El sprint del independentismo catalán por el 12-M: un "y yo más" entre promesas y urgencias electorales

El sprint del independentismo catalán por el 12-M: un "y yo más" entre promesas y urgencias electorales

La presencia de Puigdemont como candidato cambia el panorama. ERC fuerza la máquina con una propuesta de referéndum 'amparado' en la Constitución Española... mientras las encuestas sitúan en minoría al movimiento independentista.

Carles Puigdemont gesticula durante su discurso de presentación a las elecciones
Carles Puigdemont gesticula durante su discurso de presentación a las eleccionesEuropa Press via Getty Images

Más rápido, más alto, más fuerte... y también más independentista. El conocido leit motiv olímpico tiene una 'versión' particular en las cercanas elecciones catalanas. Porque a la carrera por el oro en los Juegos le antecede otra que está sacudiendo la política nacional, la que está disputando el independentismo en un sprint de menos de dos meses por ver quién resulta vencedor tras las urnas.

Desde que Pere Aragonès se quedase sin presupuestos y optara por adelantar un año los comicios regionales, ERC, Junts, la CUP y otras formaciones se han entregado al singular duelo de ver quién es verdaderamente más independentista, sin espacio para grandes alianzas. Todo, en un contexto en el que las encuestas dibujan una victoria del PSC de Salvador Illa y un previsible dominio de fuerzas constitucionalistas no soberanistas en el nuevo Parlament, frente a un bloque que podría sumar un nuevo miembro si irrumpe la ultraderecha independentista de Silvia Orriols.

Referéndum como arma preelectoral

Si el anuncio de comicios lo precipitó todo, otro anuncio, el de la candidatura de Carles Puigdemont, cambió el cariz de la inminente campaña. Tocaba movimiento por la otra parte. Este martes, la batalla por llamar al votante indepe desencantado ha ido más allá cuando el actual presidente catalán ha planteado abiertamente un referéndum de independencia "amparado" en el artículo 92 de la Constitución Española y apoyado en un informe del Institut d'Estudis d'Autogovern.

Esto dice el citado artículo 92: Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos. El referéndum será convocado por el Rey, mediante propuesta del Presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los Diputados. Una ley orgánica regulará las condiciones y el procedimiento de las distintas modalidades de referéndum previstas en esta Constitución.

Aragonès, incluso, ha presentado la potencial pregunta que tendría esta consulta popular: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente? Una pregunta con una respuesta binaria, sí o no, sin necesidad de alcanzar un quorum para darle validez. Un verdadero brindis al sol que cobra relevancia por surgir en precampaña y que ERC ha llevado horas después al Senado. Moncloa no ha dudado en valorar el "electoralismo" de todo ello.

No es la única propuesta reciente de Aragonès, que hace escasas fechas lanzaba otra para una "financiación singular" de Cataluña basada en la recaudación del 100% de los impuestos que se pagan en el territorio. La misma que ha servido para arrojarse mutuamente entre republicanos y post-convergentes, en paralelo a la reaparición de Puigdemont.

El 'factor Puigdemont'

Porque en su 'mesiánica' presentación de candidatura, —tuvo hasta telonero— el expresidente se ofreció a encabezar una lista unitaria independentista y a mirar más allá de Junts bajo un "liderazgo fuerte". Obviamente, el suyo. El rechazo de ERC fue inmediato, hasta calificarlo como "repetir errores del pasado", y la negativa de la CUP no fue menos evidente. 

Sabedor del poco éxito de su llamamiento, el líder de facto de Junts subió el tono días más tarde, mientras presentaba una coalición con siete fuerzas menores. En su discurso, el expresident y actual eurodiputado apuntaba a ERC en una mención tan indirecta como evidente. "Un país no avanza con un gobierno que sale rendido de casa, porque no tiene ideas ni proyecto o para no incomodar más de la cuenta al PSOE", exponía desde el sur de Francia, zona que se antoja fundamental en su campaña a distancia, al no estar en vigor la amnistía que blindaría su retorno a España.

