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Se te van los ojos

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El otro día me reencontré con una compañera de instituto a la que no veía desde hacía unas cuatro décadas. Fue muy bonito. Nos resumimos nuestras vidas en un par de horas, como si lo hiciéramos a través de un tamiz fluido por el que solo caían los momentos importantes y claves de nuestras respectivas historias. Tras un reconfortante rato de cháchara y risas, como si el tiempo y la distancia jamás nos hubieran distanciado, me di cuenta de un detalle: Ana tenía un ojo estrábico. Desconcertada, comencé a dudar a qué ojo mirarla. Se lo dije y se río, para ella es algo normal. Entonces me contó que su anomalía se había manifestado hacía años a consecuencia de un infarto ocular. ¡Vaya tela!

lustración dedicada al estrabismo, del Atlas Completo de la Anatomía Humana y la Cirugía, de Jean-Baptiste Marc Bourgery y Nicholas Henri Jacob.

Regresé a casa pensando en los bizcos del mundo a los que seguramente nunca nadie les dice por ejemplo: "¿Te han dicho alguna vez que tienes unos ojos muy bonitos?" y me puse a investigar sobre el asunto. El estrabismo, también conocido como bizquera, ambliopía, ojos bizcos o virolos, entre otros nombres, es el desvío en la alineación que tiene un ojo en relación con el otro. Esto no solamente es un problema de apariencia sino también de percepción ya que impide fijar la vista de ambos ojos en un mismo punto lo que ocasiona principalmente una alteración en la percepción que se tiene de la profundidad. Ana, por ejemplo, ya no conduce.

Luego me topé con Soho, una web en la que el autor en primera persona cuenta sus experiencias durante los 35 años que soportó que su ojo izquierdo se le fuera para un lado: "Los mitos que han surgido alrededor del estrabismo son muchos. Con seguridad y conocimiento de causa les puedo decir que nunca vi doble, nunca me tocó calcular el centro de alguna cosa para no tener que estrellarme con algo y siempre vi los postes de luz como los ve cualquier persona: individuales y no al cuadrado".

Vale, a veces puede ser no tan terrible. De ahí pasé a los Mayas que veían el estrabismo como un símbolo de belleza, por lo que para conseguir esta mirada de pupilas cruzadas utilizaban métodos digamos poco ortodoxos. Las familias nobles colgaban del pelo de los niños una pequeña bolsa de resina que caía sobre su frente y les obligaban a mirar hacia ella lo más frecuentemente posible. Con el paso del tiempo, los ojos del crío se desviaban y adquirían este rasgo físico común en su cultura, créase o no, todo un símbolo de distinción.

El método Maya para desviar los ojos de los niños.

En la Edad Media era costumbre mirar directamente al suelo al encontrarse con una persona bizca para evitar ser vistos por el ojo demoníaco, con el consiguiente peligro de infestación maléfica. El antiguo temor a las personas con estrabismo se debía a la creencia de que uno de sus ojos estaba orientado por Dios, pero el otro, era guiado por el mismísimo demonio. Un dicho popular de aquellos tiempos rezaba: "Si miras a un bizco, cuida no te dé el demonio un pellizco. Si ya te ha mirado, reza y hallarás aliado". También antiguamente se le atribuía al mal de ojo enfermedades de origen desconocido; se acusaba a las brujas, los gitanos, los gafos y a los bizcos de afectar, sobre todo, a los niños. Para protegerse, había que llevar ajos, oro y plata, ojos de cristal azul y herraduras.

Estatua de divinidad sumeria perteneciente al Grupo de Orantes de Tell-Asmar. Mármol con incrustaciones de concha o caliza negra. 2700 a.C.

Ya llegamos a lo que debíamos llegar: el estrabismo, al igual que la ceguera u otras enfermedades oculares no fue (ni es) ajeno al arte. Ha habido artistas que lo han padecido, y esa mirada especial la manifestaban en sus obras, porque no les quedaba otra.

El Greco (1541 Grecia-1614, Toledo) al parecer, sufría de un leve estrabismo divergente tal como se desprende de observar Retrato de un viejo, supuestamente su autorretrato realizado entre 1595 y 1600. En los últimos años de su vida, el pintor español de origen griego, que cuando pintó esta obra tendría alrededor de 60 años, había sufrido varios ataques cerebrales que dejaron huellas en su visión, en su rostro y en sus capacidades físicas. Al mirar con detalle este óleo se descubre que un ojo está más hundido que el otro, con una sutil bizquera y el lado izquierdo de la cara más descolgado. Según algunos debido a esta desviación su arte sufrió una metamorfosis hacia un estilo grotesco.

Retrato de un viejo de Domenikos Theotokopoulos El Greco.

El Greco (1541 Grecia-1614, Toledo) al parecer, sufría de un leve estrabismo divergente tal como se desprende de observar Retrato de un viejo, supuestamente su autorretrato realizado entre 1595 y 1600. En los últimos años de su vida, el pintor español de origen griego, que cuando pintó esta obra tendría alrededor de 60 años, había sufrido varios ataques cerebrales que dejaron huellas en su visión, en su rostro y en sus capacidades físicas. Al mirar con detalle este óleo se descubre que un ojo está más hundido que el otro, con una sutil bizquera y el lado izquierdo de la cara más descolgado. Según algunos debido a esta desviación su arte sufrió una metamorfosis hacia un estilo grotesco.

