Los votantes quieren pactos ya

Los votantes quieren pactos ya

Lo que se han encontrado los votantes es que veinte días después de pedirles que se pusieran a trabajar, la clase política -al completo por ahora- anda liada en un espectáculo de con quién me caso y qué me dais, a la espera de que la situación se pudra al estilo Rajoy, los plazos se agoten y la distancia de la ciudadanía hacía ellos se ahonde.

Se acabaron las vacaciones. El despertador ha sonado en la mañana del 7 de enero y quien tiene trabajo ha vuelto a sudar la camiseta y ha salido de casa mirando con fastidio el Belén, que se ha transformado en estorbo rancio en solo una noche. El que no tiene trabajo se enfunda la camisa del año pasado y busca una rendija por donde encauzar el futuro, si lo hay. En este contexto, el personal se topa con la radio, los periódicos o las teles, que vuelven a informar de lo mismo. No hay pactos posibles, no hay políticos capaces de cumplir con lo que más de 25.000.000 millones de españoles -el 73% de los que podían votar- les pidieron el pasado 20 de diciembre. A saber: señores políticos, queremos un Parlamento plural, con cuatro grandes partidos, sin mayorías absolutas y sin más corruptelas e intereses personales, capaces de pilotar una cacareada segunda transición. Si les es posible, luchen ustedes por este país y por nosotros que les elegimos, no por su ración de poder y de butaca.

Lo que se han encontrado los votantes es que veinte días después de pedirles que se pusieran a trabajar, la clase política -al completo por ahora- anda liada en un espectáculo de con quién me caso y qué me dais, a la espera de que la situación se pudra al estilo Rajoy, los plazos se agoten y la distancia de la ciudadanía hacía ellos se ahonde. Solo que esta vez, el juego incluye una novedad, los dos nuevos, Podemos y Ciudadanos, están participando en la juerga de los plazos y del agotamiento. A ver quién sabe guisar mejor a fuego lento, sin recordar que hasta en la mejor cacerola, el guiso se socarra si se olvida, y que el arroz pasado, pegajoso, es asqueroso hasta para el paladar menos delicado.

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Foto: EFE

¿Te acuerdas de cuando Pablo Iglesias y Albert Rivera practicaban el buenismo en la campaña y presumían de no ser como los partidos de siempre y de entender el mensaje de una ciudadanía que pedía pactos y una nueva forma de hacer política? "En estos momentos, la ciudadanía está en compás de espera, atónitos ante el espectáculo sin pacto. El 80% de los votantes quieren que haya acuerdo para formar Gobierno, y otro 80% da carta blanca a su partido para que vote con quien crean conveniente. ¿Cuándo se han visto los partidos en otra? Tienen mandato de confianza, pero si fallan, serán muy castigados", asegura el presidente de una de las principales compañías de demoscopia, que ya están sondeando los ánimos post electorales.

Pero no solo los votantes están desconcertados, también los nuevos diputados y senadores se declaran confusos ante la actitud de la cúpula de sus partidos. Si el PSOE se lleva todos los titulares de despropósitos -el daño que ha hecho Susana Díaz y sus barones mostrando la cruda lucha por el poder ya tiene difícil remedio por más que ahora lo enfríen- la cara de Rajoy ofreciendo de todo a quienes vayan a formar Gobierno con él, después del esqueleto en que ha dejado el Estado del bienestar -qué raro suena el término, ya es viejuno- ha llevado la perplejidad entre los suyos. Solo que estos susurran los chismes en vez de vocearlos.

La crisis económica está muy lejos de ser un fantasma que se aleja, más bien al contrario, y eso es lo que saben estos días los que han despertado del sueño navideño.

Cuentan algunos senadores lo lastimoso que era ver el lunes y el martes pasado a sus señorías, que iban a entregar la documentación a la cámara más denostada, preguntarse unos a otros "¿Y tú qué sabes?" Los del PSOE, desconcertados y mirando con asombro a los pocos rostros nuevos que se cruzaban. "Uno se pregunta si son senadores o son chicos que vienen a traer los servicios de mensajería y no sabes cómo no meter la pata", comentaba uno del PP al perplejo del PSOE, temerosos ante las zapatillas deportivas y los vaqueros rotos. Pero de intercambio de información entre ellos, nada. "Chico, no tengo ni p... idea de lo que están montando en Ferraz, no lo entiendo". Y el popular respondía: "Pues anda que nosotros... ¿Te das cuenta de que quizá hemos presentado papeles para tres o cuatro meses?".

Ambos personajes eran conscientes de los datos que tienen contrastados los institutos de encuestas. El pacto menos deseado es el de PP-PSOE, pero Rajoy sabe que una amplia mayoría de esos más de 25.000.000 que votaron para elegir a 350 diputados entenderían que gobernara la lista más votada, la suya, aunque ello lleve consigo una legislatura corta, de un año. A tener en cuenta también que tras la opción de la lista más votada, y según los datos de una destacada empresa de sondeos, en estos momentos el 40% de los votantes apoya una coalición entre PSOE y Podemos y otro 40% entre PP y Ciudadanos. Lo más castigado e irritante, volver a las elecciones generales, que favorecerían a Podemos y al PP.

