¿No había ofensiva ucraniana en primavera? Las razones del retraso y los posibles planes de ataque

¿No había ofensiva ucraniana en primavera? Las razones del retraso y los posibles planes de ataque

Hay desabastecimiento, no llega toda la ayuda aliada, hay desgaste por bajas en frentes como Bajmut y el terreno se ha complicado, pero está en marcha.

Soldados de la 79ª Brigada de Asalto ucraniana aguardan cerca del frente de Marinka, en Donetsk.Marko Djurica / REUTERS

Estaba en todas las previsiones del año, allá por Navidad: en 2023, sería clave la ofensiva de primavera de Ucrania contra Rusia, su invasor, un contraataque con el que la guerra podía quedar completamente condicionada. Eso era hace meses. Estamos a mediados de abril y la ofensiva no se ha materializado. Los Gobiernos, empezando por el de Kiev, siguiendo por sus aliados y acabando por sus adversarios, constatan que la habrá, pero nadie sabe cuándo ni dónde se desplegará. 

La pregunta es por qué se retrasa. La respuesta, multicausal: básicamente, hay desabastecimiento (de medios y de munición), no llega aún toda la ayuda de los aliados occidentales, hay desgaste por bajas en frentes muy cruentos (sirva Bajmut de ejemplo) y el terreno, además, es casi impracticable, todo barro tras el hielo del invierno. 

Ahora mismo, hay prácticamente mil kilómetros de frente de guerra activo, entre la desembocadura del crucial río Dnieper hasta la frontera con la propia Rusia. Hablamos del todo el sureste de Ucrania. Los de Volodimir Zelenski lograron grandes avances el año pasado, en Jerson y Jarkov, pero de eso hace meses. Ha sido este un tiempo de consolidar lo reconquistado e impedir nuevas pérdidas, más que de reconquista. Los de Vladimir Putin, por su parte, lanzaron su ofensiva de invierno sin lograr avances significativos más que en Bajmut, donde supuestamente sus mercenarios del Grupo Wagner controlan el centro de la ciudad, pero no lo tienen todo, ni las determinantes carreteras ni los trenes, aunque sí que han mejorado en coordinación con las tropas rusas propiamente dichas, según el Ministerio de Defensa de Reino Unido. Su avance es muy lento. Intentaron golpear antes de la primavera y la anunciada ofensiva ucraniana, cuando ya se esperaba un enemigo más armado, robustecido, pero Rusia no ha aprovechado ese adelanto. 

El mundo espera el ataque ucraniano, con este contexto como fondo, el de un conflicto que no está enquistado, porque hay movimiento, pero sí ralentizado. Kiev, por más que retrasados, tenía unos planes, pero se han visto modificados en parte por los obstáculos ya citados y por uno verdaderamente inesperado: la filtración de documentos del Pentágono estadounidense de este trimestre que relataban el estado de su ofensiva, sus carencias y dudas. A saber: debilidades clave en armamento, en defensa aérea y en el tamaño y preparación de sus batallones y de las nuevas unidades que batallarán con material occidental. 

Por ejemplo, se ha sabido que a mediados de mayo como tarde Ucrania agotará sus misiles, el mismo mes en el que sus defensas aéreas "se reducirían por completo". También, que la Administración de Joe Biden tiene dudas sobre el éxito de la ofensiva en sí. Entiende que los problemas para generar y mantener las fuerzas necesarias para el ataque -esas que los analistas dicen que ha de ser de tres a uno- podrían llevar a "modestas ganancias territoriales". O sea, a que no merezca la pena. A Washington tampoco le gusta que Ucrania queme armamento como lo está haciendo, manteniendo frentes brutales como el de Bajmut, cuando los arsenales tiritan. 

Ahora mismo, como han reconocido asesores de Zelenski y portavoces del Ministerio de Defensa ucraniano a diversos medios internacionales, están trabajando en buscar las  vulnerabilidades rusas, algo que les salió muy bien en su andanada del pasado septiembre. Deben hacerlo bien, porque más tarde o más temprano, será crucial para el devenir del conflicto, por más que ya se asuma en todos lados que no, no será determinante para acabar con el conflicto este mismo año. EEUU, en esos documentos secretos de su Departamento de Defensa que han rulado por las redes sociales, asume que en 2023 es inviable la paz y hasta sentar a las partes en una mesa de negociación. El mayor general Kyrylo Budanov, jefe de la Inteligencia de Defensa de Ucrania, dijo en una entrevista, el mes pasado, que Rusia y Ucrania pelearán “una batalla decisiva esta primavera, y esta batalla será la última antes de que termine esta guerra”.

