Señor presidente, convoque ya el debate sobre el estado de la nación

La última vez que en España se celebró un debate sobre el estado de la nación fue en febrero de 2015. Entonces, el presidente del Gobierno era Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, el jefe de la oposición. Pablo Casado nunca tuvo la oportunidad de batirse en duelo contra Sánchez en el que es considerado el Pleno más importante de política general. Albert Rivera y Pablo Iglesias pasaron por el Congreso sin participar en él. Y el presidente, más de siete años después, sigue sin ponerle fecha.

Sánchez pensará que para qué convocar el debate de los debates si con las sesiones de control ya tiene bastante. El jueves, forzado a dar explicaciones por la crisis Pegasus en un pleno monográfico, sólo su partido le dio cariño. El resto, hasta Unidas Podemos, censuró su gestión. “El problema de España se llama Sánchez”, soltó el propio aludido desde la tribuna, quejoso ante tanta crítica. Y ahora, encima, también tendrá que enfrentarse a Alberto Núñez Feijóo en el Senado.

Todos los titulares apuntan al desgaste político de Sánchez, a la división de su gabinete y a su agónica soledad parlamentaria. Cada vez que entra en el hemiciclo es un sufrimiento. Le ataca la oposición y también sus socios de gobierno. Y cuando atraviesa los pasillos de la Cámara la pregunta más recurrente de los periodistas es si la legislatura está agotada, lo que obliga a su entorno a enfatizar que nada de urnas hasta diciembre de 2023.

Pero eso no le exime para seguir retrasando la fecha del gran debate. Aunque el reglamento del Congreso no obliga a convocarlo ni tampoco está regulado en la Constitución, es tradición que se celebre anualmente desde época de Felipe González.

“Recuperaremos esta buena praxis parlamentaria de celebrar los debates sobre el estado de la nación en este periodo de sesiones”, dijo el 18 de abril en una entrevista en la que le apretó Susanna Griso en Antena3. Sin embargo, al citado periodo de sesiones le quedan dos telediarios y Moncloa sigue sin formalizar nada más allá de sugerir que podría retrasarse a julio, mes de enorme tensión informativa.

En caso de celebrarse, que ya veremos, la otra incógnita es si Sánchez facilitará un cara a cara con Feijóo. En el Congreso parece inviable, según los expertos, que recuerdan el caso de Hernández Mancha, que no lo logró. Quedaría la opción de trasladar el pleno al Senado, sugerida públicamente por Feijóo, aunque en el PP tampoco lo ven muy factible.

A las puertas de junio, lo único cierto es que seguimos sin fecha y con Sánchez, eso sí, utilizando contra el PP los mismos argumentos que hace siete años, cuando confrontó con Rajoy en el último debate sobre el estado de la nación: la corrupción. Pero entonces él era el líder de la oposición y, ahora, quien debe rendir cuentas por mucho que le moleste. Señor presidente, rectifique esta anormalidad parlamentaria y convoque ya el pleno.