La 'táctica de los mil cortes': la tortura china que inspira a Ucrania contra Rusia

La 'táctica de los mil cortes': la tortura china que inspira a Ucrania contra Rusia

La ofensiva de Kiev no rompe con una batalla decisiva y hay analistas que defienden que, lejos de ser un fracaso, es un plan bien medido, un intento de desgastar poco a poco a las tropas de Moscú, hasta la victoria final.  

Soldados ucranianos disparan contra posiciones rusas en el frente de Zaporiyia, el pasado 24 de junio.Efrem Lukatsky / AP

La ofensiva de Ucrania contra Rusia para recuperar ese 20% de país que permanece aún en manos invasoras camina lenta pero segura. Tras las dudas que generó su retraso -se esperaba en primavera y arrancó en junio-, ahora hay quien esperaba resultados espectaculares en poco tiempo y, como no llegan, se hace preguntas. El presidente Volodimir Zelenski habla de éxitos y desde el Kremlin no pueden sacar a relucir más que un puñado de tanques neutralizados. O sea, va por buen camino, pero "esto no es Hollywood", como repiten desde Kiev. 

Esta misma madrugada, Zelenski ha vuelto a decir en una entrevista con la Agencia EFE que hay que tener "paciencia" ante el ritmo al que se avanza, poniendo en valor la importancia de que sus tropas hayan tomado la iniciativa en el campo de batalla. "Hay que tener paciencia si queremos vencer, y nosotros queremos", afirmó. La contraofensiva, asume es "complicada" y posiblemente "más lenta” de lo anhelado, un hecho que reconoció preguntado por las elecciones de Estados Unidos del año que viene, para las que Washington querría que el conflicto con Rusia estuviera finiquitado. 

Los analistas, que llevan también 17 meses de ofensiva a sus espaldas y buscan maneras nuevas de explicar lo que ocurre en el campo de batalla, han empezado a hablar ahora de la táctica de los mil cortes, un antiguo tipo de suplicio chino que les sirve de metáfora. Básicamente, se resume en que Ucrania está apostando por hacer pequeños daños a Rusia, en muchas partes, hasta la victoria final, en vez de buscar una gran batalla, decisiva, que todo lo cambie. El final, anhelan, será el mismo: la expulsión de Moscú de su territorio soberano. Los medios que aplican son los acordes a su momento y lugar, por más que haya que buscarlos en el año 900. 

¿De qué estamos hablando?

La muerte por mil cortes, también llamada muerte de los mil y un cortes o muerte de los cien pedazos (Ling Chi, en chino) es un castigo que se registró en tiempos del emperador Taizu de Liang, hacia el año 900 d.C. y que se siguió aplicando hasta principios del siglo XX. Este suplicio o tortura, previo o posterior a la aplicación de la pena de muerte, se aplicaba a personas que habían cometido delitos muy graves, como el parricidio o matricidio, la alta traición, el asesinato en masa, la muerte del amo o del superior (del jefe al comandante). 

El plan era verdaderamente endemoniado: se desnudaba al reo y se le ataba a un poste donde, una vez inmovilizado, se le iban infligiendo multitud de cortes pequeños pero evitando dañar venas o arterias, que ni sangraran al principio, para ir profundizando poco a poco, erosionando a la vez el cuerpo y la voluntad del condenado a puro dolor y terror, teniendo en cuenta que la persona se mantenía consciente buena parte del proceso. 

A la hora de aplicarse, hay variantes según épocas, delitos y verdugos, que lo mismo podían aplicar cientos de cortes que miles. Pero siempre acababa igual, con el condenado muriendo poco a poco y viendo cómo, tras los cortes, llegaba el descuartizamiento, primero con cortes de piel y músculos y, luego, de extremidades, ojos o genitales. Si llegados a ese punto las víctimas aún seguían con vida, se procedía a la extracción de algún órgano vital o a la decapitación. Fin. 

