La historia de Martha Gellhorn, la única mujer que cubrió el Desembarco de Normandía

La historia de Martha Gellhorn, la única mujer que cubrió el Desembarco de Normandía

La escritora Rosario Raro homenajea en su nuevo libro, 'Prohibida en Normandía', a esta imparable reportera de guerra. 

La escritora y periodista Martha Gellhorn.Pictorial Press Ltd Alamy

"Indómita, imparable y perseverante". Con estos adjetivos describe la escritora Rosario Raro a la periodista y reportera de guerra estadounidense Martha Gellhorn (Estados Unidos, 1908 - Inglaterra, 1998) tras contar en su último libro, Prohibida en Normandía (Editorial Planeta), todas las trabas que tuvo que superar para ser la única mujer presente en el Desembarco de Normandía el 6 de junio de 1944. 

Gellhorn siempre tuvo que convivir con la sombra del que fue su marido entre 1940 y 1945, Ernest Hemingway, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1954. El hecho de que fuera la única en dejar al reputado escritor, sumado a las dificultades que tenía una mujer en aquella época para ser corresponsal de guerra, hizo que su trayectoria profesional estuviera repleta de obstáculos. 

"Pero ella a pesar de todos los problemas no se detenía ante ninguno. Uno de sus lemas 'era adelante, siempre adelante'", comenta ahora Raro. Calificada incluso de antipatriota por sus crónicas en las que denunciaba los abusos de las tropas aliadas, Gellhorn tuvo que infiltrarse como camillera para llegar a la costa francesa desde Reino Unido, donde se encontraba el hotel de la prensa internacional. 

Por todo ello, Raro ha querido poner en el foco y homenajear a una mujer que se jugó la vida en la playa de Omaha por ser los ojos del mundo en el trascendental suceso con el que se terminó de decantar la victoria del bloque aliado en la II Guerra Mundial. 

Además, durante su vida también cubrió episodios de la Guerra Civil en 1937, de las Guerras de Finlandia en 1939 o la de China en 1940. Asimismo, estuvo en Vietnam y, con 81 años cubrió la invasión de Panamá por parte de Estados Unidos.

¿Qué motivación le llevó a escribir sobre el trabajo de Marta Gellhorn, ahora que se cumplen 80 años del Desembarco de Normandia?

Gellhorm fue una de las mujeres de Hemingway y es como que de un plumazo se le despacha a pesar de haber tenido mucha entidad como periodista y corresponsal de guerra. Es importante que se sepa que entre los 160.000 hombres de las oleadas sucesivas de ese 6 de junio de 1944 hubo una única mujer. Para mí merece un reconocimiento mucho mayor. Fue una persona que estuvo a lo largo de su vida en más de 12 guerras y cuando iba a cubrir un conflicto solía tener más experiencia que muchos de los militares destinados.

La escritora Rosario Raro, sosteniendo su libro 'Prohibida en Normandía'.Javier Ocaña

¿Cómo llega a ella?

Estaba investigando todo lo que sucedió con el Ejército Fantasma porque me parece un tema muy interesante. Reclutaron a 1.100 hombres que no eran soldados, sino que eran trabajadores de los estudios del Hollywood de la época y estudiantes de escuelas de arte de Los Ángeles y se los llevaron a Europa. Había fotógrafos, pintores, escultores, decoradores porque querían construir un plató de cine enorme para despistar a los alemanes y que creyeran que iban a entrar por allí las tropas aliadas, mientras desembarcaban en Normandía. Ese objetivo lo consiguieron.

Toda esta relación del cine con la II Guerra Mundial me interesó mucho y ahí es cuando llegué a Martha Gellhorm. Ella estaba con su marido en Estados Unidos trabajando en ese tipo de maniobras e inventando las biografías que llamaban El histórico de espías falsos. Sin embargo, quería cruzar el Atlántico, estar en el desembarco y contar de primera mano lo que sucedió, así que lo que me llevó a escribir esta novela fue saber que hubo una mujer allí y que luego se le borró, que se jugó la vida por escribir esa crónica que además no le publicaron hasta meses después.

¿Fue una adelantada a su tiempo?

Sí. Yo creo que fue una pionera. Tenemos que pensar que fue hace 80 años y en unas circunstancias muy complicadas porque no solamente se tuvo que enfrentar a la prohibición del ejército, que no permitía que las mujeres se acreditaran para cubrir el desembarco, si no a los prejuicios que había en general sobre las periodistas. Además, su marido tampoco la apoyó demasiado y su matrimonio en el 45, igual que la guerra, terminó.

