Entrevista a John Carlin: "Todos tenemos algo de Pistorius"

Entrevista a John Carlin: "Todos tenemos algo de Pistorius"

GTRES

"Balanceándose sobre los muñones de sus piernas amputadas y empuñando una pistola negra de 9 mm con ambas manos, efectuó cuatro disparos a través de una puerta en el baño de la planta superior de su casa. Detrás de esa puerta había un pequeño cubículo con un retrete. En su interior había una persona. Desconcertado y en estado de shock, se tambaleó hasta la puerta e intentó abrirla. Estaba cerrada. Segundos más tarde: '¡Dios mío! ¿Qué he hecho?'".

Con estas palabras inicia John Carlin (Londres, 1956) el relato de cómo el atleta paralímpico sudafricano Oscar Pistorius mató a su novia, la modelo Reeva Steenkamp, la noche del 14 de febrero de 2013. Lo hace en su nueva obra, titulada Pistorius: La sombra de la verdad, en la que repasa la vida del ídolo sudafricano caído en desgracia y el proceso en el que fue sentenciado a cinco años de prisión por homicidio involuntario.

¿Cómo se enteró del suceso?

Me desperté y a los cinco minutos me llamó mi exmujer sudafricana. Me dio la noticia y me quedé estupefacto.

¿Qué pensó en aquel momento?

Primero tardé un tiempo en recuperarme del shock de la noticia. Porque Pistorius es una figura mundial heroica y en Sudáfrica, sin duda, la persona más admirada del país entre todas las razas al margen de Mandela. Además de ser un extraordinario deportista, siempre había demostrado una imagen de elegancia y cordialidad. Esto que ocurrió no tenía nada que ver con la imagen que teníamos de él. Luego nos enteramos que él creía haber disparado a un intruso y no a su novia. Uno piensa, ¡qué cosa más extraña que un intruso se esconda dentro del baño!. Al salir más información, me fui convenciendo de que estaba mintiendo y que, obviamente, tenía que haber sido una pelea por celos y que él la había matado intencionadamente. Cuando, días después, un magistrado le dejó en libertad, me pareció un escándalo.

En el libro habla de lo que significa Pistorius para Sudáfrica y lo compara con Mandela.

No, lo comparo con Mandela simplemente en cuanto a que él fue, después de Mandela, la figura sudafricana más admirada en su país. Nada más, no nos extendamos demasiado en las comparaciones.

Pero sí surgieron campañas de apoyo a Pistorius de gente que creía en él a fe ciega, algo similar a lo que ha pasado con Isabel Pantoja en España, donde se ha llegado a recoger fondos para ella.

Es interesante, sí, porque en el caso de Pistorius la opinión ha sido negativa en todo el mundo y la gente ha decidido pensar que mató intencionadamente a su novia, pasando de héroe a villano de un día para otro. Pero hubo un grupo de personas, muy visible en Internet y en las redes sociales que insistía, casi como si fuese una especie de santo o una figura que veneraban casi de manera religiosa, que había sido un accidente y creyéndose la versión de que había sido un intruso. Leyendo los post de esta gente, decían cosas como no sólo 'creemos a Pistorius', sino 'creemos en Pistorius', casi de modo teológico. Lo que fui descubriendo es que, ni la interpretación que yo hice al principio, ni la de estas personas, era la real del caso de Pistorius, que es un personaje mucho más complejo.

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Profundizando un poco más en su figura, hay dos decisiones que él no toma y que terminan marcando su vida: la amputación de sus piernas y que el cirujano que realizó dicha operación, le transplantara las almohadillas de los talones a los muñones. ¿Qué implica eso para él?

Sí, sus padres podían haber optado por otra solución, porque había médicos que decían que no le amputasen las piernas. Otros opinaban que se amputara, pero por otra zona. Al final, amputaron por debajo de las rodillas. Esta decisión influyó de manera enorme en su destino, porque si no hubieran optado por ello, jamás habría acabado corriendo en unos Juegos Olímpicos. Luego tuvo la suerte de tener un cirujano especialmente hábil que hizo una intervención muy delicada y le puso debajo del muñón esa especie de almohada que tenemos en el talón, lo que le permitió andar con sus muñones y le dio mucha más capacidad para aguantar la presión de correr tan rápido cuando tenía puestas las prótesis.