Los preparativos están en marcha, pero es general el convencimiento de que debe primar la prudencia. Hacerlo antes de tiempo puede ser un desastre. Un fracaso absoluto que Ucrania, por más que esté manteniendo el tipo sorprendentemente, no se puede consentir. "Antes de nada, tiene que maximizar sus capacidades. Nadie puede predecir nada en esa guerra, pero hay una cosa cierta: sin los preparativos esenciales y básicos, el desastre es lo más probable", sostiene el coronel español retirado Manuel Gutiérrez. A su juicio, entre esos esenciales está "la finalización del entrenamiento y la integración de nuevas unidades, la degradación de la retaguardia rusa, la formación de una cadena logística resistente y mejor inteligencia en tiempo real". En estas operaciones, constata, "hace falta de todo, desde grandes cantidades de combustible a municiones, pasando por alimentos, suministros médicos o repuestos; eso hay que tenerlo en cuenta también".

Ucrania está creando ya varios cuerpos nuevos, cada uno de los cuales comprendería varios miles de soldados. En ellos ensamblará todo lo nuevo que le ha llegado y para lo que sus uniformados han recibido entrenamiento en países como España: los nuevos tanques occidentales, los primeros cazas de Polonia y Eslovaquia (de los que Zelenski se queja porque son bastante antiguos), vehículos de combate de infantería, vehículos con ruedas y otros equipos, sobre todo de ingeniería. Las Inteligencias de EEUU y Reino Unido han constatado que no están listas, pero lo estarán en breve tiempo. 

Kateryna Stepanenko, investigadora del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés) basado en Washington escribe que "fuentes ucranianas ya han telegrafiado que están formando o se han formado de seis a nueve nuevas brigadas para contraofensivas". No es mucho, pero es un comienzo. No deja de especularse con una movilización mayor de efectivos pero, aunque llegase, necesita tiempo también de formación. Su entrada en liza no es inmediata. 

Por dónde tirar

Hablamos siempre de lo que hará Ucrania porque los datos sobre el terreno no dan a entender que Rusia vaya a montar otra ofensiva. El desgaste en el Donbás y en Bajmut concretamente es tan grande que es muy complicado lanzar algo organizado en corto plazo, tras el intento de adelantarse de invierno. El Kremlin ahora quiere estabilizar los frentes más activos y alargar la guerra, con el desgaste que genera, porque sabe que aún tiene más aguante que Ucrania y que puede llegar cierto cansancio de los amigos occidentales. Los medios afines a Putin publican estos días la posibilidad de una andanada en el norte, en la zona de la capital, desde Bielorrusia, pero parece poco realista. Aguantar, contener, agotar, parece más lógico. Las miradas, por eso, están en lo que decidan en los despachos de Kiev. 

El mes pasado, el presidente del Estado Mayor Conjunto de EEUU, el general Mark Milley, dijo: "Los ucranianos están moviendo las cosas en estos mapas para determinar cuál es su mejor curso de acción, y determinan las ventajas y desventajas de los riesgos asociados". Fue en una intervención en la que dejo ver que Kiev y Washington habían llevado a cabo simulacros “sobre la mesa”, con altos funcionarios. De esa comparecencia salieron algunas pistas posibles: operaciones para atacar centros logísticos, bases de retaguardia y almacenes de municiones muy por detrás de las líneas del frente de los rusos, empleando armas occidentales de largo alcance, como el HIMARS y, también, con operaciones de sabotaje. Ya ha habido un aumento en este tipo de ataques en el sur de Zaporiyia y Crimea, indica la CNN.

Eso, respecto al tipo de ataques. El dónde es complicado de prever, también, pero hay varias apuestas. Gutiérrez señala el "interés" en el sur, en ir a por Meritopol y Mariupol a través de Zaporiyia. "Es lo que presenta mayor beneficio", señala, ya que "es una oportunidad para dividir el corredor terrestre ruso hacia Crimea y recuperar algunas de las mejores tierras de cultivo de Ucrania, de gran riqueza". Aparte de Mariupol, gran parte del sur ha sufrido menos destrucción que las ciudades del este de Ucrania. No sólo portaría físicamente la conexión con la península anexionada unilateralmente por Moscú hace nueve años, sino que "abriría la posibilidad de tener una salida al mar de Azov", igualmente estratégico en lo defensivo y en lo comercial. 

Un ataque exitoso hacia el sur, añade, haría "insostenible" la defensa de Rusia de partes de Jersón, donde todavía hay tropas de ocupación desplegadas y "podría allanar el camino" para que Ucrania recupere el control de la planta de energía nuclear de Zaporiyia y el canal que suministra agua dulce a Crimea, en manos rusas. "Más que el este, el sur es decisivo ahora por lo que supone de avance propio y de desaguisado para el contrario". 

No es el único escenario en mitad de las elucubraciones que se hacen, "con toda prudencia", como repite insistente el militar. Ucrania, dice, podría también optar por cruzar el río Dnieper, completando ese intento de presionar a Crimea. Y en el Donbás, donde la guerra lleva desde 2014, se podría optar por atacar en las zonas mineras, para recuperar también sus materias. Casa con los tipos de ataque manejados con EEUU. 

