Qué es tener salud mental

Qué es tener salud mental

Ya no hace falta ser psicólogo para hablar de 'salud mental', pero ¿qué quiere decir el concepto en realidad?

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Si hiciéramos un símil tuitero, se podría decir que la salud mental fue trending topic en 2021, después de años de runrún y de una base de concienciación, y tras el estallido de una pandemia que (re)confirmó la importancia del bienestar emocional como requisito esencial para poder hablar de salud en general. 

No obstante, tras la avalancha de datos, noticias, reivindicaciones y constataciones sobre la (pobre) salud mental de la población –española y mundial–, sobrevuela una cuestión primaria, que parece simple pero no lo es: qué significa tener una buena salud mental. El HuffPost ha hecho esta pregunta a diversos especialistas en Psicología y Psiquiatría, que conocen la definición oficial de ‘salud mental’ dada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que van más allá. 

Según la OMS, “la salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es, además, “un derecho humano fundamental” y no simplemente “la mera ausencia de trastornos mentales”. Reconoce la OMS que la salud mental “se da en un proceso complejo, que cada persona experimenta de una manera diferente, con diversos grados de dificultad y angustia y resultados sociales y clínicos que pueden ser muy diferentes”. ¿Cómo se ‘traduce’ esto? 

'Salud mental' es un concepto paradójico, invertido. Recurrimos a él para hablar de trastornos, problemas y sufrimiento psíquico. Usamos un marco patologizante

Marta Carmona, psiquiatra y presidenta de la sección madrileña de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN), reconoce que cuando se juntan unos cuantos profesionales del sector en la sala, es habitual que salga a debate la definición de salud mental. “Es un término paradójico, un término invertido en realidad”, comienza Carmona. “Hablamos de salud mental para hablar de los trastornos, de los problemas y del sufrimiento psíquico. Así que como históricamente hemos utilizado el término al revés de lo que significa, cuando queremos definir literalmente qué es tener una buena salud mental nos encontramos con que ya venimos muy condicionados por el marco técnico y clínico, que es patologizante”, resume.

Carmona sostiene que la definición por negación –“que no haya esquizofrenia, trastorno bipolar, trastornos de personalidad o adaptativos”– se queda “muy pobre”, y hay quien se plantea incluso si habría que “renunciar” al término de ‘salud mental’ por sus connotaciones patologizantes. También hay otro sector entre los profesionales que defiende que “la ciudadanía tiene que reapropiarse de la salud mental y así despatologizarla”. 

Las tres ‘patas’ para hablar de salud

El resto de los profesionales consultados también hace hincapié en que ‘salud mental’ no equivale a ausencia de enfermedad, y apelan a diferentes patas sobre las que se esta apoya. “Es una mezcla del aspecto físico, emocional y social”, plantea Guillermo Fouce, doctor en Psicología social, que insiste en que para hablar de una buena salud mental hay que “trabajar sobre los condicionantes sociales (paro, vulnerabilidad), sobre lo relacional (soledad, falta de relaciones significativas) y sobre el aspecto mental”, todos ellos “interrelacionados”. 

Lo óptimo es tener capacidades de respuesta suficientes para lo que te exija la situación

En esta misma línea, la psicóloga Laura Rojas-Marcos añade “la capacidad para gestionar los imprevistos y las situaciones de estrés” como factor que también define una buena salud mental. “Lo óptimo es que tengas capacidades de respuesta suficientes para lo que te exija la situación”, indica en este sentido Fouce. Así, se trataría de desarrollar habilidades de adaptación, pero también “capacidad para analizar y conocerse a sí mismo”, apunta Rojas-Marcos. “Cuidar nuestra salud mental es esencial para tener calidad de vida”, zanja la psicóloga.

¿Ser “funcional en la vida” es estar sano?

Para Antonio Cano, catedrático de Psicología y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), la salud mental “se define a partir del bienestar y de la funcionalidad”. “Una persona tiene buena salud mental cuando tiene bienestar y eso le permite ser funcional en la vida: en su trabajo, en las relaciones sociales, en el ocio, en el descanso…”, dice.

El detalle de apelar a la “funcionalidad” –“trabajar adecuadamente y contribuir”, según la OMS– al hablar de salud mental ha sido ampliamente criticado, pues se entiende que tener salud mental debe equivaler entonces a ser productivo, y si no lo eres es porque tienes un ‘problema’, porque algo funciona mal en ti.  

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Marta Carmona repasa la relación a veces tóxica entre el mundo laboral y el de la salud (mental). La psiquiatra recuerda, en una entrevista con El HuffPost, cómo en los años 90 en Estados Unidos las empresas llegaron a considerar positivo tener empleados con trastorno bipolar, no en el sentido de que los iban a apoyar, sino para aprovechar los picos de productividad cuando “la persona no podía dormir, estaba sobreactivadísima y rendía de más”. De aquel “ten una crisis para que yo pueda sacar dinero de ella” hemos pasado –sostiene Carmona– al “aunque esté mal, tengo que seguir rindiendo” que se dicen hoy muchos trabajadores cada mañana. “Es una especie de: ‘Sé que si parara estaría mejor, pero no me lo puedo permitir y, además, el mundo no tiene ninguna contemplación en que yo tenga derecho a parar’”, parafrasea Carmona.

