quedará deslucido (paradójicamente, dado el nombre de la cumpleañera).

Y todo por un malentendido.

¿Cómo se resuelve esto? Los simplistas dirán que bastaría con que Bea dijera lo que de verdad piensa. Pero esto está fuera de su alcance. Y no solo del suyo, sino de casi cualquier persona. Tengamos en cuenta que el ser humano medio puede decir hasta 200 mentiras al día, según un estudio. Así que la transparencia no es precisamente lo nuestro. Somos seres con limitaciones, como decíamos antes.

La única solución productiva es compleja, como todos los remedios que son prácticos. Lo primero que habría que conseguir sería que cada persona fuera consciente de su forma de comunicar, es decir, que supiera si es simple o es doble. Con esto ya ganaríamos muchísimo.

Y lo siguiente sería que los simples tomaran conciencia de que en el mundo también hay dobles. Es decir, personas que, cuando dicen A, quizá quieren decir B. Por otro lado, estaría muy bien que los dobles fueran conscientes de que en el mundo también hay simples. Es decir, personas que cuando dicen A, lo que quieren decir es A. Para clarificar las cosas siempre se pueden usar preguntas como "¿te refieres a…?", "¿estás seguro de que…?", "¿lo que quieres decir es…?".

Evidentemente, siempre hay gente de mala fe que también tergiversará estas preguntas, pero ya hemos dicho que a los tóxicos hay que mantenerlos a raya, como a los desatascadores: fuera del alcance de los niños y con tapón de seguridad.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Escritor desde que tengo memoria, directivo durante buena parte de mi vida y siempre un alma intensa. Con el tiempo he ido acumulando gran cantidad de títulos y cargos de los que intento liberarme para ser yo mismo la mayor parte del tiempo. Escribo para aclarar pensamientos o para recordar cosas que considero importantes. A veces lo hago solo porque mis ideas desbordan lo que soy y necesito colocarlas en algún sitio. Pero sobre todo trato de dar sentido a lo que nos ocurre. Por eso soy feliz si alguien encuentra luz o calor entre mis líneas aunque, por fortuna, tengo muchas otras maneras de serlo. Lo que pondría en mi tarjeta de visita, si tuviera una, sería Director Creativo.