Nadezhdin, la esperanza de los opositores a Putin que no podrá pelear en las elecciones

Nadezhdin, la esperanza de los opositores a Putin que no podrá pelear en las elecciones  

Este veterano de la política, forjado como concejal y asesor, ha aglutinado las ansias de cambio con un mensaje claro: hay que acabar con la invasión de Ucrania. 

Boris Nadezhdin atiende a los medios, el jueves, tras conocer la decisión de la Comisión Electoral.MAXIM SHIPENKOV / EPA / EFE

Se llama Boris Nadezhdin. Su apellido suena a nadezhda, que significa "esperanza" en ruso. Es en lo que se ha convertido este veterano de la política, un señor de 60 años que con sus gafas y chaquetas de cuadros, con sus brazos el alto en cada discurso, ha aglutinado todas las ansias de cambio de los opositores a Vladimir Putin. Su lema de campaña, sencillo y claro: "Putin debe irse". Su principal promesa: que su primera orden en el Kremlin sería poner fin a la invasión de Ucrania. 

Nadezhdin pretendía presentarse como candidato crítico a las elecciones que celebrará Rusia entre el 15 y 17 de marzo, en las que Putin es el claro favorito, con la mayoría de sus opositores en la cárcel, en el exilio o muertos. Sin embargo, la Comisión Electoral Central (CEC) se lo ha impedido por entender que parte de las 100.000 firmas que ha presentado para avalar su candidatura son irregulares. En concreto, dice este organismo que hay 9.000 firmas poco claras, lo que supone tres veces más del límite del 5% del total permitido. En particular, detalla que figuran al menos "11 almas muertas" entre los firmantes.

El líder del Partido Iniciativa Cívica ya ha anunciado que recurrirá la decisión, esperada, al Tribunal Supremo, por lo que se abre ahora un tiempo de espera para ver si su recurso fructifica. Insiste en que recabaron las firmas "de manera abierta y honesta", ya que "todo el mundo vio las colas ante nuestros cuarteles electorales y nuestras oficinas", unas imágenes insólitas, recogidas no sólo en grandes capitales como Moscú o San Petersburgo, sino en el sur y hasta en el círculo polar ártico, que darían a entender que algo se nueve en la sociedad rusa. La CEC le ha avisado de que nunca ha perdido ante el Supremo en los cuatro precedentes de recursos que se han dado.

Mientras, los disidentes esperan a tomar una decisión: o unirse con otro candidato que pueda pasar el filtro o boicotear los comicios, directamente. Por ahora, su lista contaba con los apoyos del más conocido de los críticos con Putin, Alexei Navalni, actualmente en una cárcel de Siberia; el oligarca exiliado Mikhail Khodorkovsky y Yekatarina Duntsova, una exlegisladora regional que parecía ser la principal candidata pacifista antes de que el Kremlin rechazara su solicitud, de nuevo, debido a presuntos errores técnicos en sus papeles. En redes sociales se está moviendo una gran concentración a mediodía, el 17 de marzo, en los colegios electorales, para mostrar su oposición a los inquilinos, parece que perpetuos, del Kremlin.

Lo que queda, si no, es poco. Putin, que se presenta como independiente y no con la formación Rusa Unida, ha presentado 3,5 millones de avales de los 35.000 que necesitaba. Junto a él, hay confirmados por ahora tres candidatos más: el comunista Nikolái Jaritónov; el ultranacionalista Leonid Slutski y el representante de Gente Nueva, el empresario Vladislav Davankov. 

Ninguno tiene posibilidades de hacerle arañazos al presidente y, de hecho, su presencia se entiende como una manera de avalar las elecciones, seriamente puestas en duda en cuanto a legitimidad democrática. Como si hubiera una competición real en un país en el que Putin lo controla todo. A Nadezhdin también se le ha preguntado por esto y responde: "Entiendo que no tenemos elecciones libres en Rusia, desafortunadamente, pero entiendo que no hay otro camino para cambiar las cosas que ir a elecciones". 

