Claves de la semana: Mariano contra Mariano
Esa lucha entre el presidente y el candidato es lo que le ha llevado a Mariano Rajoy a desprenderse del plasma, orillar el discurso de la recuperación económica y romper su propio molde al comparecer públicamente dos veces en la misma semana, admitir preguntas de los periodistas y conceder dos entrevistas...
De nuevo, un país bipolar, una representación entre aquellos que confían el futuro al progreso y a la fuerza de la voluntad ciudadana, y otros que lo dejan al destino de lo existente. Pues allí estaban ambas, juntas y estrechándose las manos, en la escalinata de La Moncloa. Y no porque Mariano Rajoy considere a Pablo Iglesias su adversario, ni porque crea en la fuerza del diálogo entre diferentes, ni porque reconozca la contribución de la formación morada al cambio del panorama político que vive España. Nada de eso. El presidente ha empezado otra partida, que es la del candidato.
Es tan refractario a enmendar el error como Iglesias a las corbatas, pero ha virado, ha sucumbido a la presión mediática para que recibiera al líder de Podemos y ha reconocido esta semana que su principal adversario en estas elecciones es él mismo. Mariano contra Mariano.
Esa lucha entre el presidente y el candidato es lo que le ha llevado a desprenderse del plasma, orillar el discurso de la recuperación económica y romper su propio molde al comparecer públicamente dos veces en la misma semana, admitir preguntas de los periodistas y conceder dos entrevistas...
El regreso de Arriola
Se nota que Arriola ha vuelto y que sin él Moragas no es nada. Y, encima, con la inestimable colaboración del independentismo catalán, el candidato del PP ha encontrado al fin el discurso político de la defensa de la unidad nacional que andaba buscando. Le ha salido un competidor, claro, que es Ciudadanos, cuyo líder es más mediático, más guapo y además le duele tanto como a él esta España nuestra. El caso es que con la declaración soberanista de desconexión, el Rajoy moribundo ha recuperado la iniciativa política.
Si hay que comer con Pedro Sánchez, se come; si hay que estrechar la mano y poner buena cara a Rivera, se estrecha y se pone; si hay que recibir a "coleta morada", se le recibe... Que en este momento tan delicado se trata de transmitir seguridad e imagen de hombre de Estado, y no la soberbia con la que Aznar despreció al resto de líderes políticos el 11-M.
Rajoy se ha apuntado un tanto, y el resto ha sucumbido a la moqueta, aunque fuera una trampa mortal que otorga ventaja al candidato Rajoy y de la que el resto de candidatos ha salido mejor o peor parado.
El teleprompter de Sánchez
El peor, sin duda, Pedro Sánchez, no por acudir a la cita, sino por ocultarla a sus barones -con los que estuvo reunido media hora antes del frugal almuerzo del que disfrutó en el palacio presidencial- y por ser, además, el único de todos los invitados a La Moncloa que no compareció en rueda de prensa tras entrevistarse con el presidente del Gobierno. Él es más de comunicados y teleprompter que de respuestas rápidas. Y eso que esta semana se paseó por el plató de El Intermedio y capeó como pudo los dardos del Wyoming.
Pero entre la desconfianza hacia sus correligionarios y su empeño en presentar su propuesta de reforma constitucional al día siguiente de la declaración de ruptura de los independentistas, vuelve al ojo del huracán socialista, aunque esto no es nuevo. Como acostumbra a decir un veterano de su partido, quien más opinión crea del PSOE es el propio PSOE.
"Aló, Susana"
Que todo fuera eso porque la gran preocupación en Ferraz ya no son las críticas internas, sino más bien las encuestas. La última, la de DYM para El Confidencial, que anuncia el sorpasso de Ciudadanos a los socialistas. Parece que no es la única. A diferencia del PP, que pierde sólo por el partido de Rivera, el drama del PSOE es que se desangra por la izquierda con Podemos y por la derecha con Ciudadanos. De confirmarse la tercera posición del tablero, la noche del 20-D las unidades móviles no conectarán con Ferraz, sino directamente con San Telmo, para presentar un "Aló, Susana".
Un pacto bendecido por Felipe VI
Será ella o será Sánchez, pero es en todo caso al PSOE, junto al PP y Ciudadanos, a quienes Pablo Iglesias percibe bunquerizados y dispuestos a una gran coalición para impulsar un cambio para que nada cambie. Una especie, dicen los ideólogos de Podemos, de segunda edición de los Pactos de La Moncloa bendecidos por Felipe VI y que cambien el "café para todos" por una especie de "cupo para todos". La hoja de ruta, sostienen, está escrita aunque hay una variación con la que Rajoy no contaba: "Que Artur Mas está más desesperado que él" y puede activar la bomba atómica en cualquier momento.
De ahí que tras el photocall en que hemos visto convertida esta semana La Moncloa, la pregunta sea y ahora qué. Porque una vez que Rajoy ha hecho de anfitrión de sus adversarios, transmitido un mensaje de tranquilidad y proclamado que es el momento de "reforzar lo que nos une", si algo ha quedado claro es que el concurso de ideas en que se convirtió el Palacio presidencial esta semana acaba ahí. PP, PSOE, C´s y Podemos tienen respuestas distintas para el problema catalán. La de Rajoy es la ley; la de Sánchez, una reforma constitucional de corte federal, la de Rivera, la recentralización y la de Iglesias, un referéndum legal.
Un 155 que nadie sabe cómo ni cuándo activar
Sobre el tan manoseado 155 de la Constitución, ni hablamos, que ya lo hicieron el presidente y el jefe de la oposición, y el primero admitió ante el segundo que nadie tiene la menor idea de cómo ni en qué momento aplicarlo, por más que durante años se haya hablado machaconamente de la suspensión de la Autonomía, una expresión que no aparece en el controvertido artículo.
¿Declaración institucional en la Diputación Permanente? No hay precedentes de que se haya aprobado alguna en el órgano que sustituye al pleno una vez disueltas las Cortes y, además, habría que consensuar un texto entre demasiados diferentes. Salvo que la Abogacía del Estado recurrirá ante el Constitucional la declaración de independencia en el mismo instante en que la tramite la Mesa del Parlamento, nada tiene decidido el presidente Rajoy. ¿Y el candidato? El candidato, sí: mantener viva hasta las elecciones la llama del soberanismo.
Y mientras, como dejó escrito Machado y recordó Pablo Iglesias, en su dedicatoria a Rajoy en la primera página del Juan de Mairena con el que le obsequió a su primera visita a La Moncloa, "hay una España que muere y otra que bosteza".