España reconoce hoy a Palestina como un igual

España reconoce hoy a Palestina como un igual

El Gobierno español, junto a Irlanda y Noruega, da hoy el paso de llamar estado a un territorio que no lo es aún, pero lucha por serlo y necesita empujones diplomáticos para que su causa no decaiga. El precio: una crisis diplomática seria con Israel. 

El presidente español, Pedro Sánchez, y su homólogo palestino, Mahmud Abbas, el pasado 21 de octubre en El Cairo, en una cumbre por la paz en Gaza.LA MONCLOA / Flickr

España va a reconocer este martes el Estado de Palestina como una nación igual, de pleno derecho. Lo hará junto a Irlanda y Noruega, en un paso que el presidente Pedro Sánchez defiende por tres razones: "paz, justicia y coherencia". Parecen palabras sencillas, pero en sus entrañas llevan la lucha de 76 años de un pueblo al que todo el mundo le dice que tiene derecho a una tierra, pero que no tiene esa tierra: suma retazos ocupados, agujereados, bombardeados. 

Ahora, al menos, tendrá el aval de tres estados europeos a su ansia de lograr un día un territorio, con sus fronteras, su administración, sus problemas y su futuro. Las cosas no cambiarán mañana, los palestinos se levantarán con sus mismos dolores y esperanzas, pero estarán menos solos cuando suman ya 35.000 enterrados en Gaza. 

Nuestro país da el paso con un retraso notable. Ya en 2014, el Congreso de los Diputados instó al Gobierno a hacerlo, Sánchez ha llevado este compromiso desde su primera campaña electoral y sólo ahora, con la franja bombardeada desde el 7 de octubre, con la respuesta de Israel a los atentados de Hamás, ha entendido que es necesario hacer que cristalice la promesa. 

Actualmente, menos de una tercera parte de los países de la Unión Europea han reconocido públicamente a Palestina. Bulgaria, Chipre, Eslovaquia, Hungría, Polonia, República Checa, Rumanía y Suecia han secundado el nuevo Estado. Ahora se unirán España, Irlanda y Noruega, lo que llevará a un total de 12 países, menos de las mitad de los de 27 que conforman la Unión. Pronto se sumarán Malta y Eslovenia. Sin embargo, el apoyo a Palestina es masivo en el resto del mundo, con más del 90% de las naciones que componen las Naciones Unidas avalando su estatus. Lo que pasa es que faltan los occidentales y, poco a poco, eso está cambiando. 

¿Qué es lo que se va reconocer, realmente? Es uno de los puntos que más controversia genera, porque Palestina no tiene unos límites definidos. El Ministerio de Exteriores aún no ha detallado los territorios sobre los que usará este reconocimiento, pero lo que han hecho los demás estados que ya han apostado por esta figura, lo probable es que asuma que Palestina se levanta sobre los llamados "Territorios Palestinos Ocupados", dibujados por la Guerra de los Seis Días (1967). Entonces, el Ejército de Israel ocupó la franja de Gaza, Cisjordania, el este de Jerusalén Este y los Altos del Golán (en este caso, suelo sirio). 

La toma de estos territorios no ha sido reconocida formalmente por la comunidad internacional, que en cambio sí denuncia la ocupación de Jerusalén Oriental -para Israel, desde los 80, en su capital "única e indivisible"-y de Cisjordania, donde más de un 60% del territorio está completamente administrado por Israel. Tanto en la ciudad triplemente santa como en el West Bank, la ONU calcula que hay 600.000 colonos israelíes residiendo de forma ilegal. En la zona los soldados y policías de fronteras que les dan seguridad, las zonas de amortiguación o las infraestructuras de las que Palestina carece. En el caso de Gaza, hubo presencia de colonos y soldados hasta 2005. Desde entonces, el control israelí era de su frontera, por aire y por mar, pero desde octubre, también hay botas sobre el terreno. 

El 15 de noviembre de 1988, la Organización por la Liberación de Palestina (OLP), reconocida internacionalmente como el principal representante de los palestinos, declaró por primera vez la creación del Estado de Palestina. No definió fronteras, pero nombró a Jerusalén como su capital.

Las consecuencias... 

A efectos eminentemente prácticos, como decíamos, el reconocimiento de Palestina es un acto que cambia poco el statu quo actual de sus ciudadanos, en el que Israel domina. En el caso de las relaciones con España, actualmente ya hay relaciones diplomáticas, comerciales, culturales o de cooperación entre las dos naciones, por lo que ahora se potenciarán, pero hay mucha base trabajada. Hay que tener en cuenta que el consulado español en Jerusalén este es uno de los más antiguos de la ciudad, del grupo inicial de países que abrieron legación, muy respetado, por tanto. 