¿Cree que si no hubiera estado casada con Hemingway en ese momento sus crónicas habrían tenido más exposición mediática?

Diría que sí, tanto durante el tiempo que estuvieron casados como después, porque yo creo que no hay que olvidar que Hemingway era una persona con muchísimo poder, tanto en la literatura como en el periodismo. Él nunca le perdonó que lo hubiera dejado y eso a ella le perjudicó porque tuvo que estar de alguna forma en esa extensa y alargada sombra que fue la figura de Hemingway en Estados Unidos y a nivel mundial.

Martha Gellhorn, junto a su marido Ernest Hemingway.Alamy Stock Photo

También fue una pionera en dejar a una persona tan influyente como él.

Hay que ser muy valiente para hacer algo así porque incluso hoy en día hay personas que son mucho más acomodaticias, mucho más conformistas y que no luchan contra las circunstancias aciagas de su vida. Ella hace 80 años estaba batallando en varios frentes a la vez como el del periodismo, el de su matrimonio y el del Ejército y era muy difícil no perder la cabeza con unas circunstancias así. Con la separación de su marido demostró una vez más su valentía porque dijo ‘serás muy Hemingway, pero no quiero que mi vida sea esto’.

¿Es uno de los primeros ejemplos de mujeres feministas?

Realmente no se autodenominaban así porque el feminismo de la segunda ola llegó después, pero creo que lo más importante es que quería que alguien se defina por sus actos. Lo que siempre se ha dicho de que obras son amores y no buenas razones. En ese sentido es indudable que hubo una defensa de su género. Ni ella ni las demás compañeras se amilanaron e hicieron mucho para que se consiguiera la igualdad. Estaban marginadas, las llamaban caracoles de concha blanda, les decían que no podían ir al frente porque no podían cavar letrinas, incluso que eran como una especie de urticaria. Se pensaba que entorpecían más que lo que ayudaban.

¿Qué papel jugaron las mujeres en el Desembarco de Normandía?

También habló de ello en el libro. Por ejemplo las enfermeras llegaron algunos días después de ese 6 de junio y esto provocó que hubiera muchas más bajas de las que hubiera habido de llegar ellas a la vez. He rescatado el trabajo de todas las jóvenes del servicio postal que consiguieron que las millones de cartas de los soldados y de sus familiares, novias o mujeres se les diera curso. Hubo mujeres muy relevantes trabajando en la ruptura de los códigos alemanes como una criptoanalista o cartógrafa. Cuando Martha Gellhorm preguntaba por qué no salían en la foto y sus compañeros varones sí le decían siempre que era por motivos de seguridad, cuando la razón era que consideraban que las mujeres restaban importancia a las maniobras y a las operaciones militares.

¿Cómo reivindicó ella el papel de la mujer en la guerra?

Se dedicó sobre todo a entrevistar a las que participaban. Quiso entrevistar a muchas más, pero no le dio tiempo, como por ejemplo las que manejaban los reflectores en los ataques aéreos. Quería darles la relevancia que en su consideración y objetivamente tenían y que se les ninguneaba.

Gellhorn, junto a dos personas.Alamy Stock Photo

De todas las peripecias que tuvo que pasar para publicar sus artículos, ¿qué es lo que más le llama la atención viéndolo con los ojos de hoy en día?

Saber que al final tuvo que autopublicarse sus crónicas porque no le dieron espacio en los medios. La acusaron de antipatriota porque no solo habló de las luces del Desembarco, que era lo que el Ministerio y la propaganda oficial estadounidense quería. Fue tan valiente que contó las numerosísimas sombras que hubo. Por ejemplo, habló de los bombardeos aliados sobre la población francesa en los que llegaron a morir más de 30.000 personas o destacó las violaciones de los soldados estadounidenses a mujeres francesas. Eran temas tabúes que no convenían y ella narró esos aspectos muy incómodos.

Si todo esto lo hubiera contado pero siendo hombre ¿se la habría seguido calificando de antipatriota?

Creo que de alguna forma hubiera tenido más facilidad para publicar, pero sí que es verdad que la censura militar era para todos porque, por ejemplo, John Ford rodó una película simultáneamente al desembarco y solo he podido rescatar 20 minutos, todo lo demás está prácticamente desaparecido. No quería que vieran las imágenes de los soldados explotando en el aire, desmembrados, etc. Todo eso se censuró y ahí dio igual que fueran hombres o mujeres.

Su padre fue judío e inmigrante en Estados Unidos y ella luchó contra el racismo, ¿Se puede decir que estuvo en todas las luchas sociales del momento?