Si quien lo condenaba tenía algo de entrañas o si había billetes de por medio, en ocasiones el que iba a morir lo hacía con menos lentitud, se acortaba su agonía o se le daba opio para que fuera menos consciente de ella. Los pedazos del cuerpo eran depositados ante el reo hasta que no podía más y moría. 

No es un cuento chino, por más que algunos detalles fueran estirados y exagerados como parte de la mala prensa contra China, para pintarla falsamente de atrasada. Hay documentos gráficos de primeros del siglo pasado (las últimas referencias de su uso datan de 1912) que dan cuenta de lo durísima que era la táctica de los mil cortes. A veces se aplicaba como una humillación pública y para hacer pasar al condenado por un adiós doloroso y lento, y a veces, en cambio, era un escarnio post mortem, algo menos atroz. 

En cualquier caso, se ha documentado como una manera de generar pavor entre la población y disuadir de más delitos o incluso ni eso, un plan para anular meras rebeliones laborales ante patrones bien situados con emperadores y mandamases.

Uno de los casos documentados en los que se aplicó esta tortura fue al misionero español fray León de San José, un agustino recoleto que fue capturado por los piratas moros tirones en la isla de Mindoro, en Filipinas, el 23 de octubre de 1739 y enviado a trabajos forzados en la diminuta isla de Lío. Acabó siendo torturado por los piratas, en una zona en la que la influencia de estas malas artes fue importante, como en Vietnam o las Coreas. 

Más allá de la parte física, terrible, esta tortura tenía una hondura espiritual importante, porque el confucianismo tiene como uno de sus principios esenciales la "piedad filial", que desde luego se borra si se altera el cuerpo; un cuerpo que, si se mutila, tampoco puede estar íntegro en la vida espiritual tras la muerte. Una doble condena para los creyentes, en la vida terrenal y en la celeste. 

¿Y qué tiene eso que ver con Ucrania?

Explicada la inspiración, volvamos al siglo presente, donde hay cosas, como las guerras, que cambian poco desde el 900 a hoy, de China a Europa. Recientemente se han publicado artículos que recurren a esta idea de que Kiev está intentando acabar con Moscú poco a poco, no con una gran andanada, más propia de guerras de otro tiempo. Por ejemplo, está el del historiador Gonzalo Manuel Vallejo Quevedo en la Revista Ejércitos y el del coronel de Artillería Carlos Tejada Fernández en la Ejército, la revista del Ejército de Tierra español.

Parten de una conclusión pareja: que las guerras se han transformado y ya, "salvo casos excepcionales, han dejado de ganarse mediante una sola acción crucial". A lo largo de esta ofensiva hemos centrado la atención en Jersón, Jarkov, Kiev, Zaporiyia, Odesa, Mariupol... donde los combates y, por tanto, la actualidad, se han concentrado por rachas, pero siendo importantes, ninguno de los movimientos registrados ha puesto la victoria o la derrota en un lado. 

Así era hasta la Primera Guerra Mundial, dicen los expertos, cuando se concentraba el grueso de los efectivos en una posición y, en función de los medios y la coyuntura, se atacaba y se daba un golpe total. Luego, dicen, "los ejércitos se masificaron y los avances tecnológicos cambiaron radicalmente la manera de hacer la guerra, impidiendo la batalla decisiva". 

En el caso de Ucrania, a tenor de las semanas de ofensiva acumuladas desde junio y de su actitud al presentar batalla desde primavera, parece que está optando por ir a por los mil cortes, más que a por la galopada final. "Al fin y al cabo, un millar de ellos pueden matar igual que una decapitación (...), pero causando dolor", escribe Tejada, citando a Vallejo. "De hecho, si uno utiliza un buscador, encontrará que esta era una antigua forma de tortura china, conocida como ling chi y reservada a determinados reos de muerte hasta principios del siglo XX, de la que quedan desagradables escenas, pues se trataba de prolongar en lo posible la agonía seleccionando cuidadosamente los lugares donde se produciría la siguiente incisión, tal y como hicieron los ucranianos durante los primeros meses del conflicto: cirugía táctica con resultados estratégicos", añade. 