Aragonès y Puigdemont, junt(o)s en una imagen de archivo. Bruselas, 2021
Aragonès y Puigdemont, junt(o)s en una imagen de archivo. Bruselas, 2021AFP via Getty Images

En los sonados actos que ya ha celebrado el candidato ha dejado claro su "compromiso personal" para "terminar el trabajo" hacia la independencia catalana, algo que espera lograr tras "restituir la Presidencia injustamente arrebatada" por el artículo 155. Un vocabulario cuidado que evita términos como ganar o lograr, incluso recuperar, y que pretende movilizar a través de la confrontación con el Estado con "verdadera ambición nacional". La misma que, aseguraba entonces, ha permitido lograr medidas como esa amnistía que llegó a rechazar Junts en una primera votación en el Congreso para hacerla más amplia.

En el aire, una incógnita inmensa que no pocos se plantean abiertamente por el efecto que podría generar. ¿Volverá Puigdemont a España antes de la aplicación de dicha amnistía? El foco, nacional e internacional, está puesto sobre él y lo que pudiera pasar si pone un pie en España.

Lejos de ese foco mediático, pero con una presencia relevante en el Parlamento aparece la tercera pieza en discordia, la Candidatura d'Unitat Popular (CUP), que mantiene un mensaje antisistema y contrario a la "sumisión al Estado" que reprocha a las fuerzas dominantes en Cataluña. 

La candidata para el 12-M, Laia Estrada, coincide en parte con el lenguaje de Puigdemont y ha llegado a decir que en la legislatura que ya acaba el Parlament se ha convertido en una institución "subsidiaria de la política española", razón por la que creen que "se ha abandonado cualquier agenda social propia y de país y se ha acabado aparcando la independencia".

Por ello, y aunque admite que el adelanto electoral "no llega en el mejor momento" para los cupaires entre debates internos, busca convertir la convocatoria en una suerte de plebiscito nacional hacia un "nuevo rumbo" de la política. De momento, los sondeos antojan unos datos similares o algo peores que los cosechados hace tres años.

Un nuevo 'ingrediente' para agitar el cóctel

En el grupo por la independencia se suma una nueva fuerza que podría entrar al Parlament y que ya se está haciendo notar. Aliança Catalana, encabezada por la alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, aúna la ideología separatista y ultraderechista en una candidatura bajo el lema Salvemos Cataluña. Los sondeos llegan a otorgarles 1 o 2 escaños. 

Su toma de posesión como regidora municipal ya anticipa lo que podría marcar en la Cámara regional. Tras los comicios del pasado 28 de mayo, prometió su cargo "por imperativo legal", a lo que añadió un largo parlamento propio. "... Y juro por las Constituciones catalanas que regían el país el 11 de septiembre de 1714, legales, vigentes e inderogables, que lucharé por restituir y garantizar los derechos y libertades de mi pueblo". 

Un sentimiento al que suma su rechazo a la comunidad musulmana, porque "donde los musulmanes son mayoría, se acaba la civilización y empieza la barbarie", afirmó en una entrevista en El País, donde dejaba otros titulares en materia de acción contra la inmigración.

Junto a ella camina el historiador Jordi Aragonès. Sí, de la misma rama que el presidente; tanto es así que son primos, pero en su caso, bien alejados. Jordi es muy crítico con el establishment independentista, al que ataca porque "sus hechos demuestran que no son independentistas. Llevan 10 años sin cumplir lo que dicen", entre acusaciones de "traición" a sus votantes.

Cuatro fuerzas independentistas —tres presentes y una incógnita— para dar la vuelta a un escenario que, si se cumplen las encuestas, supondría un vuelco histórico en Cataluña. 

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Nací en un precioso pueblo de Jaén llamado Sabiote. En cuanto a mi carrera profesional, soy licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Inicié mi camino periodístico en el portal Mundotoro.com, de donde di el salto tras ocho años y algunos proyectos paralelos a El HuffPost, la que es mi casa desde 2019.

 


 

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