De dónde sale el candidato

Nadezhdin ha sido concejal local durante más de 30 años en la ciudad de Dolgoprudny (120.000 habitantes), en las afueras de Moscú. Su campaña a nivel nacional la anunció en noviembre pasado, con su formación de centro-derecha, que fue fundada por un exministro de Desarrollo Económico, el liberal Andrey Nechayev.

Es una de las cosas que no gustan de él, que ha tenido y tiene lazos con gente relacionada con el Kremlin y, por ende, con Putin, teniendo en cuenta que lleva el timón de la Federación desde el año 1999. El candidato rechazado colaboró con como Sergei Kiriyenko, primer ministro ruso en 1998 bajo el mando de Boris Yeltsin y hoy jefe de personal del Kemlin. Fue su asistente entre 1997 y 1998. Lo que pasa es que también trabajó como asesor del viceprimer ministro primero Boris Nemtsov, que acabó siendo un pepito grillo molesto y fue asesinado en 2015. O sea, ha estado cerca del poder actual, pero con personas que se han ido o han acabado mal. 

También fue diputado de la Duma estatal rusa de 1999 a 2003 e intentó varias veces presentarse como candidato a gobernador de la región de Moscú, pero sin éxito. Desde septiembre de 2019 es diputado en el distrito de la ciudad de Dolgoprudny, la suya. 

Nacido en 1963 en Uzbekistán, cuando formaba parte de la URSS, es hijo de un físico ortodoxo y una profesora de música judía que, aparte de entrar en política, ha mantenido un importante perfil académico. En 1999 fundó el departamento de Derecho del Instituto de Física y Tecnología de Moscú y lo dirigió hasta 2016. Es doctor en Ciencias Físicas y Matemáticas, además de licenciado en Derecho. En las redes sociales le gusta salir tocando la guitarra. 

Nadezhdin no es nuevo en criticar a Putin, lo que ocurre es que ahora enarbola una bandera muy sensible, como la de la guerra de Ucrania, y llama más la atención. Además, por la persecución de los demás opositores, se ha quedado solo. "El candidato de la paz", lo han bautizado. Ya en marzo de 2020 se opuso a la aprobación de las enmiendas a la Constitución que permitieron la reelección de Putin para un quinto mandato, pero ha sido en estos últimos meses cuando se ha lanzado a denunciar el "error fatal" que, a su juicio, supone la invasión del país vecino. "Mi trabajo consistirá en restaurar las instituciones", promete.

Boris Nadezhdin, con las cajas de las firmas cosechadas en toda la Federación Rusa.Anadolu via Getty Images

Hubo un tiempo, en 2014, en que su opinión era distinta. Apoyaba por ejemplo la anexión ilegal de Crimea, territorio soberano ucraniano, porque decía que era lo que querían sus propios ciudadanos. Nunca ha dicho nada sobre devolver a Kiev el territorio ya invadido. Pero la "operación militar especial", como la llama Putin, le parece demasiado y ha llegado a destruir la estabilidad del país. "Rusia es el país más grande del mundo. No necesitamos más territorio", defiende, apostando por la mesa de negociaciones con Volodimir Zelenski como mejor vía para calmar las cosas. 

Reconoce que no tiene ni carisma ni aires de héroe, pero que su objetivo es "cambiar Rusia", como le dijo a la BBC, porque ha tomado el mal camino. Desde el principio ha sabido que tiene la elección prácticamente imposible, pero ha seguido remando y los sondeos de medios independientes le daban esta semana un 10% de intención de voto aunque actualmente Iniciativa Cívica no tiene diputados en el parlamento. Las firmas necesarias para presentar su lista las logró en apenas dos semanas. Pese a ello, las encuestas siguen dando a Putin un 80% de los votos y sólo el candidato comunista sacaría otro 10%. 