Una batalla que destruya o incapacite al contrincante es lo que Rusia buscó en las primeras jornadas de la guerra, cuando invadió Ucrania por diversos flancos pero tenía en mente, sobre todo, hacerse con Kiev, la capital. En lo estratégico, dicen los que saben, su toma era "el golpe definitivo". El presidente ruso, Vladimir Putin, entendía que si lo lograba dar eliminaría al gabinete de Zelenski, Ucrania no entraría nunca en la OTAN (ni en la UE), podría rusificar el territorio como había hecho con partes del Dombás y con Crimea desde 2014 y anexionarse el país si fuera necesario, si no bastaba con un satélite en Kiev. Pero se produjo un "fracaso táctico" que fue de "tal magnitud" que hubo que "rebajar el nivel de ambición". Todos recordamos la serpiente de tanques que nunca llegó a la ciudad.  

Aquello dejó claro que no, no era esta una guerra de pocos días, y que a veces las cosas hay que hacerlas poco a poco, como defendían los torturadores. Mejor hacer las cosas poco a poco, bien, pero con dolor. En dos días, Ucrania ha recuperado ahora lo que Rusia ocupó en dos meses, planta cara en el sur y en el este y se muestra fuerte pero contenida. En Moscú, aunque Putin trata de enfatizar que la ofensiva no tira, hay oficiales rusos que constatan el daño que está causando la reconquista

Sin estridencias pero con avances ya cosechó Ucrania la mayor victoria hasta ahora, a finales del verano pasado, en Jersón. El mundo se sorprendió, un día, pero llevó mucho lograrlo. Los analistas entienden que podríamos estar en e mismo escenario, en el de no dar cuartos al pregonero, cuando además es mucho más complicado atacar que defender. Pistas, las justas, como bien ha ordenado el presidente Zelenski a su equipo. Ir encadenando ataques en apariencia menores, hacerlos más grandes cuando haya oportunidad y contarlo cuando interese. 

Esta actitud multiplica las especulaciones -sobre todo en foros de aficionados- sobre si se están usando y usando bien los medios que Occidente ha proporcionado a Kiev para esta batalla sostenida, pero poco parece importar eso a Ucrania, que va a lo suyo. Su "maniobra táctica con objetivos operacionales" ahora tiene información exterior muy valiosa, la formación de su personal de las Fuerzas Armadas en países amigos, un armamento más moderno que el ruso, "comunicaciones en tiempo real" hasta en pequeñas unidades y hasta una ventaja extra: una doctrina menos férrea, más flexible que la rusa, para aplicar en sus filas, que ayuda al despliegue.

Así se pueden ir acometiendo "batallas coordinadas, continuadas y sostenidas en el tiempo", pese a que la fatiga de guerra lleve tiempo presente en un conflicto que Moscú deseaba y creía raudo. Kiev está haciendo un poco de todo, dando batallas variadas, teniendo en cuenta que ha partido de dos realidades que no le van bien: "no tiene fuerza de maniobra operativa" para cortar o envolver el avance de las tropas rusas, y debe atender "extensísimos flancos" de los diversos frentes enemigos, un "lujo operativo" que fue, dicen, un error del Kremlin. 

Hay noticias de ataques directos a tropas concentradas, pero también de hostigamiento a líneas de suministro y sistemas de estrategia y uso de artillería de precisión "hábil y astuta" que lleva, sumado, a presión y desgaste, cual navajazo tras navajazo. "Minimizan" sus deficiencias y "maximizan" sus virtudes, mientras ven por dónde hay debilidades rusas que atacar. 

La duda está en si sus oficiales mantendrán esta estrategia sostenida en el tiempo o es una acumulación que precede a una ofensiva mayor, a operaciones coordinadas a gran escala, que impliquen a muchas unidades y varios objetivos. En nada volverán el frío y la nieve, el terreno se volverá impracticable y será muy difícil batallar.