Está muy interiorizada la idea de 'aunque esté mal, tengo que seguir rindiendo'

Para Guillermo Fouce, en cambio, se habla de funcionalidad como factor clave para una buena salud mental porque hay que distinguir entre estrés o ansiedad buenos y malos. Así, cierto nivel de estrés es necesario para poder actuar ante peligros inminentes –es habitual el ejemplo del león y la necesidad de que se active un mecanismo de alerta para echar a correr–; pero esa ansiedad empezará a considerarse patológica cuando interfiera en el día a día de la persona, cuando la bloquee y le impida seguir con su cotidianidad. 

Cómo estamos los españoles

Según el V Estudio de Salud y Estilo de Vida de Aegon, casi 9 de cada 10 españoles afirma haber sufrido algún síntoma de depresión o ansiedad en el último año –lo cual no equivale a tener un diagnóstico o a estar en tratamiento–. El 30% de los españoles considera que su salud mental ha empeorado en este tiempo, aunque siete de cada diez encuestados afectados no ha tomado ninguna medida para resolver este malestar. El estrés, la ansiedad, la tristeza y la depresión son los principales motivos de la población para valorar negativamente su salud, apunta el informe.  

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Mención aparte merece también la soledad, ese problema cada vez más presente en sociedades occidentales y especialmente en personas mayores, que multiplica por cinco las probabilidades de desarrollar una depresión y se ha agudizado con la pandemia. Según datos del INE, cinco millones de personas vivían solas en 2020, de las cuales casi la mitad tenía más de 65 años. “La soledad no deseada es un sentimiento doloroso, sostenido en el tiempo, que está provocado por una falta de relación con otras personas y una desvinculación con el entorno, es una soledad que duele”, explicaba hace unas semanas Toni Bruel, Coordinador general de Cruz Roja Española, durante la presentación del multicanal ‘Cruz Roja TE ACOMPAÑA’, un servicio de información y acompañamiento para situaciones de aislamiento social.

Qué es ‘estar bien’

Entonces, ¿qué es ‘estar bien’, qué es ese opuesto a sentir ansiedad, tristeza o dolor? Para la psiquiatra Marta Carmona, “estar bien psíquicamente sería, en lo individual, tener la capacidad de sobreponerse a aquello que va pasando, pero a la vez tener capacidad para identificar qué es lo que no se debe tolerar y para responder tanto individual como colectivamente ante las cosas, para tomar decisiones sobre la propia vida, para construir un proyecto vital”. En otras palabras, “tener responsabilidad y soberanía sobre el propio proyecto de vida”.

Es importante un cierto arraigo, ya sea mediado al territorio, a la familia o a la comunidad escogida

Carmona también hace referencia a las redes de apoyo como elemento para ese ‘estar bien’ (la psiquiatra prefiere este término al de “bienestar” porque le parece algo contaminado por el marketing). “Incluso quienes escogen una vida solitaria tienen que tener alguien a quien poder recurrir en caso de necesidad”, afirma Carmona, de modo que “es importante un cierto arraigo, ya sea mediado al territorio, a la familia o a la comunidad escogida”. 

Asimismo, es fundamental una cierta seguridad de poder hacer frente no sólo a las necesidades cotidianas, sino también a las imprevistas; es “saber que si mi casa un día está en llamas, alguien va a venir a apagar el fuego y voy a tener una casa a la que poder acudir”, dice la experta. 

La definición de buena salud mental tiene que ser compatible tanto para las personas que no tienen ningún problema clínico como para las que sí, que tienen derecho a estar mejor

A medida que va elaborando su respuesta, Marta Carmona hace una aclaración: “La definición de buena salud mental tiene que ser compatible tanto para las personas que no tienen ningún problema clínico como para aquellas que sí lo tienen pero que tienen derecho a estar mejor”. Es decir, una persona con un diagnóstico de esquizofrenia, o con estrés postraumático, también debe aspirar a ese ‘estar bien’, a unas “buenas condiciones de vida”, a cierta soberanía sobre el proyecto vital y sobre su tiempo, a unas redes de apoyo y a “poder acceder a experiencias reparadoras, ya sea a través de técnicas psicoterapeutas o en la comunidad”.  

Las personas con conductas suicidas y sus allegados pueden recibir ayuda las 24 horas en el teléfono 024, llamando al 112 o contactando con el Teléfono de la Esperanza (717 00 37 17). Aquí puedes encontrar más información sobre asociaciones y aplicaciones para la prevención del suicidio.

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es