El papel central de Qatar en la negociación de los secuestrados de Israel

El papel central de Qatar en la negociación de los secuestrados de Israel 

La mediación del país del Golfo está dando sus frutos, con cuatro liberados. Su capacidad de hablar con Hamás y Tel Aviv esperanza a las familias de los rehenes.

El emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al-Thani, con el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, el pasado 13 de octubre en Doha.Anadolu via Getty Images

Las negociaciones con Hamás para conseguir la liberación de los 229 rehenes israelíes que se llevó a Gaza el fatídico 7 de octubre, cuando lanzó el ataque más grande que se recuerda en la historia de Israel, siguen su curso. En un entorno endiablado, en el que los terroristas ya han liberado a cuatro personas, tratando de jugar la baza de la opinión pública, y con Tel Aviv lanzando ya su ofensiva terrestre sobre la franja, se multiplican los intentos de salvar a estos civiles -en su inmensa mayoría-, sorprendidos en sus kibbutzim o en el festival Nova. 

Hay intentos de mediación de países con contactos a los dos lados de la frontera de Gaza, como Turquía, y de grandes naciones occidentales como Estados Unidos, Reino Unido o Francia, que tienen a nacionales secuestrados, bien extranjeros que estaban en Israel, bien ciudadanos con doble pasaporte. Pero si hay uno que centra todas las miradas, por su capacidad de lograr hechos, es Qatar. 

Este pequeño país del Golfo Pérsico, aliado occidental por ser rico en gas, es el epicentro de la actividad diplomática, la poca a que da margen un conflicto que se espera largo y para el que ni un alto el fuego está, por ahora, contemplado. Tanto el presidente de EEUU, Joe Biden, como el primer ministro de Reino Unido, Rishi Sunak, han agradecido en público a Qatar y a su emir gobernante, Tamim bin Hamad Al Thani, por su mediación y su éxito, porque suyo ha sido el mérito de la vuelta a casa de cuatro mujeres retenidas en Gaza por Hamás

El mensaje se ha recibido con agradecimiento y en silencio, porque así lo requieren los trabajos que están en marcha y que, según la prensa de Israel, tratan de rescatar a un grupo de unas 50 personas más, en su mayoría extranjeros o israelíes con doble nacionalidad, como un primer gesto de Hamás con Occidente. Un logro que medios como la BBC auguraban para los próximos días, pero que se ha visto refrenado por la entrada de Israel en la franja, con el inicio de su ofensiva terrestre

Ahora se espera que Hamás quiera retener, sobre todo, a los militares israelíes que ha secuestrado, con la esperanza de intercambiarlos por prisioneros palestinos retenidos en cárceles israelíes. Sólo una uniformada ha sido rescatara por las IDF desde el 7 de octubre, pero las operaciones terrestres pretenden, además de destrozar infraestructura del Movimiento de Resistencia Islámico, obtener información precisamente para lanzar más operaciones de rescate. 

Por ahora, el grueso de las familias de los rehenes, reunidas con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, han accedido a la petición de Hamás de cambiar rehenes por presos. Reclaman que se frene la ofensiva por tierra y se dé tiempo a la negociación que lidera Qatar, que ilusiona por los primeros resultados que está arrojando. 

Hamás también publicó el pasado lunes un vídeo en el que aparecen tres mujeres israelíes, supuestamente cautivas en la franja, en el que responsabilizan de su estado a Netanyahu y le exigen que negocie su liberación y la del resto de presos. "Libéranos ahora, libera a los ciudadanos de ellos, libera a los presos de ellos, déjanos volver con nuestras familias", exige una de las mujeres, la única que habla en la grabación. Un juego de mucha tensión, de enorme sensibilidad. 

Lo que está haciendo Qatar

A medida que han surgido horribles detalles del ataque de Hamás, hay quien se preguntan por qué Qatar, ese importante aliado occidental, en cuyo suelo alberga hasta una base militar estadounidense, está proporcionando un hogar para el ala política de una organización proscrita como terrorista por el Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea. 

Si los esfuerzos de Qatar en el futuro resultan en gran medida infructuosos, entonces su posición en Occidente se verá afectada y podría surgir presión sobre Qatar para que cierre esa oficina. Y es que decir que estas negociaciones sobre los rehenes son delicadas sería quedarse corto. Israel todavía se está recuperando de los horribles ataques de la milicia, cuando hombres armados irrumpieron en la valla fronteriza, matando a unas 1.400 personas. ¿Negociar con esos "animales", como los llama? ¿Hasta dónde se puede ceder? Es un enorme debate nacional. Israel ha prometido destruir a Hamás, así que no es de extrañar entonces que ambas partes necesiten un mediador en el medio.

