Esta fruta con pinta de verdura es un tesoro para las células y un escudo contra el cáncer

No sólo se trata de alimentos ricos, que abundan en nuestro país y que son un elemento fundamental en numerosas recetas de nuestra estupenda dieta mediterránea, sino que además tienen propiedades directas para reducir el riesgo de enfermedades crónicas, como el cáncer.

Se trata de los tomates, que, desde el punto de vista botánico, están considerados claramente como frutas y no como verduras, aunque algunos puedan tener la duda. La razón es que los frutos comestibles de ciertas plantas cultivadas se consideran frutas, mientas que y las hortalizas, especialmente las de hojas verdes, se clasifican como verduras.

Y una de las claves de este gran alimento es su contenido en licopeno, que protege nuestras células. Aportan, además, mucha vitamina C y la variedad de formas en las que se pueden tomar y cocinar hace de ellos un alimento imprescindible en toda dieta saludable. Sólo tienen el inconveniente de ser poco recomendables de las personas que sufren de acidez, como les ocurre con los cítricos. Por lo que los nutricionistas aconsejan, en esos casos, tomarlos con moderación y cocinados para disminuir precisamente su acidez.

Sin embargo, estos expertos recomiendan, en general, consumir los tomates al natural, cuando están bien maduros, en ensaladas, untados en un buen pan con tomate o cocinados muy poco para que no se reduzcan los beneficios del licopeno que contienen, y así ayudar a que nuestro organismo aproveche mejor sus beneficios.

Investigadores italianos y estadounidenses hallaron que el extracto del tomate entero (consumido al natural) podría tener potencial para prevenir e incluso tratar el cáncer de estómago.

En diversos estudios científicos se ha detectado esta función de bloqueo de las células cancerosas del estómago debido al consumo de tomates de determinadas variedades. Algunas de las que mencionan estas investigaciones son las denominadas San Marzano y Corbarino. Aunque también se ha relacionada con la prevención de los cánceres de riñón y páncreas.

Una última función tiene precisamente que ver con su alto contenido en fibra, como es el favorecer el tránsito intestinal. Esto está relacionado, además, con la prevención de enfermedades que afectan a los órganos gastrointestinales, como el estreñimiento crónico.