Vuelta a mi normalidad

Vuelta a mi normalidad

"No esperen de mí ajustes de cuentas o críticas fruto de los acontecimientos vividos. Abro una nueva etapa".

Montesinos y CasadoEuropa Press News via Getty Images

El miércoles dos de marzo, una vez celebrada la Junta Directiva Nacional del PP consecuencia de la grave crisis interna vivida, envié un mensaje al grupo de difusión que entonces tenía con periodistas para informarles de mi decisión de abandonar la vida política tras el congreso extraordinario, en el que Pablo Casado dejó de ser presidente. Así lo acordé con el propio Casado, unos días antes, todavía en plena vorágine.

Una de las primeras respuestas que recibí a ese texto fue de Antonio Ruiz Valdivia. “¿Te vienes al Huffington?”. Al instante, le mandé unos emoticonos de dos muñecos sonriendo. Para situarles, hasta entonces, El Huffington Post para mí era sinónimo de quebradero de cabeza el noventa por ciento de las veces. Y, de hecho, alguna discusión tuve con Antonio al respecto, al que conocí bastantes años antes en una merecida cena en Barcelona, con otros compañeros y amigos de profesión como Patricia de Arce, Javier Casqueiro y Daniel Basteiro, después de cubrir una campaña electoral autonómica.

“Es en serio”, me insistió. Y ahí quedó todo. Estaba deseando pasar unos días en Málaga, estar con mi familia y apagar el teléfono. Pero, de vuelta a Madrid, ahí seguía el ofrecimiento.

Empecé haciendo prácticas en la Cadena Cope, salté a Libertad Digital donde estuve más de once años cubriendo la información del PP y, hace poco más de tres años, Casado me dio la oportunidad de representar a mi tierra como cabeza de lista en el Congreso de los Diputados y de formar parte del comité de dirección del PP.

Les pongo en antecedentes porque, a priori, no parece que El Huffington y yo casemos mucho. Pero, con Antonio como anfitrión, de Daniel Ventura y Laura Riestra, los principales responsables del periódico, solo escuché que iba a tener manos libres para escribir de lo que quisiera. Sin interferencias de ningún tipo. Fue en una cafetería cerca del Congreso de los Diputados, y ya me trataron como a uno más.

Creo que Pablo Casado habría sido un gran presidente del Gobierno y que los promotores del cambio en la dirección del partido no hicieron bien las cosas. También nosotros cometimos errores, por supuesto

Vaya por delante que les advertí lo que ahora a través de estas líneas comparto públicamente. No esperen de mí ajustes de cuentas o críticas fruto de los acontecimientos vividos. Abro una nueva etapa. Lo que quise decir sobre mi salida de la política está ya en la hemeroteca: creo que Pablo Casado habría sido un gran presidente del Gobierno y que los promotores del cambio en la dirección del partido no hicieron bien las cosas. También nosotros cometimos errores, por supuesto.

Pero, como dije cuando formalicé mi renuncia al acta de diputado, me quedo con lo bueno, que ha sido mucho. Ha sido un orgullo formar parte del proyecto de Casado y, por el bien de mi país, deseo lo mejor a la nueva dirección del PP con Alberto Núñez Feijóo a la cabeza

  Montesinos, durante una rueda de prensa en la sede del PPEuropa Press News via Getty Images

A pesar del vértigo, vuelvo a mi normalidad. Al mundo del periodismo. Soy plenamente consciente de que hoy no podría volver a una sala de prensa a hacer preguntas. Hace solo unos pocos meses era yo quien respondía a los compañeros periodistas, quien mandaba las fuentes o quien hacía esos denostados argumentarios en calidad de vicesecretario de comunicación. No será como antaño, pero seguiré descolgando el teléfono para llamar a antiguos compañeros y dirigentes de otros partidos y así nutrir estos textos o analizar la actualidad en La Sexta.

De hecho, aspiro a que esta sea la primera y última columna en la que hable de mí para entrar en materia sobre el Consejo General del Poder Judicial o las elecciones en Andalucía. Tampoco voy a engañar a nadie: seguiré escribiendo de política porque es lo que he vivido y de lo que entiendo.

Me quedo con lo bueno, que ha sido mucho

Así se lo conté a mi abuelo Rafael, con 96 añazos ya, y muy pendiente de mi devenir laboral. Justo antes de acudir a la Carrera de San Jerónimo para formalizar mi renuncia como diputado le escribí para decirle que definitivamente abría una nueva etapa. “Yo me alegro mucho por ti pues la política es muy traicionera. ¡Suerte en el futuro!”, me escribió por Whatsapp.

No le falta razón, pero como les decía antes, me quedo con lo bueno. Con los amigos con mayúsculas que he hecho, como María Pelayo, Isa Gil y muchos grandes de la segunda planta de Génova13, donde se encuentra el equipo de comunicación. Con las intensas vivencias políticas al lado del presidente.

No me cabe duda de que me seguiré equivocando, como me ocurría ejerciendo la actividad política y también antes como cronista parlamentario. Pero les aseguro que intentaré, como siempre, ejercer la profesión lo mejor posible. Con rigor. Y por ello agradezco al Huffington la confianza y que me haya dado la oportunidad de volver a hacer lo que más me gusta: escribir.

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Corresponsal político de El HuffPost.