No tenía escapatoria en ese sentido, porque yo creo que los orígenes familiares le marcaron muchísimo. Sus abuelos y sus padres eran judíos alemanes emigrados a San Luis. Ella también tenía esa conciencia de qué hubiera sucedido si su familia se hubiera quedado en Alemania. Su padre fue el primer ginecólogo que atendió a mujeres negras en una ciudad tan grande como San Luis y su madre fue lo que ahora llamaría una activista porque se apuntaba a la defensa de todas las causas como la explotación infantil, el humo de las fábricas, era sufragista. Tuvo dos grandes ejemplos y ella no podía salir de otra forma.

¿Y esa influencia de ser hija de alemanes judíos la terminó de motivar para narrar la II Guerra Mundial?

Sí. Cuando fui a documentarme en el verano del 2022, vi que muchos apellidos de soldados estadounidenses y canadienses eran alemanes, es decir, eran hijos de la primera generación de inmigrantes. Si los padres de ellos se hubieran quedado en Alemania, hubieran estado con las mismas ametralladoras en el otro lado, así de absurda es la guerra, así que inevitablemente la marcó. 

Momento del Día D.NARA

Luego hubo un hecho muy importante y es que ella en 1933 visitó Alemania y ella ya vio los primeros discursos de líderes, en concreto me refiero a Adolf Hitler. Ahí alertó sobre lo que suponía el nazismo y le pasó como a la Casandra de la mitología, que todo el mundo le escuchó y nadie le creyó. Cuando ya años después ya había ganado las elecciones su partido empezó a crecer muchos pensaron en aquellas palabras. Solo la creyó su padre prácticamente porque pensaba como ella y decía que si era para él un insulto personal. Era una persona muy clarividente.

Han pasado 80 años y se sigue hablando de la mujer de, la esposa de o la novia de. Ocho décadas después y aún nos cuesta poner el foco en ellas, ¿por qué no ha evolucionado lo suficiente la sociedad?

Hay que considerar que cada persona tiene entidad propia y no se le puede definir de un plumazo por su parentesco o su filiación. No hay que decir que es la mujer de, es la hija de, etc, hay que decir quién es esa persona. Inevitablemente la situación y el contexto es otro, pero deberíamos desprendernos de determinados tics sociales que tenemos. Por ejemplo, las corresponsales extranjeras que estaban allí en Londres se quejaban de que se les eh describía por cualidades anatómicas, por decirlo de alguna forma. Muchas veces en el caso de las mujeres, el físico es como el biombo que no deja ver más allá y no deja ver lo que hay detrás.

Con el crecimiento de las tendencias políticas que está habiendo en Europa en los últimos años, ¿teme que haya un retroceso y se pierda lo que se ha ganado?

Veo que hay una situación que en algunos aspectos sí, que hay un correlato con la situación referida a la a la II Guerra Mundial. Sí que tengo miedo porque me doy cuenta de que no aprendemos, de que siempre estamos en el mismo punto y barbarie lo toma todo. Es como que involucionamos como especie. Es que ni siquiera volvemos a tiempos remotos, porque desde que la guerra está más tecnificada o tecnologizada, por decirlo de alguna forma, todavía se ensaña más con la con la población civil. Hubo un tiempo en el que en las guerras las bajas militares eran superiores a las civiles y ahora no es así. Me parece terrible porque es una situación peor que primitiva.

¿Por qué el ser humano no aprende?

Esa es la gran pregunta. Parece que tenemos muy interiorizada la visión esta lineal del tiempo como cronología, pero parece que nos movamos en círculos. A mí ya me da por pensar que es algo esencial de la condición humana. Yo he escrito en la novela que la victoria no es más que una forma de derrota atenuada porque los dos bandos pierden. En Normandía el cementerio americano o el cementerio alemán es un océano de cruces que no se acaba. Chicos tan jóvenes que cruzaron el mundo solo para morir. No sabían ni dónde estaban porque en los mapas los nombres estaban cambiados. Esto es una atrocidad. Lo mejor de la de la sociedad desaparece y después de una guerra hay que tender un puente falso entre el pasado y el futuro porque ha desaparecido toda la generación que tendría que sostener la sociedad. A mí me parece terrible.

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Alfredo Pascual es redactor de Virales en El HuffPost en Madrid. Escribe sobre noticias de televisión, política, redes sociales, deporte, etc. Estudió periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y un máster en Periodismo de investigación, datos y visualización en la UNIR. Antes de entrar en El HuffPost estuvo en la Cadena Ser y en el Heraldo de Aragón. Puedes contactar con él en alfredo.pascual@huffpost.es