30 años evitando que hundan el arcoiris

30 años evitando que hundan el arcoiris

Los frutos del trabajo son las victorias medioambientales, el despertar de la conciencia contra el cambio climático y la lucha por la protección del Ártico o de las aguas de Canarias, Baleares o el Mar de Alborán. Por otro lado, los retos que tenemos por delante son muchos.

El pasado 29 de mayo, cuando en Greenpeace celebrábamos nuestro 30 aniversario, recibí una llamada de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente. Nos citaban a las tres de la tarde sin agenda previa. Pensé que lógicamente no sería para celebrar nuestras treinta primaveras. Y por desgracia así fue. Llamaban a las organizaciones ecologistas para anunciarnos, un par de horas antes que a los medios de comunicación, que las prospecciones de Repsol en Canarias habían recibido la bendición de la parte medioambiental del MAGRAMA, el ministerio trino. El termómetro de la indignación se elevó varios grados en pocos minutos. No daba crédito a lo que estaba escuchando. Buscar petróleo a escasos 10 kilómetros de uno de los 10 Lugares de Interés Comunitarios propuestos por el Gobierno español, las joyas de la naturaleza de la UE, una zona única por su riqueza en cetáceos, era aceptable por su escaso impacto ambiental. Automáticamente pensé que tras treinta años batallando contra los desmanes ambientales, denunciando a quienes los ocasionan y señalando a los que los toleran, vendrían otros treinta años más o el tiempo que sea necesario de lucha para que la codicia de unos pocos, en este caso Repsol y el ministro Soria, no arruine un mundo verde y en paz para las siguientes generaciones.

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El próximo domingo el buque de Greenpeace Rainbow Warrior llegará a Valencia, para navegar después hacia Ibiza y Mallorca, en el contexto de una campaña internacional que pretende denunciar el absurdo de buscar petróleo a miles de metros de profundidad en aguas del Mediterráneo o del Atlántico, en el caso de Canarias, cuando la independencia energética de Europa clama por las renovables y las interconexiones eléctricas entre sus Estados miembro.

Han sido 30 años trabajando en campañas globales y locales. Y los frutos del trabajo son las victorias medioambientales, el despertar de la conciencia contra el cambio climático y la lucha por la protección del Ártico o de las aguas de Canarias, Baleares o el Mar de Alborán.

Durante estos treinta años se alcanzó la prohibición permanente del vertido de residuos radiactivos y tóxicos en alta mar. La prohibición de los compuestos dañinos del ozono. La firma del Tratado de Prohibición total de Pruebas Nucleares en el mar. La Adopción del Protocolo de Kioto o la Firma del Tratado de Ottawa prohibiendo las minas antipersona. La prohibición de las redes de deriva, conocidas como las cortinas de la muerte, en la Unión. Acuerdo de cierre de la central nuclear de Zorita. La UE aprueba la obligatoriedad de informar de la presencia de transgénicos en los alimentos. La entrada en vigor de la Ley de Comercio de Armas. O de la legislación europea REACH para sustituir los compuestos químicos más tóxicos. La aprobación del Tratado internacional que prohíbe las bombas de racimo. Europa prohíbe la importación de madera ilegal procedente de los últimos bosques primarios del planeta. Gigantes de la moda en el mundo se comprometen a la eliminación de sustancias tóxicas en la fabricación de sus prendas. España, a pesar de las trabas del Gobierno, es uno de los tres países (junto con Alemania y Dinamarca) con mayor nivel de aprovechamiento de renovables en todo el mundo. Se consigue la conciencia internacional por el Ártico. Más de cinco millones de personas apoyan la creación de un santuario en el Ártico, más de 200.000 son de España. El Tribunal Internacional del mar declara ilegal la caza de ballenas en la Antártida.

Por otro lado, los retos que tenemos por delante son muchos. Frenar el cambio climático, cambiar el modelo basado en energías fósiles por uno basado en energías renovables, apostar por una agricultura sostenible y por un futuro para los océanos que los libere de la sobrepesca y la contaminación, proteger los últimos bosques primarios del planeta o lograr un santuario en el Ártico. En nuestro país seguiremos luchando por parar proyectos como las prospecciones de petróleo en Canarias y Baleares, fomentar las energías renovables, cerrar las nucleares, acabar con símbolos de la destrucción de la costa como el hotel de El Algarrobico, trabajar por una agricultura sostenible o para que no entre en vigor la Ley mordaza, que pone en riesgo el derecho de la protesta pacífica para cambiar el mundo. La Ley de Seguridad Ciudadana que planea el Gobierno tiene como objetivo que cada día sea más difícil protestar de forma pacífica para Greenpeace y para todas las organizaciones y sociedad en general.

En Greenpeace seguiremos ejerciendo nuestro derecho a la protesta pacífica con el que tantas victorias y avances se han conseguido en la protección del medio ambiente y seguiremos insistiendo para cambiar leyes que nos restringen a todos los derechos y que impiden el cambio y el avance hacia un mundo mejor.