El recuerdo indeleble de los Reinos Olvidados

El recuerdo indeleble de los Reinos Olvidados

Entrevista con el escritor R.A. Salvatore.

'Archimago'.MINOTAURO

"Declaro que el filo de mi cimitarra encontrará mi propio cuello antes que cortar el cuello de un niño goblin". Así habla Drizzt Do’Urden, un drow, es decir, un elfo oscuro nacido en Menzoberranzan, ciudad de la Infraoscuridad. Esto es el mundo de Reinos Olvidados, estrechamente vinculado con el juego de rol de Dragones y Mazmorras. En los años noventa, Reinos Olvidados era bastante popular, aunque nunca llegué a leer aquellos libros de fantasía. Es ahora cuando me he atrevido con Archimago (Minotauro, 2023), una nueva novela sobre Drizzt, el elfo oscuro que no tenía oscuras intenciones. Con ustedes, R.A. Salvatore, el padre de la criatura:

Me he encontrado con una cosmología llena de demonios, dragones, criaturas, sacerdotisas y drows. Resulta asombroso que haya sabido mantener la imaginación y expandir el universo literario durante más de treinta libros.

Bueno, ten en cuenta que no creé Reinos Olvidados ni lo que se sabe de la mayoría de los monstruos asociados al juego de Dragones y Mazmorras. Creé algunas cosas y algunos monstruos, pero el mundo es mucho más amplio que mi obra.

Su conocimiento de Reinos Olvidados es inmenso y también su amor por este mundo de ficción, así que supongo que tiene una visión propia, un legado para los lectores más fieles. ¿Cuál es el testamento literario de Salvatore?

Es muy simple: todo lo que siempre quise hacer con mi vida fue dejar el mundo un poco mejor de como lo encontré, para mi familia y en términos generales. En cuanto a los libros, la gente los lee por todo tipo de razones. Algunos solo buscan entretenimiento, otros quieren escenas de batalla, y los hay que esperan algo de reflexión. Muchas veces me dicen que los libros ofrecen a los lectores una distracción necesaria en tiempos difíciles, o amigos cuando se sienten solos.

El legado de los libros de Drizzt está en todas partes, desde lo más banal a lo más profundo. Algunas personas han cambiado sus vidas gracias a la primera serie de mis libros; por ejemplo, sé de presos, de gente con adicciones o de personas que encontraron la fuerza y el coraje para admitir quiénes eran realmente.

Sea cual sea la razón, sea cual sea el efecto que produjeron, he aprendido que la obra depende de los lectores: ellos aportan al menos tanto a la experiencia del libro como el autor. Solo puedo esperar que cualquiera que lea una de mis novelas sienta que el tiempo o el dinero merecieron la pena. Y me recuerdo cada día el privilegio que ha sido estar en las vidas de otros gracias a mi escritura.

Tengo que preguntarle por sus influencias. Me consta que en otras entrevistas ha hablado de Tolkien y de su mentor Robert Cormier.

La obra de Tolkien me devolvió a la lectura, después de que la monotonía de la escuela y el instituto me arrebataran el amor a golpes. El Hobbit sigue siendo uno de mis libros favoritos, pero está claro que hubo otras influencias, como Fritz Leiber y la saga del ratonero gris.

Terry Brooks ha sido otro mentor importante en mi vida, tanto él como su obra, y lo mismo puedo decir de Robert Cormier. Bob creció en mi ciudad natal. Lo llamé después de varias cartas de rechazo y me tuvo al teléfono durante horas… simplemente porque era un niño de su adorada ciudad. Él no me conocía, pero llegamos a ser grandes amigos.

