Para eso hace falta Vox

Para eso hace falta Vox

¿Ni siquiera en esto puedes votar con el resto de la cámara? ¿Ni siquiera en el cambio del término “disminuido” por “persona con discapacidad” en el articulado de la Constitución?

Santiago Abascal en el Senado.Europa Press via Getty Images

¿De verdad, Vox? ¿Ni siquiera en esto puedes votar con el resto de la cámara? ¿Ni siquiera en el cambio del término “disminuido” por “persona con discapacidad” en el articulado de la Constitución? Vivimos en medio del mayor enconamiento político de las últimas décadas. Los crispacionómetros tienen todas las agujas en la zona roja, y las previsiones de los expertos dejan las consecuencias del cambio climático a la altura de un juego de niños en comparación con la que vamos camino de liar. De pronto aparece en el horizonte unos segundos de calma, medio minuto de tranquilidad. Un poco de tiempo muerto para respirar abdominalmente un par de veces. ¿Y ni siquiera entonces puedes votar con todos? Dicho de forma más clara: ¿no puedes votar a favor ni siquiera cuando estás a favor?

Porque estás a favor. Yo no tengo dudas. La absoluta antipatía que siento por tus posturas políticas no me hace creer que seas un orco salido de Mordor, y que hayas recibido la propuesta del cambio de términos con aspavientos indignados. “¿Cómo que van a dejar de llamar ‘disminuidos’ a los tarados y tullidos? Es intolerable. ¿Qué pretenden, negar que están por debajo de nosotros? ¿Qué va a ser lo siguiente, que los deficientes pretendan ser ciudadanos?”. No, no me lo creo. Estoy completamente seguro de que si tú tuvieras que redactar una Constitución para España en este momento —virgencita…— no usarías el término “disminuido” sino “discapacitado”. Entonces… ¿qué otro motivo hay para negarse aparte de las ganas de envenenarlo todo —más aún, quiero decir—?

Los clásicos debatían con acaloramiento si a partir de premisas falsas se pueden obtener conclusiones verdaderas. Tus procesos de razonamiento lógico se me escapan, pero tampoco me quita el sueño reproducirlos, porque no creo que haya una sucesión de premisas y conclusiones que comiencen con “si los discapacitados se siguen llamando ‘disminuidos’” y terminen con “España sale beneficiada con esto y con esto otro”. Tampoco creo que sea una medida que os aporte voto nuevo —“ummm, no sabía si votar al PP o a Vox, pero con esto de los disminuidos se han ganado mi voto”—. Más bien parece un truco de mal guionista, uno de esos recursos fáciles con los que los escritores de novelas baratas dibujan con brocha gorda a sus personajes.

El cambio del término “disminuido” por el sintagma “persona con discapacidad” responde a una justicia elemental, y contribuye de forma significativa a entender de forma más adecuada cuál es la condición en la que se encuentran alrededor de un seis por ciento de la población. Pero además en este caso, de carambola, la medida venía a facilitar una mínima tregua, venía a bajar la fiebre dos décimas. No soy ingenuo y no creo que esto hubiera cambiado nada significativo en la España gobernada por el peor presidente de la democracia. Pero saber que lo que hizo que no lo apoyases fue justamente que la medida era —millonésimamente— buena para España rompe todos esquemas imaginables. ¿Perjudicar a España para beneficio personal? Lo vemos a diario. ¿Perjudicarla sólo por perjudicarla? Para eso hace falta Vox.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.