El postre apestado pasa a ser uno de los más sanos

El postre apestado pasa a ser uno de los más sanos

El nombre del kissel, que es como una especie de gelatina, significa agrio

Arándanos en una imagen de archivo.Christoph Soeder/picture alliance via Getty Images

A pesar de que no es demasiado dulce, el hecho de que sea barato y fácil de preparar de forma casera, hizo del kissel, o kisel, un postre muy popular entre los niños eslavos. Y, aunque hoy por hoy, no es tan popular, resulta que se ha descubierto que tiene un efecto muy saludable para los intestinos, por lo que es recomendable tomarlo cuando se padecen problemas digestivos leves.

Se trata de un plato sencillo con la consistencia de un gel espeso, como nuestra gelatina. Y aunque, por lo general, se toma frío, se puede tomar caliente e incluso bebérselo. Es un postre común en países como Polonia, Bielorrusia, Rusia y Ucrania. Y también en Letonia, Lituania y Finlandia.

Consiste en un zumo de bayas azucarado, espesado con maicena, almidón de patata o arrurruz. A veces también le añaden vino tinto o frutas frescas, tales como fresas, grosellas, frambuesas, ciruelas o cerezas. Pero es muy popular el de arándanos. Y se suele servir acompañado de queso quark azucarado o de un pudin de semolina, que es una sémola fina de trigo, amarillenta y de sabor intenso.

El nombre de kissel proviene de una palabra eslava que significa agrio, ya que existía un antiguo plato similar que era una especie de papila de harina con levadura, que se preparaba con avena generalmente, aunque usaban a veces para hacerlo guisantes o lentejas. Las legumbres que se usaban tradicionalmente para hacer el kissel no estaban fermentadas y no tenían el sabor dulce de las variantes más modernas. De ahí quizás que cogiera mala fama su sabor.

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Soy redactora en HuffPost España, donde escribo de temas sociales y estilo de vida.

 

Sobre qué temas escribo

Hablo cada semana sobre varios temas en los que nos aporta una nutricionista sus consejos para llevar una vida saludable, sigo los temas de okupaciones en todo el mundo e intento reflejar cómo los problemas y las buenas noticias nos afectan ya de forma global con ejemplos de casos de particulares y poniendo el foco en especial en estudios científicos que demuestren todos los avances que estamos viviendo.

 

Mi trayectoria

Estudié Periodismo en la Universidad Complutense e hice el Máster de Periodismo de la UAM/ELPAÍS, así como el de desarrollo de directivos de PRISA y el IESE. He sido jefa de diversas secciones en EL PAÍS, después, directora de comunicación en diversos organismos, pero, sobre todo, lo que me gusta es escribir. Por eso estoy aquí, para contar historias y buscar temas exclusivos para los lectores. Antes de todo esto, mi especialidad fue durante años la educación. Soy madrileña, de padre catalán y abuelos vascos y de las dos castillas, por lo que me siento de toda España y no entiendo tanta confrontación. Y, sobre todo, me considero muy europea. He recibido el Premio de Periodismo de la Fundación Conocimiento y Desarrollo, así como el Premio de Periodismo Educativo Esteban Barcia. He escrito un par de libros sobre El papel de los padres en el éxito escolar de los hijos.

 


 

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