Massa-Milei: Argentina busca presidente, entre el caos y el miedo, en una cita de foto finish

Massa-Milei: Argentina busca presidente, entre el caos y el miedo, en una cita de foto finish

Más de 35 millones de ciudadanos deben aclarar en esta segunda vuelta cuál es la menos espantosas de las soluciones para el país. El cansancio ha hecho ganar puntos a la ultraderecha, pero los excesos de ese radicalismo pueden ser su cruz. 

Javier Miley y Sergio Massa, los dos candidatos que quedan vivos en la segunda vuelta de las presidenciales de Argentina.Getty / AP

"En Argentina se preguntan qué será lo menos espantoso para votar". El periodista y escritor Martín Caparrós da en el clavo, como suele. En una entrevista con la Agencia EFE, resume de un plumazo el escenario al que se enfrenta su país en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de este domingo: caos o miedo. Poca esperanza hay en el horizonte y con ese margen deben elegir los 35,8 millones de ciudadanos llamados a las urnas. 

Argentina es una nación extensa y rica que está sumida en una crisis económica y social que amenaza con empeorarse, donde el desencanto ha hecho mella. Quedan los mismos que han llevado al estado a esa miseria, con un nuevo líder que promete mejoras, y la opción mesiánica y populista se ha abierto paso, pescando en el río revuelto de los decepcionados. O Sergio Massa o Javier Milei

El final, a esta hora, es muy abierto, porque las encuestas no dan un claro ganador: de las nueve publicadas en las dos últimas semanas, cinco dan ganador a Miley y cuatro a Massa. Habrá que esperar al recuento definitivo, entre el lunes y el martes, para saber quién ha ganado realmente. De foto finish, si los sondeos no fallan. 

Lo hicieron en la primera vuelta, cuando el 22 de octubre Massa, actual ministro de Economía y peronista, líder de la alianza Unión por la Patria, se impuso al al economista libertario y diputado Milei, del movimiento de extrema derecha La Libertad Avanza (LLA). El responsable de las cuentas patrias desde hace un año y, por tanto, señalado por buena parte de la población como culpable de su casi 140% de inflación, se impuso por sorpresa con un 36,78% de los votos, seguido de su rival anarcocapitalista, que se esperaba vencedor y se conformó con el 29,99% de los sufragios.

Desde entonces, los dos buscan desesperadamente el voto de los que no estuvieron con ellos o se lo están pensando: los indecisos, que pueden inclinar la balanza según la demoscopia, y los votantes de Patricia Bullrich, la candidata conservadora que se quedó fuera de la segunda vuelta y que ha pedido que se apoye a Milei. Importa porque logró un cuarto de los votos, 6,2 millones de papeletas que ahora pueden atesorar la presidencia. Por ahora, no se puede hablar de trasvase total a los de Libertad Avanza, porque el escenario es complejo: hay conservadores que no quieren al histriónico candidato, que abominan de su política económica, mientras otros se alinean con él por ir contra el peronismo -un sentimiento muy extendido en el país; y hay gente de Milei que tampoco quiere nada con Bullrich y los suyos, a los que rechazan como "casta política". Toca esperar. 

Milei, el elefante en la cacharrería

Milei se ha mostrado en campaña eufórico, a ratos triunfal, pese a que la primera vuelta le bajó un poco los humos de inicio. Luego volvió a ser lo de siempre, el elefante en la cacharrería, el inexperto en política que quiere arrasar con todo porque no funciona, pero que para ello presenta un programa demoledor. No es que sea antisistema, es que se come hasta los cimientos de la sociedad, por ejemplo, cuando defiende que la educación o la sanidad no deben ser servicios públicos. 

Escritor, profesor y comentarista de televisión, no preocupa porque no se peine o porque haya clonado a su perro varias veces y hable con él vía medium, sino porque se declara "enemigo del Estado". Quiere llegar a las instituciones para reventarlas desde dentro. "Los argentinos están un poco hartos de la política tradicional y están a la espera de ver si algo cambia con él, Creo que su voto viene más bien del cansancio que de la convicción ideológica", explica el americanista Sebastián Moreno. 

