La jueza que investiga lo ocurrido durante la DANA de Valencia, Nuria Ruiz Tobarra, ha emitido este martes un nuevo auto en el que señala la "gravísima inactividad" de la Generalitat durante las horas clave de la jornada del 29 de octubre. 

De acuerdo con la información publicada en El País, la magistrada ha llegado a decir que los miembros del Centro de Coordinación Operativa Integrada (Cecopi) parecieran vivir en una "burbuja" durante la trágica tarde y "aislados del mundo exterior".

Todo ello tras recabar testimonios durante las últimas semanas. Por tanto, la jueza culpa nuevamente a la Generalitat de no haber actuado en consecuencia. Además, durante la mañana de este martes se conoció su negativa a citar como investigada a la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, al considerar que al no elevarse una emergencia nacional, el único órgano responsable es el gobierno autonómico, en este caso la Generalitat.

En este sentido ha insistido en que extender responsabilidades al resto de administraciones "que ejercieran funciones en relación con la dana" únicamente responde a la intención de "degradar de hecho la gravísima inactividad de la Administración Autonómica valenciana con el resultado mortal" de 227 personas y dos desaparecidas.

Por otro lado, la jueza considera "evidente" después de comprobar las llamadas y comunicaciones de los investigados, la exconsejera de Interior y emergencias, Salomé Pradas y su segundo, Emilio Argüeso, que fue la Generalitat la administración en la que "concurrió una evidente pasividad ante una situación gravísima", y destaca lo que ya ha reiterado en numerosas ocasiones durante los últimos meses: la hora en la que se lanzó la alerta.

"En el momento en que se lanzó la alerta a las 20:11 horas, ya se había producido la práctica totalidad de los fallecimientos. Los cruces de llamadas, en los momentos en que fueron atendidas, no llevaron desgraciadamente a que se tomara ninguna decisión en el ámbito autonómico para salvar a la población”. En esta línea, sostiene que "quienes habían de tomar las decisiones manifiestan ser ajenos a las llamadas del 112, a las previsiones meteorológicas de la AEMET, a las comunicaciones sobre el estado y el caudal de los barrancos".

"Un lugar en que parece que nadie poseyera teléfonos, en el que los técnicos no les informaban o lo hacían mal, y en el que eran igualmente ajenos a las decisiones de instituciones", sostiene en el escrito. Finalmente, y en el mismo tono, afirma que el Cecopi pareciera "una sala de reuniones en la que los presentes permanecían en una burbuja, aislados del mundo exterior, sin posibilidad de abandonar la sala y en el que el tiempo transcurría lentamente, demorándose la toma de decisiones, mientras el agua y el barro se desbordaba de los barrancos y de los cauces de los ríos".

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