Hemos visto los problemas que nos dan los espejos. Las soluciones habría que buscarlas en los que nos miramos en ellos, y deberían venir de la mano de la sabiduría, para conocer y admitir la verdad; de la bondad, para reconocer y tolerar los defectos; del equilibrio y del disfrute hedonista de la vida.
Algunas personas que, ya sea por razones genéticas, psicológicas, familiares o sociales, tienen alterados los mecanismos de autopercepción; sufren y acaban desarrollando conductas patológicas por culpa de su deficiente auto-contemplación y auto-evaluación.
Una de las mayores creaciones de la posmodernidad fue el 'pret-a-porter', es decir el lujo al alcance de cualquiera, pero efímero y cambiante. Adoramos la belleza y aun más su ostentación, nos divierte el lujo y aun más lo superfluo, pero caemos en sus trampas insalubres.
El mundo 'pos-ultra-super-moderno' es un gran hipermercado lleno de escaparates. Cada uno es un 'ábrete sésamo' al mundo de la fantasía, la riqueza y el poder. Un espejismo. Imponen una gran distancia entre lo deseable y lo posible, entre la ilusión y el ilusionismo. Por eso son peligrosos.