En ese pico de rechazo al pasado, en agosto, Milei ganó las primarias presidenciales y el país tomó conciencia de que podría llegar a la Casa Rosada, el palacio presidencial en Buenos Aires. En estos meses, fue cogiendo fuerza pero, conforme desgranaba su programa, "también ha ido sembrando miedo que genera rechazo en las capas más progresistas y centristas del país", añade. 

Milei ha conseguido mucha atención por sus promesas de transformar de manera radical el Gobierno, por ejemplo, reduciendo "drásticamente" su tamaño a base de eliminar ministerios, reducir la costosa obra pública y acometer privatizaciones como la de los trenes. Sólo ha de haber Estado en Justicia y Seguridad, por lo que quiere rehacer los sistemas educativo y sanitario, pagables. Apuesta por acabar con los subsidios para el gas o la electricidad en una población en la que cuatro de cada diez ciudadanos son pobres y un 8% vive en la indigencia. 

En economía, tiene un plan para eliminar el Banco Central del país y sustituir su moneda por el dólar estadounidense, ante la devaluación brutal del peso local: el tipo de cambio oficial se debilitará a 545 por dólar para fines de este año y luego caerá a 1.193 para fines de 2024, indica un informe del Bank of America. 

Y en lo social, es un batiburrillo de ideas y principios: se opone al aborto legal y a la educación sexual en las escuelas, apoya que los civiles vayan armados y niega el cambio climático, que sólo es "agenda socialista" a sus ojos, pero a la vez defiende la legalización de las drogas y el matrimonio homosexual, aunque se mofa de quien tiene relaciones con personas de su mismo sexo. "Si tú quieres estar con un elefante... Si tienes el consentimiento del elefante, es tu problema y del elefante. No me opongo a que dos personas del mismo sexo se casen (...). Para mí, el matrimonio es un contrato. Puede ser de dos partes, tres partes o 50 si uno quiere". 

"Todo eso ha generado un caldo de cultivo populista que le ha ido bien. Ha hecho del hundimiento de su país su alimento, como pasa en Europa con la ultraderecha. La comparación con el brasileño Jair Bolsonaro -trabajó ayudando a elaborar su programa- o el norteamericano Donald Trump no la elude, se recrea en ella. Sin embargo, tiendo a pensar que, aunque los ciudadanos quieren desesperadamente un  cambio, conforme avanzaba la campaña más se veía que ese conservadurismo radical tiene peligro", insiste Moreno, quien no obstante tiene claro que las posibilidades de que Milei gane "son altísimas", miedos aparte. 

Massa, el resucitado 

Sergio Massa dio la sorpresa en la primera vuelta precisamente por ese temor al extremismo, dice el analista. "Más bien, perdieron sus opositores", indica. "El voto de la derecha se dividió. Es muy fuerte en estos momentos, en respuesta al Gobierno de Alberto Fernández y el oficialismo, con sus problemas de supuesta corrupción o soluciones para los ciudadanos. Se le ha achacado a ese bloque la culpa de la situación de crisis, asociando el fracaso con la izquierda o el progresismo. Sin embargo, la derecha no ha ido unida a este proceso electoral, sino partida entre Milei y Bullrich y eso ha llevado a que Massa, sin esperarlo, haya conseguido ser el primero, pese a que sus datos son los peores que recuerdan los registros para el peronismo", dice el especialista sevillano. En agosto, recuerda, sólo pudo quedar tercero en las primarias. 

A sus espaldas tiene dos décadas de experiencia de poder, gestión e instituciones, lo que puede ser un lastre en estos tiempos de rechazo del pasado reciente y no un valor. Pero por otro lado, le sirve esa trayectoria para conocer mucho mejor que su oponente cómo funciona un país y una campaña, como ha dejado claro si ir más lejos en el principal debate electoral. Su victoria fue clara sobre Milei. 