Ahora, según el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, se seguirá trabajando con las representaciones diplomáticas ya existentes, así que las relaciones reforzadas se canalizan a través del consulado de España en Jerusalén y de una embajada palestina, en Madrid. El encargado de representar a España ante el nuevo Estado será el cónsul general de Jerusalén, Alfonso Lucini Mateo, quien ya viene desarrollando tareas diplomáticas en este sentido ante la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Lo que ocurrirá es que su rango se elevará al de embajador, reduciendo la anomalía que supone tener representaciones cruzadas y no tratarse como idénticos. 

No obstante, en la decisión de España hay un gesto muy sensible: no se lleva la embajada a Ramala, la capital administrativa de Cisjordania, donde está la Muqata, el palacio presidencial de Mahmud Abbas. Sigue en Jerusalén y eso es un gesto reivindicativo, ya que las sucesivas resoluciones de la ONU insisten en que se trata de una ciudad para la que estaba previsto un estatuto internacional, una capital compartida para los dos estados, Israel y Palestina. 

Ese mismo simbolismo es el que impregna toda la decisión de España, Irlanda y Noruega, país este último que además alumbró los Acuerdos de Paz de Oslo que, en las dos últimas décadas, habían sido la base de todas las negociaciones entre Israel y Palestina, abandonadas desde 2014. Lo que se busca, sobre todo, es reforzar el poder la ANP, destacar su derecho aunque no haya mesa de diálogo, poner en evidencia que la salida política es la correcta en este conflicto. 

Lo que pasa es que hay naciones, las que no reconocen aún a Palestina, que entienden que es justo en esa mesa de diálogo donde debe nacer el estado palestino, pactado con Israel, y no con reconocimientos país a país. 

Desde hace décadas se acumulan las resoluciones que avalan este estado y están sin aplicar, por lo que estos estados entienden que decir, unilateralmente, que lo ven como un igual llevará a otras naciones a hacerlo, a impulsar así una vía muerta pero que es la única posible: la solución de dos estados, vecinos, soberanos, conviviendo en paz. La medida puede ayudar también a revigorizar la sociedad civil en apoyo a un líder con poco reconocimiento interno, como es Abbas, calmando además a quienes cada vez apoyan más a Hamás.

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, siempre defiende que no tiene un interlocutor para la paz en la ANP porque, a su entender, Abbas "apoya el terrorismo". Además, el premier ha declarado que no quiere un estado palestino, algo que de palabra defendía hasta hace poco. Con el aval al estado, se expone que Palestina sí es un interlocutor para la paz. También, se pone en evidencia que Tel Aviv no hace lo suficiente en pelear por esta salida y se le aísla, aumenta su soledad. 

El exprimer ministro israelí Ehud Barak ha dicho estos días que el Gobierno israelí corre el riesgo de sufrir un tsunami diplomático a causa de su política. Una escalada de reprobación se ha incrementado recientemente con la solicitud por parte del fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) de órdenes de detención contra Netanyahu y su ministro de Defensa por crímenes de guerra, a lo que se suma la Corte Internacional de Justicia (CIJ), reclamando el cese de la ofensiva sobre Rafah. 

Un grupo de palestinos celebran en Ramala el reconocimiento de Palestina como estado observador de la ONU, el 29 de noviembre de 2012.Uriel Sinai / Getty Images

... y las reacciones

Tras los anuncios, el Ministerio de Asuntos Exteriores palestino, con sede en Cisjordania, expresó su satisfacción. "Con este importante paso, España, Noruega e Irlanda han demostrado una vez más su compromiso inquebrantable con la solución de dos Estados y con la entrega de la justicia largamente esperada al pueblo palestino", dijo en un comunicado oficial.

Hamás, por su parte, respondió al anuncio atribuyendo la medida a la "valiente resistencia" del pueblo palestino. "Estos reconocimientos sucesivos son el resultado directo de esta valiente resistencia y de la legendaria firmeza del pueblo palestino", afirmó a la agencia de noticias AFP Bassem Naim, un alto dirigente de Hamás. El grupo considera que el reconocimiento de estos tres países europeos podría ser un punto de inflexión en la posición internacional sobre la cuestión palestina.