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Foto: EFE

El personal que ha vuelto a la realidad tras las vacaciones, pues, lo tiene más claro. Es peligroso avanzar en la hartura, incluso como estrategia de Podemos y de PP, las dos organizaciones que tienen el voto más seguro. El desconcierto servirá para los políticos viejos y nuevos con cargo, pero la calle les va a castigar. Aunque no se puede decir que los partidos no hayan expresado su voluntad de pactar, son tantas las condiciones que no hay que ser muy listo para entender que auténtica intención no parece que exista. "Volver a ver a Rajoy en el Congreso va a ser un revulsivo para todos aquellos que querían desalojarle. Ese es el momento de plantear nuevos escenarios, que no parecen estar barajándose.

Por ejemplo, que Ciudadanos apoye la investidura de Pedro Sánchez mientras Podemos se abstiene", dice un destacado miembro del equipo del líder socialista. Un asesor que ya tiene elaboradas algunas propuestas para lograr esa abstención de los de Pablo Iglesias, pero la cosa no está fácil. El viaje del líder del PSOE a Lisboa, en un claro ejemplo de que la coalición de izquierdas a la portuguesa puede ser una realidad -o su muerte política- siembra dudas también en el entorno más cercano a Sánchez, que sabe que el IBEX 35 se desmaya cada vez que se menciona lo de hablar con Podemos y la coalición a la lusa. Mientras, la carta de Izquierda Socialista, recomendando justo lo contrario, hablar con los de Iglesias y pensar en cómo obviar el referéndum -una consulta legal se puede hacer, dicen- lleva justo al escenario contrario, una candidatura de Sánchez a la Presidencia con el voto a favor de Podemos y la abstención de Ciudadanos. "El tema ya no tiene remedio. Hagamos lo que hagamos, será un desastre, así que hay que buscar la solución menos mala", reflexiona un miembro de la vieja guardia, al que solo de pensar en Pablo Iglesias se le eriza el poco pelo que le queda.

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Foto: EFE

En la plaza de España de Madrid -donde está la sede central de Podemos- esperaban más tranquilos que en Ferraz, e incluso que en La Moncloa. Hasta hace un par de días. Ellos, tan contentos con La Ley de Emergencia Social que presentarán el primer día de Congreso de los Diputados -y donde esperan al PSOE apoyando- han visto cómo sus expectativas también tienen brechas serias, pero no vienen precisamente desde la bronca para crear un pacto de Gobierno. De nuevo se han topado con que Ada Colau. La alcaldesa de Barcelona es mucha Ada como para dejarse manipular. No será candidata a la Generalitat, y esa vía abierta en Cataluña -si finalmente hay elecciones el 6 de marzo- les va a dar quebraderos de cabeza.

Ni Iglesias, ni Bescansa ni Errejón -la cúpula de Podemos- están acostumbrados al No descarado a sus deseos. Por ahora. Pero temen que Ada Colau sea la única capaz de disputar el liderazgo a Pablo Iglesias a medio plazo. Asombra estos días oír a las más destacadas voces de la burguesía catalana murmurar cómo la chica antidesahucios y antisistema es capaz de bandearse, y nada mal, en el proceloso y cutre mundo en que se ha convertido el escenario de la política catalana.

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Foto: EFE

Y Ciudadanos está desaparecido. Como si Albert Rivera aún no hubiera hecho la digestión de la caída electoral en los últimos días de campaña. Hay quien sostiene que ni PSOE ni C's han abandonado la idea de colaborar que tanto Rivera como Sánchez acariciaron durante la campaña. La noche electoral en Ciudadanos, lo que más sentían Rivera y su equipo era que al ser desbancados del tercer lugar por Podemos, se truncara un pacto con el PSOE, ese que la vieja guardia socialista y Garicano habían estado acariciando en encuentros privados en los que acercaban posiciones sobre temas cruciales como la energía y el crecimiento económico. Hoy por hoy "deberían ser los dos partidos y los dos lideres más interesados en que NO se repitieran las elecciones, porque van a ser los más perjudicados sin duda alguna. Ambos tienen el voto más elástico, el que más les va a abandonar si no se forma nuevo Gobierno pronto y se repiten elecciones. Les abandonarán a Rivera por el PP, y a Sánchez por Iglesias, así que ya pueden sentarse y currar", recomienda un analista, que no pierde de vista la presión que puede hacer el mundo económico. Pero no lo tienen fácil, sencillamente porque no suman apoyos.

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Foto: EFE

Con este corto escenario del contexto político, constatar la hartura ciudadana y adivinar por dónde va a viajar ese cansancio social será todo un reto. Pero lo que está claro es que dejar que la situación se pudra, ir de nuevo a otras elecciones, será más ventajoso para dos de los cuatro partidos, pero igual de desastroso a la hora de ahondar la distancia entre ciudadanía y clase política. En lo que sí que coinciden todos los expertos consultados -políticos, economistas y demóscopos- es en que la participación sería más baja. Y el resultado, incierto y tan peligroso como el actual, aunque el poder económico se relajase. La crisis está muy lejos de ser un fantasma que se aleja, más bien al contrario, y eso es lo que saben estos días los que han despertado del sueño navideño.