A ello puede sumar el aumento de la participación. La general aumentó el 22 de octubre desde agosto en ocho puntos, a casi el 78%, y esa mejora pareció beneficiar en gran medida a los peronistas, ya que el apoyo al movimiento aumentó desde las primarias en más de nueve puntos. Ahora Argentina vota este domingo y el lunes 20 en festivo. Los de Milei querían que se levantara por si la gente está tentada de hacer puente y no ir a votar, porque sabe, dice el diario Página 12, que "los votantes de oficialismo sí que prefieren quedarse para votar". 

Más participación "y más unidad", afirma el americanista, porque la sombra de Milei ha hecho que el peronismo apriete las filas y acalle las diferencias internas. Massa no es especialmente cercano ni al actual presidente, Alberto Fernández, ni a su número dos, Cristina Fernández, pero ambos han dado un paso atrás, se han diluido en la campaña, para dejar al candidato todo el protagonismo. Y eso, con los personajes de los que hablamos, es un gesto de hacha enterrada y a por todas. 

Massa también ha aprovechado su cargo como ministro de Economía e impulsó varias políticas para mejorar su candidatura, entre ellas, programas que devuelven el impuesto sobre las ventas a algunos trabajadores y eliminan el impuesto sobre la renta para otros. Podría, con ello, ganarse a indecisos. Está por ver su ha tenido tiempo suficiente para granjearse los apoyos que necesita, ahora que afronta un cara a cara. 

Algo se ha roto

Más allá de la crisis general y de quien gane estas elecciones, algo se ha roto en estos meses en Argentina y quien sea el presidente deberá cargar con ello. Es el consenso, justo cuando ahora se cumplen 40 años de democracia. Y es cosa de Milei y su corriente. El candidato defiende una relectura muy condescendiente con la última dictadura y del terrorismo de Estado. Su candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, nieta, hija y sobrina de militares, amiga de Vox, pide una "memoria completa" que incluya a las víctimas de las guerrillas de los 70 y ponga fin a las causas abiertas por delitos de lesa humanidad. 

Milei no le replica, sino que insiste en hablar de "guerra" y de "excesos", como hacían aquellos militares golpistas para justificar sus actos, y juega con las cifras de muertos, reduciéndolas. Al primer presidente de la democracia, que inició los juicios por esos "excesos", Raúl Alfonsín, lo califica como "el peor de la historia de Argentina". 

"Es una quiebra social con la que habrá que tratar con prudencia. Porque por mucho que se vote con cansancio y ganas de dar lecciones, ese mensaje revisionista de Milei es peligroso y, con el voto, se avala. La memoria está a flor de piel en el país y ver que hay cuatro décadas de pelea democrática que para algunos no son nada supone una grieta social, que reabre un debate que se creía zanjado", indica Moreno. "Después de eso espera, quiero decir, un país que no conocemos", afina la periodista y escritora Leila Guerriero, pensando en el lunes 20. 

Ese "camino de la reconstrucción" que promete Milei puede rodearse de fantasmas que él mismo ha convocado y que son difíciles de mandar al olvido de nuevo. Massa, mientras, llama a completar "una utopía que aún no se ve pero podemos realizar". 

La respuesta, en las urnas y el recuento. El provisional se conocerá hacia la una de la noche, hora española (cuatro horas menos en Argentina). El oficial y definitivo, sobre todo si las diferencias son ajustadas como se espera, en unas 48 horas desde el cierre de los colegios. La Libertad Avanza ya ha dejado caer en campaña que puede haber un posible fraude o maniobras irregulares por parte del Gobierno, que apoya a Massa. Habrá que ver, si Milei pierde, si asume el resultado o plantea denuncias. Mucho por aclarar.