Los frentes no tienen por qué ser únicos. Uno no descarta a los demás, se pueden superponer. "Sería, de hecho, lo acertado si se quiere cambiar el curso de la guerra, haciendo que la ofensiva en el sur y en el este se apoyen entre sí, porque eso causará a Rusia problemas extra de despliegue o de logística. El problema, como siempre, es si Ucrania está en condiciones de emprender todo eso a la vez. La respuesta es que hay serias dudas, a día de hoy", concluye.

En su diagnóstico, sí entiende que hay que afrontar lo que venga con la idea "clara" de que habrá mucha información confusa y propaganda, de los dos lados, sobre lo que realmente está pasando y recuerda que a los ucranianos les sirvió en otoño lanzar "falsas señales" que acabaron en un ataque por sorpresa. También remarca que hay que estar preparados para que los resultados de la ofensiva se vean "con el tiempo", más que de inmediato. 

Y luego está la respuesta rusa. Una cosa es que no ataque, otra que no reaccione. Ha utilizado los últimos meses para construir múltiples capas de defensa, especialmente en el sur, dice la Inteligencia de Londres. Es posible que tengan listas fuerzas móviles de contraataque. Hay una cosa importante de la que carecen: entusiasmo. La movilización de otoño-invierno ha movido mucho las cosas, no hay victorias potentes que llevarse a la boca; aparte de Bajmut, han estado tratando de romper las defensas ucranianas en cuatro zonas principales y no lo han logrado. Mientras, se multiplican los informes de disidencia y liderazgo deficiente, además de peleas internas entre las distintas facciones defensivas que influyen en el Kremlin. El fantasma de una nueva movilización masiva planea sobre los civiles rusos. El agotamiento es grande. 

Los medios y su integración

Los informes del ISW indican que los ucranianos están mostrando una "progresiva mejora" en sus fuerzas terrestres, que tienen ya a personal formado para llevar tanques Leopard 2 y Challenger, que sus defensas antimisiles "progresan" y más que lo harán con la llegada prevista de los Patriot de EEUU, capaces de derribar misiles de crucero y misiles balísticos de corto alcance y aeronaves a una mayor altitud que hasta ahora no podían tocarse. El primer grupo de soldados ucranianos que entrenó con los Patriots ya está de vuelta en Europa, pero ahora viene el verdarero reto de todo lo anterior: la integración. 

"Ucrania necesita aumentar sus capacidades para la guerra de armas combinadas antes de su contraofensiva. Esto requiere un alto grado de coordinación entre varias brigadas ucranianas y la integración de fuegos para apoyar la maniobra", señala el tanque de pensamiento norteamericano. Hasta ahora, es algo que los ucranianos no han tenido que abordar y, aunque tienen asesoramiento exterior, es un paso que deben llevar en el terreno con sus propias manos. Esta semana, la BBC ha informado, con los papeles del Pentágono como fuente, que hay al menos 50 agentes occidentales trabajando dentro de Ucrania, pero esta tarea es cosa de Kiev.  

Durante los últimos meses, los ucranianos han estado recibiendo equipos vitales para cualquier acción ofensiva: municiones de demolición, hardware para remoción de minas, capacidades de puente móvil y MRAP (que son vehículos resistentes a minas). Además, más de 4.000 soldados ucranianos han completado su entrenamiento en armas combinadas en Alemania, incluidas dos brigadas equipadas con vehículos de combate Bradley, suministrados por EEUU, y vehículos Stryker, fabricados en EEUU, añade en ISW. Todavía se están entrenando en Alemania dos batallones de infantería motorizados compuestos por 1.200 soldados ucranianos.

"Esto es importante", asumen los analistas, porque se necesitará que los ucranianos "crucen obstáculos con armas combinadas para irrumpir y penetrar las defensas rusas, que incluyen minas, armas antitanque, zanjas, dientes de dragón y la mejora de los obstáculos naturales". Es, posiblemente, una de las tareas más complejas en el mundo de la defensa. 

La ayuda occidental ha tratado de abordar la brecha de capacidad clave de Ucrania en cuanto a munición, también, pero se viene de un desgaste tremendo que complica la reposición. Según datos publicados por el Gobierno estonio, los soldados rusos disparan entre 20.000 y 60.000 balas al día y los ucranianos, de 2.000 a 7.000. La Unión Europea trabaja en solventar específicamente ese problema, crucial, y anunció el mes pasado un plan que, entre otras cosas, aportará un millón de balas en los próximos 12 meses. Tuvo luz verde el pasado viernes, tras semanas de debate jurídico. Hay que afinar quién produce, empresas y países, o si se puede recurrir a otros mercados si hace falta. 

"Estaremos hasta que sea necesario", enfatizó hace pocos días el secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin. La frase que siempre se repite y a la que nadie sabe poner calendario. "Ahora lo que Ucrania quiere hacer (...)  es establecer o crear impulso y establecer condiciones en el campo de batalla que sigan a su favor", señaló. Pero antes de comprometerse con la ofensiva, ha de tenerlo bien claro. Lleva un año largo tratando de resistir, agotar al enemigo y contraatacar luego. No le ha ido mal para el gigante al que se enfrenta. Spring is coming.