Cuenta su escalofriante historia en EE UU tras notar un dolor de espalda: valorarás MUCHO España

Cuenta su escalofriante historia en EE UU tras notar un dolor de espalda: valorarás MUCHO España

Una médica asegura que aquí vamos por ese mismo camino.

Un momento de la publicación de @lifeofaydinx.TIKTOK / @lifeofaydinx

La sanidad pública es un tesoro que tienen algunos países, incluido España, que sólo se valora en su verdadera dimensión cuando se vive en un lugar donde no existe y la salud falla.

El usuario de TikTok @lifeofaydinx ha contado la pesadilla de vida que está viviendo en Estados Unidos desde que a los 21 años sufrió una lesión en la espalda que le dejó paralizado por el dolor.

"El más mínimo movimiento me producía un dolor insoportable. Solo podía ir de la cama al baño y necesitaba ayuda en el baño a los 21 años. Y, por supuesto, como la mayoría de los estadounidenses no tenía seguro médico en ese momento, así que no podía pagar la atención médica adecuada", relata.

"Fui al médico de cabecera y me hizo una radiografía y dijo: bueno, eres joven y sano, seguramente sea solo un músculo inflamado, estarás bien en unos días. Pasaron seis meses y seguí con el dolor, sin poder caminar. Toda mi vida se apagó. Dejé mi trabajo porque no podía trabajar, la universidad porque no podía ir a clase y me aislé de mis amigos porque no podía salir", cuenta.

Y la pesadilla siguió: "Cuando vi que era algo grave que no iba a pasarse con descanso, tuve que recolectar dinero para poder pagar inyecciones de esteroides para reducir la inflamación y costaban 500 dólares cada una. Así podía andar, pero cojeaba porque todavía me dolía. Fuimos a un fisioterapeuta, que eran 100 dólares por sesión, así que no podía pagarlo. Me recomendó un quiropráctico que costaba 25 dólares la sesión, después de un año me dijo que no podía curarme y que tenía que ir a un cirujano".

"Fui, me dijo que necesitaba una resonancia que costaba 1.200 dólares y no podía pagar eso. Pagó 600 dólares de su bolsillo para hacérmela. Dos años después de empezar descubro que tengo una hernia de disco y presiona mis nervios, mi columna vertebral, donde ha causado una inflamación, así que la única forma de solucionarlo es operarme, pero cuesta 35.000 dólares", rememora.

El joven lamenta que no podía pagar esa cantidad, así que se tuvo que poner a trabajar doblando ropa con un dolor insoportable en la espalda: "Mientras, mi médico me recetó analgésicos potentes que son muy adictivos porque están básicamente hechos de heroína y me los recetaba como si fuesen dulces". 

"Por supuesto, me volví adicto, me tomaba las pastillas hasta en momentos en que no debía porque tenía antojo, como un cigarrillo", recuerda.

Pero una vez reunidos los 6.000 euros del copago que tenía que dar para la operación, sus problemas siguieron: "Le digo a mi jefa que me tengo que operar y dice que lo más que puede darme son siete días libres, así que una semana después de mi cirugía ya estoy trabajando, empapando de sangre la camisa porque se suponía que no podía estar de pie. Y mi jefe me dice: 'Oye, tienes sangre en la camiseta, arregla eso".

El joven se lamenta de que, pese a todo, sufre dolor cada día de su vida desde hace 15 años. "Si tuviéramos atención medica universal no tendría que vivir mi vida así, desde el momento en que sentí el dolor podía haber ido al médico, hacer pruebas y no habría necesitado cirugía, habría valido con terapia física para controlarlo", se lamenta.

En España, la médico Elena Casado Pineda se ha hecho de la historia avisando: "Esto es una distopia capitalista donde no existe la sanidad pública no vinculada a aseguradoras y que se pasa por el forro los derechos humanos básicos si no eres un peón en la cadena de producción. Ya lloraremos, porque vamos de cabeza a esto".

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Rodrigo Carretero es Traffic Editor Manager en 'El HuffPost' y trabaja desde Madrid. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Valladolid y Máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid, ha trabajado en 'El Día de Valladolid', en 'El País' y en las radios musicales del grupo Prisa. Puedes contactar con él en rodrigo.carretero@elhuffpost.es