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¿Qué hay detrás de los últimos movimientos de Mark Zuckerberg y por qué todo tiene que ver con Donald Trump?

¿Qué hay detrás de los últimos movimientos de Mark Zuckerberg y por qué todo tiene que ver con Donald Trump?

El dueño de Meta, en una gran metamorfosis política, deja su lado liberal para situarse al lado del presidente electo de Estados Unidos y su amigo Elon Musk.

Montaje con Mark Zuckerberg entre Donald Trump y Elon Musk.Fotos de Getty Images

“¿Podrá nuestra generación eliminar la pobreza y el hambre? ¿Podemos proporcionar atención sanitaria básica a todos? ¿Podemos construir comunicades inclusivas y acogedoras? ¿Podemos fomentar relaciones pacíficas y de comprensión entre personas de todas las naciones? ¿Podemos realmente empoderar a todos: mujeres, niños, minorías subrepresentadas, inmigrantes y personas sin conexión?” Las preguntas, entre muchas otras, se las hacían Mark Zuckerberg y Priscilla Chan a su primera hija, Max, en una carta que le escribieron en 2015, cuando acababa de nacer. Aquel Zuckerberg todavía creía, o decía creer, en todas esas cosas. Era el Zuckerberg que tres años después, en 2018, publicaría un manifiesto en el que defendía que “lo más importante” que podía hacer Facebook era construir “una comunidad segura que evite daños y ayude durante las crisis”, una “comunidad informada” e “inclusiva”.

Pero aquel Zuckerberg ya no es el de ahora. ¿O siempre ha sido el mismo? De Mark Zuckerberg podría decirse que es un multimillonario semáforo. Estará allí donde esté el poder, tenga el color que tenga. Cuando Barack Obama era el gerifalte estadounidense, Zuckerberg mostró su lado más liberal, diciéndose preocupado por las mentiras y las teorías conspirativas que abundaban en su red social, Facebook. Llegó, de hecho, a pedir disculpas por su poca moderación de contenido. Más ejemplos. Tras el nacimiento de su primera hija, él y Priscilla, su pareja, montaron una fundación para asuntos filantrópicos. Contrataron para ello a un exasesor de Obama. Ahora, con Donald Trump como presidente electo, Zuckerberg ha puesto en la junta directiva de Meta a Dana White, el director ejecutivo de la UFC y un afamado seguidor de Trump.

La eliminación de la moderación de contenido en todas las redes sociales de Meta (Facebook, Instagram y Threads), el último anuncio de Zuckerberg, no es más que la culminación de un giro político en el que lleva trabajando un tiempo. Según él, lo que en realidad está haciendo es abandonar la política, cansado del acoso y las críticas de la derecha y la extrema derecha estadounidense. Pero el mensaje resulta engañoso. Esa apuesta por lo que él dice que es el regreso a la libertad de expresión no es más que una aproximación a Trump y, sobre todo, a su nuevo mejor amigo, Elon Musk. Es el cambio de una política por otra. Por eso también ha decidido dejar sus oficinas en California, de tendencia liberal, y trasladarlas, como el dueño de X, a la republicana Texas. Tal y como explica Steven Levy en Wired, esa mudanza “simplemente ancla a los árbitros de contenido de Meta en un lugar con un sesgo potencialmente diferente”.

Los medios especialistas llevan tiempo alertando del abandono por parte de Facebook de las políticas de moderación. Lo advirtieron, por ejemplo, en 404 el pasado mes de junio de 2024. El periodista Jason Koebler contó cómo Zuckerberg pasó de invitar a cenar a su casa a varios profesores y académicos en 2018 “para debatir cómo Facebook podría proteger mejor sus plataformas de la desinformación electoral, el contenido violento, el material de abuso sexual infantil y el discurso de odio” a directamente hacer como si nada hubiera pasado. Y estas decisiones no han convertido a Facebook en un “paraíso de la libertad de expresión”, no. Según Koebler, Facebook no es más que “una plataforma zombificada llena de bots, estafadores, malware, funciones infladas, imágenes horribles generadas por inteligencia artificial, cuentas abandonadas y personas muertas”.

La ausencia de moderación auspiciada ahora por Zuckerberg ha tenido también su reflejo en el metaverso. Un estudio de 2023 de Danielle Keats Citron explicó el caso de Chanelle Siggens, una usuaria del metaverso que fue víctima de “abuso cibernético de género”. Siggens denunció que un avatar masculino “simuló eyacular sobre” el suyo. “Después de pedirle al jugador que se detuviera, este se encogió de hombres como si dijera... Es el metaverso, haré lo que quiera”. Algo parecido le pasó a otra usuaria, Nina Jane Patel. “Un minuto después de iniciar sesión en Horizon Venues, de Meta, el avatar de Patel, que se presentaba como mujer, fue rodeado por varios avatares que se presentaban como hombres, que sonaban como hombres, y comenzaron a manosear y tocar el cuerpo de su avatar mientras se hacían selfies. Patel les pidió que se detuvieran y trató de alejarse, pero la siguieron, continuando con la agresión verbal y sexual. Cuando se quitó el casco Oculus Quest 2, escuchó a los hombres decir no finjas que no te encantó, por eso viniste aquí”, detalla el informe. Patel explicó que se sintió “atacada” igual que fue “atacado” su avatar. ¿Qué hizo Meta? Nada. Según Keats, “Meta ha dicho a las jugadoras que son responsables de las agresiones sexuales virtuales. [...] Los moderadores de contenido podrían penalizar o expulsar de la plataforma a los jugadores que violen repetidamente las políticas contra el acoso sexual y otros abusos cibernéticos de género. Al no abordar el abuso cibernético de género en la realidad virtual, Meta ignora los profundos daños que se producen y contribuyen a que la sociedad no reconozca el abuso cibernético y sus efectos de género”. Curiosa manera de entender la libertad de expresión.