Amedeo Modigliani (Italia 1884-1920 Francia= tenía astigmatismo. Según cuentan, en el italiano -muy aficionado a la vida loca, medicamento y drogas-, esta anomalía visual influía en personalísima estilización de sus personajes. Lo curioso es que casi siempre comenzaba sus composiciones por los ojos de sus modelos, y por lo general éstos acababan vacíos, como si se tratasen de las ventanas del alma. Los cierto es que cuando se dignaba a ponerles pupilas, no siempre quedaban centradas.

Rembrandt van Rijn (1606-1669 Países Bajos) al parecer, sufría estrabismo en su ojo izquierdo, una 'discapacidad' que repercutía en que el pintor holandés, sin cerrar al perezoso, percibiera la realidad como una imagen plana, visión que trasladaba naturalmente a sus cuadros. Si lo pensamos, habitualmente los profesores de arte recomiendan a sus alumnos que cierren un ojo para contemplar y enfocar una escena de ese mismo modo. Este diagnóstico se basa en el análisis de sus autorretratos. Eso no influía en su capacidad para capturar la naturaleza humana, su habilidad para aprehender la luz y el claroscuro y su talento tanto con el pincel como con el buril. Según las deducciones de una profesora de Harvard, mientras un ojo miraba frontalmente, el otro (el derecho) lo hacía hacia fuera, lo que suponía que sólo podía ver el ancho y el alto de una imagen, pero no la profundidad, ya que es el alineamiento perfecto de los ojos, conocido como «visión estereoscópica», o sea lo que permite que veamos en tres dimensiones.

Rembrandt, Autorretrato, 1659.

Ya en otro plano, siempre ha habido artistas que con sus ojos correctamente alineados, que incluyeron a la bizquera como detalles en sus obras de arte como el italiano Raffaello Sanzio (1483-1520), conocido como Rafael de Urbino o, simplemente, Rafael; Georges de La Tour (1593-1652), que supuestamente era francés pero no tanto porque nació en el ducado independiente de Lorena, perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico hasta 1766, que fue cuando se anexionó a Francia o George WesleyBellows (1882-1925) pintor estadounidense, integrado en la Escuela de Ashcan.

"La transfiguración de Rafael", si miramos bien los ojos del adolescente de la derecha sujeto por el personaje de la túnica verde notaremos que no están precisamente centrados.

En "La Buenaventura" (1632-35) de Georges de La Tour, la ladronzuela del centro tiene ambos ojos más separados de lo normal y un leve desvío en el derecho. ©The Metropolitan Museum of Art, Nueva York.

En "El tramposo del as de tréboles" Georges de La Tour otra vez miradas estrábicas.

Cross Eyed Boy (1906) de George Bellows. Nada que añadir.

Otro de los artistas aficionados a los ojos no centrados fue John Graham (Ucrania 1881– Londres, 1961), nacido en Kiev durante el Imperio Ruso como Ivan Gratianovich Dombrowski, tras beber del surrealismo, del cubismo y del expresionismo abstracto, acabó siendo una de las figuras claves del Modernismo Americano, mezclando todo lo que arrastraba consigo.

Two Sisters (1944) de John Graham.

Los ojos bizcos siguen vigentes en el arte contemporáneo. En orden cronológico lo tenemos al encantador e irreverente Fernando Botero (Medellín, Colombia. 1932), que entre sus personajes coloridos y voluminosos incluye varios con estrabismo, tanto convergentes (hacia dentro) como divergentes (hacia fuera).

A Las hermanas (2005) de Botero, se les van los ojos.

Quizás más conocido por sus fotografías y las colecciones de objetos cotidianos, el artista alemán Uno de mis grandes amores en arte, Hans-Peter Feldmann (Düsseldorf, 1941) además de explayarse con sus fotografías, esculturas y objetos cotidianos, tiene debilidad por la compra de cuadros antiguos. Básicamente son de retratos a los que el artista alemán customiza con narices de payaso, tatuajes, recortándole o cencurando partes o convirtiéndolos en bizcos. Son adorables.

Untitled uno de los óleos customizados de Feldmann.

Karl Marx with cross eyes de Han Peter Feldmann.

Otros dos retratos del artista alemán con Squinting Eyes.

Una de las firmas indiscutibles de los retratos del artista chino Zhang Xiogang (Kunmíng, 1958), sobre todo los que realizó a finales de los 90 inspirándose en una colección de antiguas fotos familiares de la época de la Gran Revolución Cultural, son los parches de colores en los rostros y, quizá no con tanta frecuencia, el desvío de los ojos de sus personajes que junto a los colores pasteles y el difuminado en su técnica, dotan de cierta apariencia fantasmagórica y melancólica tanto a la obra como a los retratados.

A Big Family (1995) de Zhang Xiaogang.

Otros dos retratos (1997) de la serie Bloodline Series del artista chino.

Quién sabe por qué los bizcos, siempre tratados con respeto, son un foco de atención en el arte. Incluso el monumental David de Miguel Angel, tiene un sutil desvío en sus ojos (un truquillo para que parezca que el coloso siempre te mira a ti. Fuera de la plástica hay muchos estrábicos que han dado que hablar en diferentes áreas: el filósofo francés Jean Paul Sartre, el comediante británico Marty Feldman o el director de cine español Fernando Trueba, entre otros muchísimos talentos. Desde luego, si hay algo que les caracteriza y los distingue a todos ellos ha sido siempre su mirada en el más amplio sentido.

Este post se publicó originalmente en el blog de la autora.