Hay muchas otras influencias literarias. Brian Jacques y Mark Twain me enseñaron cómo hacerlo bien con las inflexiones de los diálogos. Chaucer y Shakespeare me ayudaron a sentir el espíritu del tiempo, por decirlo de alguna manera. Milton y Dante me ayudaron a encontrar una voz para unir lo espiritual con lo mágico. El nombre de la rosa de Umberto Eco me sirvió de inspiración para mi mundo de Las Guerras Demoníacas, sobre todo en el manejo de las gemas mágicas. La música de Sarah McLachlan, concretamente la canción Building a mystery, fue también una parte importante de Las Guerras Demoníacas. La música es una gran parte de mi inspiración, donde destacaría a Fleetwood Mac.

Hay muchos otros referentes. Soy muy ecléctico en mis lecturas. Siempre he creído que un autor es una persona que puede asimilarlo todo a su alrededor, masticarlo en pedacitos, reorganizarlo y añadir sus esperanzas, sueños y miedos, para esculpir algo con lo que pueda entretener, informar e inspirar.

¿Ve diferencias generacionales entre Margaret Weis, Robin Hobb y usted con nuevas hornadas de autores de fantasía como Joe Abercrombie y Brandon Sanderson?

Tiene gracia porque técnicamente soy un baby boomer, pero estoy en la parte de la cola de esa generación. Crecí más en línea con la generación X. Incluso mi hermano más cercano en lo que a edad se refiere tuvo una infancia muy diferente a la mía, y eso que solo nos separan unos pocos años. Por tanto, no creo que exista tanto una diferencia generacional entre esos autores que mencionas como una evolución del género fantástico.

Margaret, Robin y yo empezamos nuestras carreras profesionales en un mundo muy diferente al de los años cuarenta y pico, pero supimos adaptarnos a la nueva realidad (la cual ayudamos a construir, debo decir). En definitiva, no creo que haya realmente una gran diferencia. Por ejemplo, la escritura de la vieja escuela te dice que no cambies el punto de vista. Yo lo rechacé porque estaba escribiendo para una audiencia que, al igual que me pasó a mí, creció con la televisión, que cambia en cierto modo el punto de vista. Las viejas normas decían que la carretera al infierno estaba pavimentada con adverbios y que un buen diálogo no precisaba de atribuciones. Ahora creo que la forma en que las personas asimilan la información ha cambiado. Sin adverbios, he notado que los lectores pierden el tono; pocos reconocen el sarcasmo en el diálogo, o no pillan los cambios sutiles en la actitud de un personaje en una conversación sin algunos adverbios de ayuda. Desde que Internet llegó a ser la forma principal de comunicación, los lectores necesitan muchas más atribuciones o se pierden. Esas son realidades a las que algunos de nosotros, que somos ya unos vejesto… unos veteranos, nos hemos tenido que adaptar. Seguramente fue más fácil en los cuarenta y pico.

Ahora bien, si te fijas en la hornada de escritores más reciente, verás que hay millennials y autores de la generación Z con muchas diferencias estilísticas y temáticas.

No sé si ya ha recibido la edición española del libro, pero Minotauro ha hecho un trabajazo: el libro es increíblemente bonito.

He escuchado grandes cosas sobre las nuevas traducciones de la leyenda de Drizzt. A aquellos a los que despertó su interés, solo puedo transmitirles un gran y sincero agradecimiento. El boca a boca es el mejor amigo de un escritor, después de todo. Ha sido un viaje maravilloso durante más de tres décadas, tanto con Drizzt como con mis otros libros ambientados en mundos de mi propia creación. ¡A por la siguiente ronda!

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Andrés Lomeña Cantos (Málaga, 1982) es licenciado en Periodismo y en Teoría de la Literatura. Es también doctor en Sociología y forma parte de Common Action Forum. Ha publicado 'Empacho Intelectual' (2008), 'Alienación Animal' (2010), 'Crónicas del Ciberespacio' (2013), 'En los Confines de la Fantasía' (2015), 'Ficcionología' (2016), 'El Periodista de Partículas' (2017), 'Filosofía a Sorbos' (2020), 'Filosofía en rebanadas' (2022) y 'Podio' (2022).