La libertad de expresión por la que aboga Zuckerberg es más bien una libertad de ataque. Poco después de su anuncio, The Intercept tuvo acceso a documentos internos de Meta que ejemplificaban lo que supondría la relajación en la moderación. Entre los ejemplos de expresiones que ahora se permitirán en Facebook o Instagram se incluyen frases como "los inmigrantes son unos sucios y asquerosos pedazos de mierda", "no se puede confiar en estos malditos inmigrantes, son todos criminales", "todos los inmigrantes son ladrones", "todos los japoneses son Yakuza", "los gays son unos bichos raros", "mira esa travesti (debajo de la foto de una chica de 17 años", o "las personas trans son inmorales".

Mark Zuckerberg sería mucho más honesto si reconociera lo que está haciendo como un gesto hacia los defensores de MAGA (Make America Great Again). Todo lo que ha anunciado es, línea tras línea, el discurso de Donald Trump. Ya en 2022, el actual presidente electo de Estados Unidos dejó caer que impulsaría reformas para limitar o incluso prohibir las políticas de moderación de contenidos a las principales empresas tecnológicas. “Todos los usuarios mayores de 18 años deberían tener derecho a optar por no participar en la moderación de contenidos y recibir un flujo de información no manipulado si así lo desean”, tergiversó Trump. Estos días, cuando preguntaron al republicano si creía que sus amenazas y su elección habían tenido algo que ver con la decisión de Zuckerberg, este contestó rotundo: “Probablemente, sí”.

En apenas pocos años, el dueño de Meta ha pasado de eliminar las cuentas de Donald Trump en sus redes sociales por “incitar a la insurrección violenta” a donar un millón de dólares para su ceremonia de investidura y ofrecerse a ayudarle a trabajar contra países como Brasil por su lucha contra Sillicon Valley, en realidad por defender la democracia frente a quienes instigan golpes de Estado.

Al final, la mejor explicación de los últimos movimientos de Zuckerberg la dio el propio Trump en su primera rueda de prensa después de ser elegido presidente: “Durante mi primer mandato, todos me atacaban. En este, todos quieren ser mis amigos”.

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Me llamó Héctor Juanatey, aunque como dice Xoan Tallón, eso no importa, todo el mundo tiene un nombre. Me gusta escribir y contar cosas. En El HuffPost escribo de política, y como política lo es todo, decirles esto es como decir todo y decir nada.

 

Sobre qué temas escribo

En El HuffPost escribo, como ya les dije, de política, que es todo. Si quisieran entrar más en detalle, les cuento: por gustar, me gusta escribir de todo aquello que me preocupa dentro y fuera de la redacción. En los últimos años, por ejemplo, he estado investigando el ascenso de la extrema derecha, una suerte de virus invisible que crece cada día más. Un crecimiento, sin embargo, que también tiene responsables, y en ellos me gusta fijarme, ya sea Elon Musk, Mark Zuckerberg o influencers de ultraderecha con cada vez más adeptos. Pero también la política es causa de la desafección de la que beben los ultras. De ahí que no haya que olvidarse nunca de temas fundamentales como la vivienda; en definitiva, de las condiciones materiales de la ciudadanía. Por ese motivo, también, y desde la cobertura que hice para Público durante el 15M en la Puerta del Sol, en Madrid, he centrado gran parte de mi trabajo en las diferentes reivindicaciones de la movilización social. Sospechen siempre de aquellos periodistas que acostumbran a agobiar con la cantinela de la objetividad. Al final, solo buscan desprestigiar el sentido mismo de la profesión.

 

Mi trayectoria

Pese a todas las advertencias, desde que me decanté por estudiar periodismo (Licenciatura y Máster en Periodismo de Investigación), a excepción de un parón en el que trabajé en discurso y comunicación política, he tenido la suerte de dedicarme a escribir. Empecé en La Voz de Galicia y, tras dejar la terruña (Galicia) y mudarme a la capital en busca de oportunidades laborales, pasé por Público, La Sexta, fui redactor fundacional de eldiario.es, y he escrito para un buen número de medios como Praza.com, la revista Luzes, Playground Magazine, La Marea, Vanity Fair o CTXT. En una ocasión estuve en el campamento de refugiados de Dajla, en el Sahara, y de allí me traje unas breves anotaciones que fueron publicadas como libro, ‘Dajla. Apuntes desde o Sahara’, editado por Praza. En otra, entrevisté a Txema Guijarro, una de las personas que trabajó en el asilo de Julian Assange y Edward Snowden, y esos diálogos se transformaron también en libro, ‘El analista. Un espía accidental en los casos Assange y Snowden’, de Libros del KO. En otro lapso de tiempo, creé junto a los cómicos Facu Díaz y Miguel Maldonado un programa de humor, La Tuerka News, porque tengan claro que sin risas nos vamos a la m*****.

 


 

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