La razón del cariñoso recibimiento del perro al dueño y el 'olor del tiempo'

La razón del cariñoso recibimiento del perro al dueño y el 'olor del tiempo'

Una cuestión de olfato.

Un perro espera en la puerta de casa a que lo saquen a pasear.damedeeso

Los amantes de los perros lo saben y lo viven cada vez que vuelven a sus casas. Abren la puerta y allí les espera su mascota. No hay recibimiento más dulce, con saltos y colas al aire moviéndose con alegría. Sin embargo, ¿sabrán estos dueños cómo se las arreglan los perros para saber, incluso antes de que pongas un pie en la puerta, cuándo vas a volver a casa? La respuesta, según los últimos estudios, podría estar en 'el olor del tiempo'. 

Lo que explica este concepto es la hipótesis de que los perros, capaces de recordar el olor de sus amos, serían capaces de calcular el momento en el que sus dueños vuelven a casa. La teoría es sencilla: la intensidad del olor de sus dueños disminuye gradualmente a lo largo de un día y cuando alcanza un determinado nivel, unas nueve horas, intuyen que es el instante de trasladarse a la puerta de entrada para recibir a su propietario.

"Los olores se debilitan con el tiempo. Si, por ejemplo, preparamos café por la mañana, podemos olerlo claramente, pero a medida que pasa el tiempo, ese aroma se desvanece. Del mismo modo, los perros podrían ser capaces de detectar cuándo volveremos a casa gracias a la intensidad del olor que normalmente se asocia con nuestra llegada", explica la Alexandra Horowitz, experta en comportamiento canino y profesora en Barnard College, Estados Unidos, que recoge el diario 20 minutos

La teoría del 'olor del tiempo' se explica también en un episodio de la serie Inside the Animal Mind, de la BBC. En él, un perro llamado Jazz parecía anticipar la llegada de su dueño, Johnny. Todos los días, alrededor de las 16:40 horas, esperaba el regreso, aunque no se hiciese realidad, cada día, hasta 20 minutos después. Sin embargo, cuando la pareja de Johnny dejó una de sus camisetas, sudada, en la sala de estar a mitad del día, Jazz ya no pudo predecir la hora de llegada. El olor de su dueño volvía a estar presente en casa, lo que parecía interferir con la habilidad del perro para calcular el momento de su regreso.