Ha conquistado a cierto electorado muy cansado, como las mujeres, madres y hermanas de esos 300.000 reservistas movilizados a la fuerza en septiembre de 2022 para ir a guerrear a Ucrania que no han vuelto a cas y de los que, en muchos casos, nada se sabe. Su primera medida si llega al Kremlin, garantiza, sería acabar con la guerra y la segunda, restablecer unas relaciones "normales" entre Moscú y Occidente. También lleva en su programa el fin de la movilización obligatoria y es crítico con la persecución del régimen de la comunidad LGTBI, en la diana de Putin. Denuncia que es un líder "autoritario", pero no "totalitario".  

"Cada vez más gente comprende que Putin está arrastrando a Rusia por la senda del militarismo, el autoritarismo y el aislamiento", denuncia. Lo ha hecho en sus mítines y, también, en las cadenas de televisión estatales, lo que lo convierte en una rareza aún mayor que descoloca a algunos. ¿Por qué se le permite semejante altavoz si va a criticar al Gobierno, en un país en el que protestar con un folio en blanco puede llevar al calabozo? Él dice que intenta expresar "ideas sensatas y justas en un ambiente de locura general" y que no critica personalmente a Putin, sino sus políticas y decisiones. "No sé por qué no me arrestan", ha reconocido a la CNN.

En las altas esferas del poder parecen estar tranquilos respecto a su candidatura, fallida ahora y nadie sabe si al final exitosa. "No lo vemos como un rival", dijo Dmitry Peskov, el portavoz del Kremlin, cuando le preguntaron acerca de Nadezhdin a principios de este enero. 

Pantalla o pelea

Nadezhdin se revuelve insistiendo en que no está dando una falta legitimidad a Putin, pese a que se señala que, si fuera un verdadero opositor, estaría como poco arrestado. Su caso esperanzaba justo porque había superado las trabas iniciales, pero se ha topado con el Comité Electoral al fin, bloqueando el camino. "Los gobiernos autoritarios no celebran elecciones para dar a la gente una elección libre y justa. Lo hacen como un espectáculo coreografiado para que la nación y el mundo demuestren que el líder es querido", denuncia Human Right Watch sobre los comicios rusos. "Los preparativos esenciales incluyen censurar a los medios de comunicación durante años, así como encarcelar a algunos líderes de la oposición e impedir que otros posibles candidatos se presenten", ahonda.

La fachada de democracia es un clásico y durante semanas el candidato díscolo ha podido expresar su ira y frustración de una manera que no amenazaría al Gobierno de Putin. Hasta que ha cobrado cuerpo y se ha frenado. En los últimos años, figuras auténticas de la oposición popular, la no sistémica que no aparece en los medios estatales, como Alexei Navalni e Ilya Yashin, han sido condenadas a largas penas de cárcel. Otros como Nemtsov, para quien Nadezhdin alguna vez trabajó, han sido asesinados.

Curiosamente, tres días después de que se anunciara la fecha de las elecciones, Navalni desapareció de su prisión y estuvo tres semanas en un lugar desconocido hasta para sus abogados y familias, hasta aparecer en Siberia. Igor Girkin, un excomandante crítico con el Kremlin, quería presentarse a las elecciones pero el mismo día del anuncio de comicios se le extendió la prisión preventiva en que estaba y, en un suspiro, fue condenado a cuatro años por extremismo. 

Putin puede presentarse de nuevo gracias a una reforma legal de 2020 que he posibilita pelear por y estar en el poder hasta 2036, en legislaturas de seis años como la que ahora debe comenzar. Nadezhdin insiste en que cuenta con el apoyo de "decenas de millones de personas". "Estoy absolutamente seguro de que Putin no gobernará Rusia seis años más, porque cada vez más gente comprende que está arrastrando a Rusia por la senda del militarismo, el autoritarismo y el aislamiento", afirma convencido. Lo vencerá él o será otro, pero será.

De momento, pelea en el Supremo por su candidatura y amenaza con protestas si tampoco se acepta su petición. Pero él mismo descarta una revolución tipo Maidán (Ucrania, 2014), sabedor de que la sociedad rusa no está en ese punto. Está por ver qué consecuencias tiene su bloqueo definitivo.