A Israel sólo le faltaban estas palabras para reaccionar indignado, de palabra y de obra, causando una profunda crisis diplomática con los tres estados europeos. En el caso de España, llovía sobre mojado: ya en noviembre, la embajadora israelí en Madrid, Rodica Radian-Gordon, fue llamada a consultas por Tel Aviv por unas declaraciones de Pedro Sánchez en las que criticó el alto número de víctimas mortales en Gaza y dudó de que Israel cumpliera con el derecho internacional. En enero, las aguas volvieron a su cauce. 

Al Gobierno de Netanyahu no le hizo gracia que durante la primavera el presidente socialista hiciera ronda internacional para buscar apoyos a su plan de reconocimiento de Palestina, pero las cosas estallaron el pasado 22 de mayo, cuando Sánchez anunció en el Congreso que lo haría este 28. Acto seguido el nuevo ministro de Exteriores de Israel Katz, llama a consultas a los embajadores israelíes en Irlanda y Noruega -que habían hecho un anuncio hermano-, y advirtió a España de las "consecuencias graves" que tendría hacerlo.

Al día siguiente, aumentó la tensión después de que la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, asegurara que "Palestina será libre desde el río hasta el mar". Israel considera que esta frase es utilizada por los grupos terroristas palestinos para que desaparezca el estado de Israel al tiempo que tildó de “ignorante” a Díaz. Pero en realidad es una sentencia que va más allá: entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, que son las aguas a las que se refiere la frase, también está el estado palestino que ahora se reivindica, con Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. Junto al estado de Israel, alumbrado en 1948

Díaz ha defendido repetidamente que sus declaraciones hacían referencia a la coexistencia, no a la eliminación de Israel, pero Radian-Gordon expresó su "repulsa" a sus declaraciones, que consideró "intolerables", ya que "son un llamamiento claro a la eliminación de Israel".

El pasad día 24, el ministro israelí de Exteriores, Israel Katz, anunció instrucciones para cortar la conexión entre la embajada de España en Tel Aviv y los palestinos, así como prohibir al consulado español en Jerusalén "prestar servicios a los palestinos en Cisjordania".

En el fin de semana, las cosas se complicaron porque la ministra de Defensa española, Margarita Robles, calificó de "auténtico genocidio" la intervención israelí en Gaz. Lo hizo durante la celebración del día de las Fuerzas Armadas, lo que volvió a enojar a Tel Aviv. Dio donde duele, porque la CIJ tiene abierta una investigación en La Haya, a instancias de Sudáfrica, sobre si existe o no este delito por parte de atacante de Gaza. Albares lo ha defendido como "una opinión". 

Israel, en una operación mediática contra los tres estados que este martes reconocen la Palestina, lanzó un vídeo reprochando de nuevo la política de España: "Hamás le agradece su servicio", se lee, sobre imágenes de los atentados del 7-O y unos supuestos bailaores de flamenco. Un montaje "escandaloso" y "execrable". 

Ya ayer lunes, el señalamiento israelí de disparó con una nota con aires amenazantes, en la que el titular de Exteriores escribió: "Dañaremos a quien nos dañe. Los días de la Inquisición han terminado". Justo el día en que su ejército mató a 50 personas en Rafah, una zona supuestamente segura del sur de Gaza, donde muchos de esos civiles murieron carbonizados por los incendios generados en sus tiendas de campaña. 

"Israel ha vuelto cometer otro atroz crimen de guerra. No podemos normalizar las relaciones diplomáticas con Netanyahu, debemos llamar a consultas de forma inmediata a nuestra Embajadora. Hay que apoyar la iniciativa sudafricana ante la CIJ y garantizar el embargo de armas", respondió la vicepresidenta Díaz. 

Por ahora no han trascendido nuevas medidas. Hay que recordar que Israel no ha sido tan duro con otras naciones, ni siquiera europeas, que hayan dado antes a Palestina el estatus de país, pero esta campaña hay que entenderla en un contexto de enorme tensión por Gaza, donde las presiones a Netanyahu se desatan para que afloje su ofensiva en la franja, mostrando que cada vez tiene menos aliados dispuestos a apoyarle en sus postulados. El primer ministro pone la máquina de las ofensas a pleno rendimiento en una estrategia que le protege, se supone, de las críticas, en lo interno y en lo externo. Puede ir a más, los días lo dirán. 

De momento, Palestina gana un respeto y un valor nuevos. Es hacer "justicia para los palestinos" y "la mejor garantía de seguridad para Israel", enfatiza Albares. Aunque hay una parte a la que no convence.