Usted describe dos tipos de Pistorius, el que está dentro de las pistas y el de fuera; uno competitivo y seguro en sí mismo, el otro más vulnerable. ¿Es este último Pistorius el que hemos podio ver en el juicio?

Es el contraste entre el personaje público y el personaje en la intimidad. Por un lado, toda esa imagen pública de extraordinario deportista, quizás el que consiguió la hazaña más extraordinaria del deporte. Por otro, en la intimidad, una persona frágil y vulnerable, cuya madre murió cuando tenía 15 años y cuyo padre desapareció del mapa cuando tenía seis. Una persona desamparada emocionalmente, que, si no le hubieran amputado las piernas, habría tenido una personalidad complicada. Esto viviendo en un país en el que hay muchísima criminalidad, en el que es normal ser paranoico, ya que si no lo eres, es que no te has enterado de nada. En su caso, ese miedo se justificó por su condición física vulnerable. Un año antes de matar a su novia, dijo a una periodista que la circunstancia en que se sentía más vulnerable era cuando estaba acostado por la noche sin sus prótesis, escuchaba un ruido y sentía miedo.

Sin embargo, vivía en un entorno muy protegido, en una casa que era prácticamente una fortificación.

"El veredicto fue la victoria más grande de su carrera"

El complejo residencial en el que vivía tenía altísimas medidas de seguridad. Yo logré entrar, pero tuve que hacer un gran esfuerzo para poder penetrar este muro protector. Es verdad que si yo viviese ahí me sentiría bastante seguro, pero él tenía un grado de paranoia mayor de lo habitual. Yo cuento en el libro un caso unos meses antes de matar a su novia. Entró en su casa a las 2 de la madrugada, oyó un ruido en la cocina, sacó la pistola, se acercó y se dio cuenta de que era la secadora, que estaba encendida. Eso te da una pista en cuanto al desproporcionado miedo que sentía.

En el libro cuenta otro un caso similar con un amigo suyo, con el que también empuñó el arma.

Sí, un amigo que estaba de visita y con el que también sacó la pistola. Cuando conducía también tenía la pistola a mano... Esto se explica en el contexto de la criminalidad que hay en Sudáfrica, pero también en el ejemplo de su madre, una figura vital para él, que después de separarse de su marido, se encargó de los tres niños. Vivían en una zona con bastante criminalidad y, cada vez que escuchaba un ruido por la noche, despertaba a los niños, los encerraba en una habitación y llamaba a la policía. En la mayor parte de los casos no pasaba nada. Además, dormía con una pistola debajo de la almohada. Esto lo ve Pistorius desde los seis años. Sumas todos los elementos y creo que resulta bastante creíble cuando él dice en el juicio que sentía un grado de paranoia mayor del habitual.

¿Es quizás por eso que tuviera tantos problemas con las mujeres, porque necesitara de una figura protectora?

Su problema fundamental era que siempre se enamoraba locamente de sus novias. Los amigos le decían, 'Oscar, concéntrate en tu carrera, disfruta de las chicas, pero no te enamores tanto'. Pero no: empezaba con una, cortaba con otra, y esa siempre era el gran amor. Esto conllevaba un grado de celos muy grande. No creo que sea necesario ser Freud para intuir una conexión muy estrecha en su mente entre estas chicas y su madre, que fue la gran influencia en su vida. Con ellas teme el efecto devastador de perderlas. Yo creo que todos tenemos algo de Pistorius, sólo que él lo lleva todo al límite.

Y sin embargo, con 17 años, tiene un episodio de gran madurez con la madre de un niño islandés que nace con su mismo problema.

Claro, como te digo, con Pistorius, es todo al límite. En el caso de un niño de Islandia que nació con la misma enfermedad que él, estuvo extremadamente atento y generoso, no sólo con el niño, sino también con sus padres, y mantuvo una conexión con ellos aún viviendo en Islandia, que está en la otra punta del mundo. Estuvo increíblemente atento con ellos, mantuvo el contacto a lo largo de años y les ayudó a criar al niño para que saliera lo mejor posible, porque también le amputaron las piernas con 11 meses. Es un personaje que comparte cualidades que todos tenemos, pero lo lleva al límite.