Ahí es donde entra este país del Golfo que económicamente sigue siendo clave pero que había perdido fuelle político en los últimos años, con una crisis diplomática con la mayoría de sus vecinos del Golfo, que lo acusaban de apoyar al terrorismo. Tras tres años de ostracismo, pareció acabar en 2021 y esta negociación puede ser su nuevo gran espaldarazo. 

Qatar alberga la dirección política de Hamás, que tiene una oficina en la capital, Doha, desde 2012, encabezada por su líder Ismail Haniyeh, quien ha estabilizado allí su situación tras dar saltos, también, desde Turquía, otra de las naciones que pueden ayudar en esta crisis. 

En medio de los relucientes rascacielos de cristal y acero de la moderna Doha, funcionarios de Hamás se han estado sentando con diplomáticos qataríes del Ministerio de Asuntos Exteriores para trabajar en la compleja cuestión de la liberación de rehenes. Y no son novatos: pertenecen a un departamento gubernamental especial que supervisa la relación con Hamás en Gaza y que ha permitido a Qatar pagar cientos de millones de dólares anualmente para mantener en funcionamiento la infraestructura y la administración pública de Gaza. Sin ellos, por ejemplo, Gaza no tendría la carretera que la recorre de norte a sur y por la que ahora los desplazados buscan escapar de las bombas, en los alrededores de Rafah. Una vía que facilitó notablemente la vida de los palestinos. 

Muchos de los funcionarios qataríes han estado ya en Gaza y son bien conocidos por altos funcionarios de Hamás, por lo que se ha tejido una red que no es de amistad, sino de entendimiento y de trabajo conjunto, que ha hecho que el país gane en simpatía entre los palestinos, como uno de los mayores defensores de su causa cuando otros hermanos árabes, de Arabia Saudí a Egipto, flaqueaban de palabra y de obra. 

A diferencia de sus vecinos del Golfo, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos, Qatar no tiene una relación diplomática formal con Israel, aunque en los años 1990 sí albergó una oficina comercial israelí. No ha sido parte de los llamados Acuerdos de Abraham, promovidos por Estados Unidos en la era de Donald Trump, y con los que se ha logrado un acercamiento del mundo árabe a Tel Aviv, con contraprestaciones mínimas y siempre económicas y no políticas para los palestinos. Su exclusión se ha visto como un gesto de apoyo a la causa palestina. 

Aunque con Israel no tenga relación directa, como querría Washington, sí que existen comunicaciones por canales secundarios y, en momentos clave durante las discusiones sobre los rehenes, los funcionarios qataríes han podido hablar por teléfono con sus interlocutores israelíes. Es algo que pocos estados pueden decir. Ese respeto por los dos lados es esencial en estos momentos cruciales.  

Hamás parece ganar poco con la liberación mínima de sus rehenes, pero la organización ha sido muy criticada por secuestrar a mujeres y niños, ancianos, familias enteras, tras masacrar a otros israelíes en su propio suelo. Esto, dice un alto príncipe saudí, Turki Al-Faisal, va en contra de los mandatos islámicos.

Algunos analistas creen que Hamás quiere deshacerse de esos rehenes, y posiblemente también de todos los extranjeros, más temprano que tarde. Se ha dado cuenta de la complicación que supone tenerlos y cuidarlos, porque sólo vivos les valen de algo, porque precisamente los secuestró para tener una baza de negociación única, nunca tan potente en su historia. 

Mantener en secreto la ubicación de tantos rehenes para Israel, así como alimentarlos y cuidarlos durante una guerra, debe representar para Hamás un desafío logístico importante. Sin embargo, los funcionarios qataríes entienden que la liberación de rehenes le da tiempo a Hamás. Aporta un horizonte para los que esperan, una posibilidad, y con eso va avanzando en sus intereses, por más que le cueste cuidarlos. 

Con tantas familias en Israel y en otros lugares desesperadas por asegurar la liberación de sus seres queridos por medios pacíficos, existe una presión creciente sobre el Gobierno israelí para que retrase su tan cacareada incursión terrestre en Gaza. Las conversaciones se detendrán, se decía. Parece que el paso lento de Israel las ha ralentizado, pero o roto. 

El mundo espera con el alma en vilo.