"El alto el fuego (...) para conmemorar el 80 aniversario de la Gran Victoria ha comenzado", anunció la agencia oficial de noticias rusa Ria Novosti. Pero no fue así. Ucrania nunca aceptó esta tregua y la calificó de operación de comunicación, pidiendo en cambio un alto el fuego de 30 días, firme. Horas antes de que la orden de Vladimir Putin entrara en vigor, Rusia y Ucrania ya intercambiaron ataques aéreos, lo que provocó el cierre de aeropuertos en el lado ruso y dejó al menos dos muertos en el lado ucraniano.

El Kremlin dijo que las fuerzas rusas respetarían el alto el fuego pero responderían "inmediatamente" si Ucrania lanzaba ataques. Ha sido algo más que eso: el Ejército ucraniano registró un total de 193 combates en toda la línea del frente durante el primer día de la tregua de 72 horas declarada de forma unilateral, según el parte publicado este viernes por el Estado Mayor de Kiev. La mayor parte de los combates se produjeron en el frente de Pokrovsk de la región oriental de Donetsk, donde las fuerzas ucranianas repelieron 71 ataques rusos.

Además, las fuerzas del Kremlin emplearon durante la jornada 32 bombas aéreas y más de 2.600 drones. Ucrania registró además cerca de 4.000 casos en los que Rusia abrió fuego con sistemas de artillería.

Como ya hizo durante la tregua de 30 horas de Pascua declarada por Moscú, Rusia sí detuvo, según reflejan los partes de los componentes del Ejército ucraniano, los ataques a larga distancia con drones y misiles.

En su discurso el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, renovó su llamamiento a un alto el fuego de 30 días. "No retiramos esta propuesta, que podría dar una oportunidad a la diplomacia. Pero el mundo no ve ninguna respuesta de Rusia", afirmó.

Putin anunció el alto el fuego el 28 de abril en un gesto "humanitario", tras la presión de Estados Unidos para que Rusia ponga fin a sus ataques contra Ucrania desde 2022.

Desde su investidura en enero, el presidente estadounidense Donald Trump ha intentado negociar un alto el fuego duradero entre Moscú y Kiev. Pero no logró obtener ninguna concesión importante del Kremlin. Como resultado, desde el martes, al menos 350 vuelos han sido cancelados o retrasados y al menos 60.000 pasajeros se han visto afectados, según la asociación de operadores turísticos rusos.

Los ataques han suscitado preocupaciones sobre el orden de las ceremonias del 9 de mayo, este Día de la Victoria sobre los nazis en la Segunda Guerra Mundial.  Los primeros líderes extranjeros llegaron ayer a Moscú, entre ellos el presidente chino, Xi Jinping, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y el presidente venezolano, Nicolás Maduro. Hubo anoche una cena de gala ofrecida por Putin. "Propongo brindar por una generación de vencedores, por la gran victoria, por la paz y la prosperidad, por ustedes, por nuestros amigos", dijo durante el banquete. Putin agradeció encarecidamente la presencia en Moscú de los jefes de Estado y de Gobierno de casi una treintena de países. "No olvidaremos a nuestros aliados y camaradas en la sagrada lucha (contra el nazismo)", dijo.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo el miércoles que su país había tomando "todas las medidas necesarias" para garantizar la seguridad de las conmemoraciones, que culminarán el viernes con un desfile militar en la Plaza Roja. El presidente Zelenski también advirtió que Ucrania no puede garantizar la seguridad de los líderes que viajan a Moscú y enfatizó que Rusia tiene "derecho a preocuparse" por la seguridad del desfile, según News.ro.

Las celebraciones del 9 de mayo ocupan un lugar central en el culto patriótico promovido por el Gobierno ruso, que ha establecido un paralelismo entre la ofensiva lanzada en Ucrania en febrero de 2022 y la guerra contra la Alemania nazi.