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En el libro usted cuenta todo el proceso para que le dejaran competir con no discapacitados. ¿Cómo vivió Pistorius la prohibición para competir en 2008?

Fue muy importante para él poder competir en el ámbito de los no discapacitados. Tiene que ver con el mensaje que le inculcó su madre: no te pongas ningún límite en la vida, puedes hacer lo que cualquier otro niño y además lo vas a hacer, nunca te vas a rendir. Efectivamente, desde pequeñito, andaba en bicicleta, jugaba al tenis, jugaba al fútbol, al rugby... Para él, poder correr en los Juegos Olímpicos era lograr su gran objetivo, era lo máximo, el mejor regalo que le podía dar a su madre. Se lo prohibieron al principio, luchó en los tribunales y venció.

Ese fue su primer juicio. El segundo y más importante, este último que ha vivido. ¿Cree que para él la sentencia fue un shock como aquella frustración de 2008?

El veredicto fue la victoria más grande de su carrera, no hay medalla de oro que haya ganado que pueda compararse con el veredicto que logró, que fue el mejor que podía conseguir. Sin duda fue él quien disparó los tiros que mataron a esta chica, pero el hecho de que la jueza llegara a la conclusión de que no la mató intencionadamente y aceptara la versión de Pistorius, es el mejor resultado posible para él. En cuanto a la sentencia, yo me la esperaba mayor, diez años. Y le dieron cinco, y es posible que salga en diez meses o un año y que siga el resto de la pena en su casa. Pero incluso él piensa que ir a la cárcel es algo que debería hacer, que tiene que cumplir una cierta condena para poder reconstruir su imagen pública. Si llega a salir libre, dado el escándalo en Sudáfrica, le habría perseguido para siempre.

A día de hoy, ¿cree que el veredicto habría sido diferente si Pistorius hubiera sido negro?

Yo creo que no. Hay mucha gente que está en desacuerdo con el veredicto y, entre las muchísimas tonterías que se han dicho, es que este es un caso de discriminación racial, lo cual es absurdo. La jueza es una mujer negra, que vivió las injusticias del apartheid y su currículum demuestra que ha condenado a muchísima gente a largas sentencias por asesinatos a mujeres y violaciones. En el caso de un deportista negro, con los mismos abogados que Pistorius y las mismas evidencias sobre la mesa, se hubiera llegado al mismo resultado. Las pruebas del fiscal no apoyaron la tesis de que mató a su novia a sabiendas, no se presentaron las evidencias suficientes, es un hecho indudable. Si esto es lo que ocurrió en realidad, eso es otra pregunta.

"Si mañana sale una prueba contundente en su contra, no me sorprendería"

¿Y usted qué piensa?

Yo simplemente no sé. Lo único que puedo decir con contundencia es que el fiscal no demostró con la claridad necesaria lo que él mantuvo, que la mató intencionadamente, porque no hay pruebas de eso. Pero en cuanto a lo que realmente pasó, yo mantengo mi mente absolutamente abierta desde que comencé con el libro. Si mañana sale una prueba contundente en su contra, no sería la sorpresa más grande de mi vida.

¿Cómo cree que vivirá Pistorius, un hombre tan inseguro, su estancia en prisión?

El fiscal ha recurrido tanto el veredicto como la sentencia, así que es posible que la sentencia se alargue y que la extiendan de cinco a diez años. Por lo que he sabido de gente que lo conoce, los primeros días fueron muy duros, lloró mucho como es de esperar. Pero, como dije antes, él entiende que racionalmente es de justicia que pase un cierto tiempo dentro de una celda. Eso lo acepta ahora, si se alarga la sentencia, no sé qué decir.

¿Qué le depara el futuro tras su paso por la cárcel? ¿Cómo rehará su vida?

Sé que lo que tiene pensado es desaparecer del mundo e irse a una aldea en Mozambique donde ha habido guerras en los últimos años, donde hay niños que han perdido sus piernas por las minas, y allí dedicarse un par de años a ayudar a la gente y reflexionar sobre su vida. Va a hacer su penitencia y después, si tiene suerte, poder de algún modo reconstruir su imagen y su vida.