Elizabeth Duval, sobre Pablo Iglesias: "Hay que saber legar y delegar para no convertirse en un jarrón chino"

Elizabeth Duval, sobre Pablo Iglesias: "Hay que saber legar y delegar para no convertirse en un jarrón chino"

La filósofa y analista política teoriza en "Melancolía, metamorfosis de una ilusión política" sobre la desmovilización de la izquierda y la falta de esperanza.

¿Qué le ocurre a la izquierda española? En tiempos de división y diferencias, la melancolía y la nostalgia parecen haberse apoderado de una generación agotada y desencantada. En esta suerte de encrucijada, la filósofa y analista política Elizabeth Duval, de sólo 22 años, intenta explicar este fenómeno actual a través de "Melancolía, metamorfosis de una ilusión política" (Temas de Hoy), un libro que la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, 'amadrinó' el pasado jueves en Madrid tras su lanzamiento. 

En el ensayo, la colaboradora de programas como Al rojo vivo (LaSexta) no duda en criticar la superioridad moral que exhibe la izquierda o la reinterpretación de nociones como la familia o la patria. Un libro que, lejos de refrendar postulados, lo que busca es poner frente al espejo a la izquierda actual para que se reencuentre a sí misma tras la explosión de sueños e ilusiones allá por 2014. 

Durante su entrevista con El HuffPost, Duval hace un diagnóstico de la actualidad política y esa desmovilización de electorado de izquierdas ante la imposibilidad de imaginar un futuro mejor. ¿Es Podemos culpable de esa desazón? ¿Se puede erigir Yolanda Díaz como la nueva esperanza de la izquierda? La joven habla de forma libre y sin ataduras, algo que le ha valido recientemente la dura interpelación de Pablo Iglesias en Twitter. "Señora, hágame el favor de soltarme el brazo y deje de hacer creer que se puede defender un proyecto político decente desde la tertulia de Ferreras (...) Si no le molesta, no se acerque más a nosotros", le dijo Iglesias cuando Duval apelaba a un entendimiento entre Díaz y Podemos por el bien común de la izquierda. "No me ha pedido perdón", admite la autora cuando le preguntamos por el exlíder de Podemos, a quien ella ve como "un jarrón chino" que no permite "florecer" a nuevos dirigentes. 

  Elizabeth Duval, durante la entrevistaPATRICIA DONOHOE

- En el texto promocional que acompaña al libro se te presenta como un "referente generacional". ¿Tú te ves así? ¿No es un gran peso para una filósofa de sólo 22 años?

- Me escama mucho las definiciones de las cosas que tienen que ver con lo generacional, porque tienden a tapar otras cosas. Yo no me he nombrado 'referente generacional' y quienes me nombren se responsabilizarán sobre si lo soy o no. Yo no utilizaría esa etiqueta para definirme a mí misma con 22 años porque me parecería un poco ególatra. 

- En tu libro relacionas a la izquierda de forma frecuente con la melancolía y la nostalgia, pero también con la infelicidad. ¿Estamos ante una generación de jóvenes de izquierda agotados y desencantados?

- Fíjate que creo que los más melancólicos y nostálgicos, o los más cenizos, no son los más jóvenes. Hay cierta apatía generalizada entre la juventud, pero hay mucha parte de batallitas o nostalgia por la izquierda de otros tiempos que pertenece a generaciones más mayores. Cuando hay un clima emocional como la melancolía no afecta sólo a la gente más joven. O somos más melancólicos todos o no somos ninguno. 

- He interpretado a partir de su ensayo que Podemos ha llevado a muchas personas a ese ánimo melancólico. Apelando a tu labor de analista política, ¿consideras a Podemos como un plan político fracasado y si es así por qué? 

 - Es difícil determinar si un proyecto político es fracasado porque no hay ninguno capaz de satisfacer las expectativas o las esperanzas que ha ido generando. En el caso de Podemos eso ha ocurrido también, desde luego. Hay que reconocerle una gran cantidad de logros, pero también hay que medir la distancia que hay entre la realidad y el deseo. O entre lo que se materializa y lo que se promete. Si se promete la conquista de los cielos, pero sólo se conquistan de forma relativa, hay un sentimiento de decepción que no quita mérito a los logros que sí se han conseguido.

- Vargas Llosa se preguntaba cuándo se jodió el Perú. ¿En qué momento 'se jodió' lo de Podemos?

- Es relativamente fácil hacer la crítica sin haber pertenecido nunca a Podemos. No hay un momento concreto en el que todo se vaya al traste, sino que hay errores y decisiones que se van encadenando y que han llevado a la frustración o al repliegue. Para mí, a nivel de errores estratégicos, creo que ha habido muchos en Podemos desde hace varios años. Al menos, desde 2017.

  Elizabeth Duval, durante la entrevistaPATRICIA DONOHOE

- Hay dos cosas que me llaman poderosamente la atención tras leer su libro. La primera es la cierta reivindicación que usted hace de la patria. No es habitual entre los pensadores de izquierdas. ¿Debe la izquierda deshacerse del mantra de la anti-España?

