Así es mi vida con SIBO: mejor amigo y peor pesadilla

Así es mi vida con SIBO: mejor amigo y peor pesadilla

Con un diagnóstico 'claro' y un tratamiento concluido, ¿ahora qué?

Visit toilette. Very attentive woman wearing jeans shirt bowing her head while putting both hands on the bellyGetty Images/iStockphoto

'Tengo un balón de playa en el estómago', una frase que no dejo de repetir desde hace meses. Ahora he aceptado que algo no ha estado funcionando todo este tiempo. Ahora ya forma parte de mí. No le di la importancia que merecía. Craso error, ahora lo sé. 

El primer impulso fue acudir a Internet a que 'San Google' me explicara qué me estaba pasando. El segundo fue hacerme un test de embarazo porque tenía el vientre muy inflamado. El tercero, y el más sensato, fue pedir cita con un especialista en Sistema Digestivo.

Por suerte o por desgracia, la doctora mandó que me hicieran todas las pruebas habidas y por haber. Mucho antes de pasar por el Test de Aliento para diagnosticar la enfermedad, la palabra SIBO formaba parte de mi vocabulario.

Cada vez que buscaba información basándome en los síntomas que padecía, ahí estaba. Adelantándome a los hechos, indagué en los posibles tratamientos y me di cuenta de que, si la prueba salía positiva, iba a estar en mi vida mucho más tiempo del que quería.

Aun así, tengo que confesar que, desde que empezó todo, deseé en numerosas ocasiones que el test saliera positivo, porque eso significaba un diagnóstico claro. Así podría comenzar un tratamiento concreto y de camino volvería a encontrarme bien, o eso pensaba yo. Ahora, después de muchos vaivenes, estoy irritada, frustrada.

El diagnostico y (casi nulo) tratamiento

A pesar de que los valores para determinar la evidencia de una anomalía en el intestino delgado indicaban que había un claro desequilibrio, el resultado en manos del laboratorio fue, en un primero momento, "negativo".

Sin embargo, cuando lo vio mi doctora lo tuvo claro: "Has dado positivo en SIBO". Quedé contenta, creyendo, ilusa de mí, que con una dieta baja en FODMAPs —oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentable— y 21 días de antibiótico todo se acabaría. He acabado la dieta, he acabado el antibiótico y aquí sigo.

Ya no siento náuseas, ni tengo diarrea cada vez que como, pero el estreñimiento y la distensión abdominal me acompañan en cada paso que doy a lo largo del día sin ni siquiera probar bocado. En otras palabras, me levanto como si estuviera 'embarazada de tres meses' a pesar de llevar más de 12 horas en ayunas.

Las jaquecas no son tan habituales como antes, pero sigo sufriéndolas. La ansiedad que me genera toda esta situación ya forma, también, parte de mí. Tengo menos insomnio, el estómago no hace tanto ruido como antes y el dolor de estómago es leve y muy ocasional.

Aunque no tengo dudas de que los antibióticos han ayudado a mejorar el sobrecrecimiento de bacterias de mi intestino delgado, han hecho mella en el resto de mi salud. Lo que sí agradezco, y mucho, es el impulso positivo de los probióticos que tomo diariamente.

A tener en cuenta

El estilo de vida en general es lo más importante. No puedo, o no debo, comer 'guarrerías'. Los 'caprichos' ya no tienen cabida en mi lista de la compra. Todo tiene que ser lo más natural y fresco posible porque el mínimo procesado es una auténtica bomba.

Me leo todas las etiquetas de los productos. A ojo, un 85% de lo que se vende en los supermercados, si no es mucho más, no es apto para personas con SIBO, al menos no para mi tipo de SIBO.

Esta es otra: cada persona tiene sus peculiaridades, por eso a los enfermos nos da la sensación de que los médicos están un tanto perdidos con el tema. La clave y única solución para revertir el problema es aceptar que forma parte de ti, y estudiar, con mucho tiempo y paciencia, qué hábitos y qué alimentos debes dejar atrás y cuáles debes preservar.

No quiero zanjar esto sin mencionar la mayor y mejor recomendación de la historia. Aunque suena a tópico, es mano de santo. El ejercicio en general, y concretamente el cardio, es buenísimo y muy necesario, tanto física como psicológicamente. Siempre he odiado el gimnasio y ahora lo necesito como el aire que respiro.

Amigo, amiga, si estás leyendo esto y tienes SIBO, tranquil@. Debes saber que la gente te tratará como si estuvieras exagerando. Ignora a esos pobres ignorantes. Céntrate en ti: estúdiate, conócete y mímate, 'simplemente' eso.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Fotógrafa y periodista. Graduada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Técnica Superior en Imagen e Iluminación. En la actualidad es redactora de El HuffPost, antes en el departamento de redes sociales de Cadena Ser. Contacto: cristina.valdivielso@huffpost.es