Paz Padilla, en el candelero: conmueve e indigna a partes iguales

La humorista y presentadora Paz Padilla esperaba ansiosa la llegada de de septiembre. El primer día del mes estrenaba su gran proyecto de la temporada:  la obra de teatro El humor de mi vida, la adaptación a las tablas de su libro igual titulado que se ha convertido en un fenómeno editorial —lleva cinco ediciones—.

La premiere en el Teatro EDP Gran Vía fue todo un éxito, con el teatro lleno y apoyada por numerosos compañeros de la televisión, entre ellos Toñi Moreno, Emma García, Rosa Villacastín, Kiko Matamoros  o Terelu Campos. A su lado, uno de sus pilares fundamentales, su hija, la influencer Anna Ferrer.

El conmovedor relato de la enfermedad y muerte de su marido el pasado julio de 2020 y su manera de afrontar este dramático episodio es el argumento de El humor de mi vida, una historia que ha colocado a Paz Padilla en el candelero desde su primera entrevista en el Deluxe a los pocos meses del fallecimiento.  Pero, paradójicamente, el gran éxito que ha cosechado el libro con la narración de lo que vivió, también la ha convertido en el centro de la polémica y la crítica.

Ayudada en el proceso de la enfermedad y muerte de su marido por el polémico psicólogo Rafael Santandreu, muchas de sus explicaciones y la actitud que ha tomado a la hora de aceptar la muerte y la enfermedad no han encajado bien entre la gente que ha atacado duramente a la presentadora de Mediaset. Es lo que ocurrió cuando contó que en el momento de fallecer su marido brindaron con champán o cuando se conoció que había organizado una fiesta de disfraces para celebrar el primer aniversario de su fallecimiento. “Entendí que tenía dos opciones: algo oscuro o que es un viaje a otra vida. Ahora yo me quedo, pero pronto nos volveremos a unir. Por eso no le tengo miedo a la muerte”, explicaba Padilla de sus conversaciones con Santandreu.

Un aprendizaje con el que la gaditana también quiso aliviar el dolor de la muerte de Aless Lequio. “Bueno, me imagino que nunca estás preparado, pero la muerte forma parte de la vida. Es algo que todos vamos a recorrer ese camino”, proclamó desde Sálvame dirigiéndose a Ana Obregón y Alexadro Lequio, sus padre, provocando un tsunami de indignación.

Además, recordemos que hace sólo unas semanas se vio obligada a rectificar unas declaraciones suyas sobre la biodescodificación, a partir de la denuncia que Risto Mejide y Marta Flich hicieron en su programa Todo es verdad. “Estoy totalmente en contra de esas pseudociencias en las que hablan de curaciones milagrosas. Nunca abandonéis los tratamientos de quimioterapia, ni de radioterapia. De verdad que no. Yo lo que ha aprendido en este proceso es a entender las emociones, y a meditar… por eso recomiendo lo que a mí me ha ayudado. Por favor, pido disculpas. Que nadie me malinterprete”, aclaraba en su perfil de Instagram.

“Paz. Ha llegado la bomba”, adelantaba Kiko Hernández la pasada semana en Sálvame. “¿La bomba del verano? Ha tardado, estamos a 24 de agosto, pero ha llegado”, respondía Padilla. Y añadía: “De los afganos, de los afganos”.

Este fue el último comentario de la presentadora que levantó pólvora en Twitter. Una desafortunada broma el día que el aeropuerto de Kabul sufrió un atentado suicida que desató la furia de los espectadores y que no es la única que ha acabado con la paciencia de cientos de tuiteros.

Con todo esto, Padilla se ha ganado una gran cantidad de detractores que convierten cada una de sus apariciones de televisión en trending topic, y no para bien. Pero todo este fenómeno, lejos de haber apartado a la gaditana de la pequeña pantalla o de los escenarios, ha reforzado sus éxitos.

Un libro, una obra de teatro, una marca de moda y un nuevo programa ratifican el grato momento profesional por el que pasa Paz Padilla.