Qué es la Comunidad de Estados Independientes con la que Rusia planta cara a Occidente

Qué es la Comunidad de Estados Independientes con la que Rusia planta cara a Occidente

La CEI tiene reunión este viernes en Minsk (Bielorrusia) para "coordinar acciones y desarrollar una postura unificada" ante "los ataques y el trato destructivo tanto de la ONU como de la OSCE", denuncia su convocatoria. 

Líderes de la Comunidad de Estados Independientes, reunidos el pasado 26 de diciembre en San Petersburgo.Getty Images

Los ministros de Relaciones Exteriores de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) se dan cita hoy en Minsk (Bielorrusia), con un doble objetivo declarado en su convocatoria: "coordinar acciones y desarrollar una postura unificada" ante "los ataques y el trato destructivo tanto de la ONU como de la OSCE", la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. 

La CEI es una organización creada a instancias de Rusia por algunas repúblicas tras el colapso de la Unión Soviética, una manera de unir intereses comunes, en teoría, que en la práctica ha cuajado como un encuentro en el que Moscú planta directrices a sus estados amigos del entorno postsoviético. ¿Pero para qué vale realmente?

Vayamos por partes. La CEI es una organización internacional formal que tiene su sede en Minsk, donde gobierna Alexandr Lukashenko, el mayor amigo del presidente ruso Vladimir Putin y considerado el último dictador de Europa. El grupo lo forman los siguientes países: Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, mientras que Ucrania y Georgia la abandonaron y Turkmenistán tiene estatus de miembro asociado. Las repúblicas bálticas de Estonia, Lituania y Letonia se opusieron a ingresar en él, más orientadas como están a Europa y a la OTAN, para incomodidad del Kremlin. 

Los objetivos para los que fue creada son preservar los lazos económicos y políticos en el espacio postsoviético, una vez que se creó la Federación rusa y nacieron nuevos estados desgajados, pero también fomentar la cooperación militar entre estados, que es lo que más preocupa a Occidente y más ahora, con la invasión de Ucrania en su tercer año

En su documento fundacional se habla también de una pretendida protección de derechos humanos, la resolución pacífica de controversias entre capitales y la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo. 

La Comunidad forma parte de la Asamblea de Naciones Unidas desde 1994 con estatus de observador, por lo que está avalada internacionalmente, por más que haya quedado relegada y obsoleta con el paso de los años. Sus máximos órganos gubernamentales son los consejos de jefes de Estado y de Gobierno, que se coordinan con otros consejos de temática militar, económica, de defensa o de relaciones exteriores. Cuenta, a su vez, con una Asamblea Interparlamentaria y un Tribunal de Arbitraje. 

Es curioso que la Comunidad de Estados Independientes surgió de una reunión entre los líderes de Bielorrusia, Rusia... y Ucrania. Eran otros tiempos, en diciembre de 1991, cuando Moscú no alentaba a los rebeldes del Donbás ni se anexionaba Crimea ni lanzaba seis frentes invasores a la vez, de madrugada, camino de Kiev. 

Fue el Tratado de Belavezha el que estableció sus bases, como sustituto intergubernamental de la URSS, cuya abolición ejecutiva llevó a su extinción. La alianza se consolidó con el Protocolo de Almá-Atá, explica el CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs), y la Carta fundacional de 1993 se ratificó sobre la base de la igualdad soberana de los miembros y del reconocimiento a la independencia de los Estados. 

En el plano económico, la CEI constituyó el Acuerdo de Libre Comercio, vigente desde 2012 hasta 2020, por el que creó una zona libre de aranceles en la exportación e importación. La organización, además, sirvió tras la desmembración deportiva de la URSS: bajo el nombre de Equipo Unificado, las distintas repúblicas participaron juntas por última vez en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. Luego ya llegaron las selecciones de cada país, bajo su propia bandera. 

Sin embargo, Ucrania y Turkmenistán no firmaron finalmente todos estos compromisos, la primera en desacuerdo con que Rusia se erigiera como única sucesora de la URSS, y el segundo por su defensa de la neutralidad internacional y su autosuficiencia en el acceso al gas natural. Desajustes que llegan hasta nuestros días. Ucrania, junto a Georgia, se han convertido en los mayores críticos de la CEI. 

Este año la polémica está con Armenia, que ha anunciado su ausencia por motivos no justificados. Lo anunció su canciller, Ararat Mirzoyán, esta semana, de sorpresa. Poco antes la cancillería rusa exhortó al gobierno del primer ministro armenio, Nikol Pashinián, "a no permitir que Occidente lo engañe y conduzca el país por el camino equivocado, que está plagado de la aparición de un vacío en el ámbito de seguridad, graves problemas en la economía y un éxodo de la población".

Infiltrados
Un proyecto de Ikea

Se trata, pues, de un pulso entre los dos países, cada vez más distanciados. Y es que no cayó nada bien en Moscú la reunión trilateral que mantuvieron en Bruselas, hace días, Estados Unidos, representado por el secretario de Estado, Antony Blinken; la Unión Europea, por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen; y el encargado de la política exterior y seguridad, Josep Borrell, más Armenia, con Pashinián encabezando la delegación.