 - Como se nos ha colocado del lado de la anti-España, nos creemos que tiene que ser así. Y es un error hacer a los otros dueños de la noción de patria. Pero cuando desde la izquierda se ha reivindicado alguna vez la noción de patria, parece que se ha hecho sólo para sacar rédito electoral. La patria es la que es y la vinculación con esa patria también, más allá de intereses electorales. La patria no se puede medir por la cantidad de banderas que saques. 

- La otra gran curiosidad es la crítica que usted hace a la denominada "superioridad moral" de la izquierda, otro lastre del que desprenderse. Y que la izquierda no puede convertirse en "un portavoz de la castración". Es como si sólo se pudiera ser de izquierdas de una manera única. ¿No cree usted que este reduccionismo ideológico lo que provoca es la exclusión de una parte de la sociedad? ¿Se ha convertido la izquierda en un ghetto?

 - Además de la superioridad moral, está también la superioridad racional de la izquierda. Esto es, que sus ideas o lo que teoriza es superior a lo que pueda plantear el adversario. Como si los de izquierdas no estuviéramos movidos por pasiones irracionales o deseos, y el adversario sí. Al menos en la superioridad moral hay un terreno donde se puede discutir. Pero cuando uno se cree poseedor de la verdad, ese terreno de discusión desaparece. Y si nos cerramos al debate - que tiene que ver con esa ausencia de pluralismo en la izquierda o ese reparto de carnés que a veces ocurre - podemos crear un espacio más asfixiante donde se tolera menos al disidente.

¿Usted se podría llegar a considerar una disidente de la izquierda?

(Piensa) No lo sé. Teniendo en cuenta la cantidad de veces que me han llamado posmo-queer o TERF tras publicar 'Después de los trans', igual sí. 

- Dice en el libro que nos negamos habitualmente a buscar "los trocitos de verdad y razón" que pueda tener el adversario en sus argumentos y que sentarnos a discutir ya se identifica como un signo de complicidad. ¿Usted se sentaría a dialogar con un político o un simpatizante de Vox? ¿Es posible ese diálogo entre posturas tan enfrentadas?

 - En la Comunidad de Madrid, Ayuso ha asumido postulados muy cercanos a Vox. Y, sin embargo, cuenta con un 40% de los votos. Me niego a pensar que ese 40% de personas sean fascistas o personas que no creen en la democracia. Igual que no creo que todos los simpatizantes de Vox sean fascistas a los que no se les puede abrir los ojos. Claro que hay ciertas fronteras o ciertos límites, pero en un principio sigo creyendo en la virtud de la discusión pública. Y si realmente consideramos que tenemos razón, no deberíamos tener miedo a defender nuestros planteamientos.

  Elizabeth Duval, durante la entrevistaPATRICIA DONOHOE

- ¿Entonces usted no tendría reparos en tomarse una caña con Abascal, por ejemplo?

- No sé si Abascal sería mi interlocutor preferido. No lo veo un gran teórico. 

- Supongo que se sentiría más cómoda tomando algo con Yolanda Díaz, que ha 'amadrinado' la presentación de su libro. ¿Cómo ve su candidatura para las generales?

- Cuando se ha dicho que Yolanda es la mejor dirigente posible para el momento político que tenemos, estoy de acuerdo. Es una fortuna que tengamos una figura que logre representar cuestiones como la ilusión, la esperanza u otros modos de hacer. Nunca he escondido afinidad con Yolanda, a la que también tengo aprecio en lo personal. 

- ¿Qué opinión tiene usted sobre la candidatura de Díaz y sus diferencias con Podemos?

 - Las comprendo y sé explicarlas, pero otra cosa es que esa fricción tenga sentido o que los actores están actuando racionalmente, algo que no creo.

- ¿Qué papel cree que juega Pablo Iglesias en esa discrepancia y cuál deberían adoptar Ione Belarra e Irene Montero?

- Me gustaría que Ione Belarra adoptara un mayor papel y que la línea política de Podemos no fuera marcada en 'El Ágora' de Hora 25 (SER) o en el Canal Red de Iglesias. Hay que saber legar y delegar. No convertirse en un jarrón chino y dejar que florezcan nuevos dirigentes. A Pablo Iglesias le cuesta ceder el bastón de mando. Y para una figura política tan importante y que ha marcado tanto, a mí me parece una pena. Buena parte de la tendencia actual hacia la bunkerización de Podemos se explica por Pablo Iglesias y por comentarios como el que me dirigió a mí. 

- ¿Se lo ha perdonado?

- Tampoco es que él me haya pedido perdón o se haya puesto en contacto conmigo.

- ¿Y alguien de la esfera de Podemos?

- Informalmente, sí. Y luego hay gente de Podemos con la que me llevo muy bien.

- ¿Cree que acabará produciéndose esa confluencia entre Sumar y Podemos para las generales?

- Yo no utilizaría la palabra 'confluencia', pero sí me parece que es necesario que haya un entendimiento. Va a suceder por necesidad. Si no, sería una actitud kamikaze. Especialmente, por parte de Podemos. 

Fotografías y vídeo de Patricia Donohoe

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Licenciado en periodismo por la Universidad Carlos III. Actualmente, es redactor de política en El Huffington Post, tras nueve años como coordinador en ABC, cuatro como director digital en el grupo COPE y seis meses en Mediaset. Puedes contactar con él en javier.escartin@huffpost.es