Armas biológicas y químicas: qué son y qué implica su uso

Armas biológicas y químicas: qué son y qué implica su uso

Biden advierte de que Putin se plantea emplear estas armas de destrucción masiva en Ucrania.

Una pareja, tras el bombardeo ruso contra el hospital psiquiátrico Mykolaiv, en el sur de Ucrania, el 22 de marzo.  BULENT KILIC via AFP via Getty Images

La guerra de Vladimir Putin en Ucrania sigue horrorizando al mundo, con ciudades asediadas al límite, bombardeos constantes, amenazas, discursos incendiarios y mucha, mucha propaganda. La guerra también se lidia en suelo informativo, y estos días la escalada de tensión se sitúa en torno a la supuesta existencia y el posible uso de armas químicas y biológicas en la contienda.

Rusia puso en alerta al resto del mundo cuando, el pasado 10 de marzo, solicitó una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre programas de armas biológicas o químicas llevados supuestamente a cabo por Estados Unidos en Ucrania.  

Esta petición llegaba días después de que el gobierno ruso asegurase que su Ejército había descubierto en Ucrania pruebas de una “eliminación de emergencia” de muestras, algo que, según ellos, apuntaba a la existencia de un programa biológico-militar desarrollado en Ucrania con fondos de Estados Unidos.

De dónde vienen las sospechas

Estados Unidos no se quedó callado ante tal acusación, y la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, no sólo negó la mayor, sino que apuntó a que Moscú podría estar creando estas acusaciones “falsas” como pretexto para utilizar armas químicas o biológicas en Ucrania.

La tesis ha sido repetida este lunes por el presidente estadounidense, Joe Biden, que ha hecho referencia a que Rusia podría estar lanzando una operación de ‘bandera falsa’, que consiste en realizar acciones encubiertas pero aparecer como si estas fueran llevadas a cabo por otros países u organismos, un patrón que –según EEUU– encajaría ahora con el uso de armas químicas y biológicas por parte de Putin.

“Rusia tiene un historial bien documentado de uso de armas químicas y ha mantenido durante mucho tiempo un programa de armas biológicas en violación del derecho internacional. Rusia también tiene un historial de acusar falsamente a Occidente de las mismas violaciones que la propia Rusia está perpetrando”, señaló hace unos días Olivia Dalton, portavoz de la embajadora de Estados Unidos ante la ONU.

Ucrania no guarda patógenos que “puedan usarse como arma biológica”

Agencias con servicios de verificación como EFE desmintieron la semana pasada la versión rusa, aclarando que no hay nada que pruebe la existencia de laboratorios de armas biológicas en Ucrania. Si bien el mismo día que comenzó la invasión Rusia publicó varios documentos como prueba de que se había ordenado a laboratorios ucranianos destruir patógenos “especialmente peligrosos de la peste y el ántrax”, los expertos consultados por EFE aseguran que en estas listas sólo aparecen “patógenos endémicos comunes” –ninguno que “pueda utilizarse como arma biológica”– y explican que es habitual que los laboratorios de control de enfermedades tengan estas muestras “porque son de interés para la salud pública”.

La ONU, por su parte, confirmó en rueda de prensa que no tiene constancia alguna de que en Ucrania existan programas ilegales de armas químicas y biológicas.

Pero, ¿qué son las armas químicas y las armas biológicas?

Para empezar, ambas son consideradas armas de destrucción masiva, junto con las nucleares. Según la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), un arma química es cualquier “sustancia química que se utiliza para causar muerte o daños intencionados a través de sus propiedades tóxicas”.  

La OPAQ clasifica las armas químicas por diferentes tipos de agentes químicos, que normalmente atacan los sistemas nervioso y respiratorio, y tienden provocar la muerte. Son los siguientes:

- Agentes nerviosos: son altamente tóxicos y actúan muy rápido, se consideran los más letales. Pueden ser inhalados o absorbidos por la piel, y entre ellos se incluyen el gas sarín –utilizado por el régimen de Al Assad en Siria– y el VX, el agente nervioso más potente creado para ser usado como arma química. 

- Agentes vesicantes: son unos de los más comunes, provocando graves quemaduras y ampollas en la piel cuando se inhalan o entran en contacto con la piel. Entre ellos se incluyen los gases mostaza.

- Agentes asfixiantes: afectan normalmente al tracto respiratorio e incluyen el cloro o el fosgeno.

- Agentes sanguíneos: estos gases impiden a las células procesar el oxígeno, causando daños en los órganos vitales, en el sistema nervioso y en el sistema respiratorio. El cloruro de hidrógeno entra, por ejemplo, en esta definición.

Por otro lado, las armas biológicas son, según la ONU, aquellos organismos vivos o toxinas causantes de enfermedad que se diseminan para producir daños o matar a seres humanos y otros seres vivos. Las armas biológicas se pueden utilizar para “asesinatos políticos, infección de ganado o productos agrícolas para provocar desabastecimiento de alimentos y pérdidas económicas, creación de catástrofes medioambientales e introducción de enfermedades infecciosas, miedo y desconfianza entre el público”, ilustra la ONU. 

(Casi) todos en contra de su uso

En 1972 la ONU aprobó la Convención sobre armas biológicas, “el primer tratado multilateral sobre desarme en prohibir el desarrollo, la producción y el almacenamiento” de estas armas, que entró en vigor tres años después. Hasta ahora, 183 países se han adherido a esta convención, Rusia incluido. 

Tras esto, habría que esperar dos décadas más hasta tener un tratado para controlar las armas químicas, que llegó en 1993, con la aprobación de la Convención sobre las Armas Químicas, en vigor desde 1997. En este caso, 193 naciones han ratificado el tratado, incluidos Rusia y Estados Unidos. Sólo Corea del Norte, Egipto y Sudán del Sur no lo han firmado, mientras que Israel sí firmó pero aún no lo ha ratificado.

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es