Muy pocos se dieron cuenta en la gala pero la hija de Joaquín Sabina se llevó un Goya
Al cantante le sobraron los motivos para celebrar.
La actuación de Joaquín Sabina junto a Leiva fue uno de los momentos álgidos de la gala de los Goya 2022. El cantante emocionó a los presentes y a los espectadores en el que fue su regreso a los escenarios dos años después de la caída que sufrió en el Wizink Center y el mismo día que cumplía 73 años.
Hubo un tercer motivo de celebración para el artista esa noche, pero muy pocos se dieron cuenta. Una de sus hijas, Carmela Martínez Oliart, se llevó uno de los galardones.
Como productora, subió al escenario junto al resto del equipo de Tótem Loba, el corto de Verónica Echegui —quien le mandó un recadito a Pedro Sánchez en pleno discurso— para recoger el premio a Mejor cortometraje de ficción.
De hecho, en su agradecimiento Carmela Martínez Oliart mencionó a Sabina pero sin decir su nombre. “No me creo que estemos aquí arriba y no esté con nosotros Félix Tusell, que no solo es productor de este corto, sino que además es mi hermano [en realidad son amigos de la infancia]. ¡Félix, te echamos muchísimo de menos pero te vamos a llevar el Goya!”, comenzó.
“Y no me puedo ir de aquí sin dedicárselo a mi abuela, que es la alegría de mi vida, y a mis padres, que mi padre está aquí esta noche conmigo. ¡Gracias!”, añadió antes de dejar el micrófono a su compañero Arturo Valls.
La explicación de por qué Carmela Martínez no lleva el apellido Sabina es sencilla: éste es en realidad el segundo de su padre. El nombre real del cantante es Joaquín Ramón Martínez Sabina.
Carmela es fruto de su relación con Isabel Oliart, con quien tiene otra hija más, Rocío. Las hermanas han llevado una vida discreta y alejada del ojo público.
Carmela y su padre no han compartido demasiados eventos, pero sí pisaron juntos la alfombra roja del Festival de San Sebastián en 2018. Allí se presentó Tiempo después, de José Luis Cuerda, en la que ella trabajó como directora de producción y para la que él compuso una canción.
Con un diseño de Stephane Rolland y joyas de Bulgari que pertenecieron a Elizabeth Taylor,
