Blanca, veinteañera, razonablemente atractiva, delgada, hablante nativa de inglés, de buena familia. Este era mi perfil y el de la gente de mi alrededor. Cumplía bien los requisitos para trabajar en una tienda de ropa, pero no en un McDonald's al lado de aquellos que no podían permitirse algo mejor.
Hace cosa de un mes, tras años trabajando en el diseño de varias empresas, creando sitios web para pequeños clientes, mejorando iniciativas y trasteando con proyectos de poca monta, Apple me ofreció una entrevista y, al final, un contrato para un puesto como diseñador de móviles.