El fiasco de Sumar y Podemos en el País Vasco evidencia los problemas de la izquierda estatal para arraigar en territorios

El fiasco de Sumar y Podemos en el País Vasco evidencia los problemas de la izquierda estatal para arraigar en territorios

Primero fue Galicia y ahora el País Vasco. La izquierda no soberanista estatal no consigue implementación territorial si no es con partidos regionalistas.

La ministra de Trabajo y coordinadora general de Sumar, Yolanda Díaz.EFE / EPA / OLIVIER HOSLET

Queda lejos aquel diciembre de 2015, cuando en las elecciones generales Podemos fue el partido más votado en el País Vasco, con 316.441 votos, por encima de PNV y EH Bildu. Nueve años después, la izquierda no soberanista es, en el País Vasco, casi irrelevante. De seis diputados que tenía Elkarrekin Podemos después de las últimas autonómicas, ahora solo tiene uno, de Sumar.

La tónica comienza a ser habitual: allí donde existe una izquierda soberanista, o una izquierda enraizada en el territorio, la estatal no consigue encajar. Pasó ya en Galicia, donde Sumar y Podemos, por separado, no llegaron al 3% y se quedaron fuera del Parlamento. En el País Vasco, la formación de Yolanda Díaz ha conseguido, al menos, un diputado con el 3,34% de los votos, no así Podemos, que con el 2,25% se ha quedado fuera. Entre ambos partidos, sumarían el 5,59% y 58.771 votos, unos apoyos a los que el candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, se refirió anoche tras su histórico resultado: “Adoptamos el compromiso de representar también a esos 50.000 votos”, dijo.

Pese al resultado, el portavoz de Sumar, Ernest Urtasun, ha celebrado este lunes su “presencia en el Parlamento vasco”. “Desde Sumar teníamos un objetivo, que era estar en las instituciones del País Vasco: ayer no estábamos y hoy lo estamos”, ha defendido. El asunto, sin embargo, es cuanto menos singular. El único diputado que tendrá Sumar en el Parlamento vasco es Jon Hernández Hidalgo, secretario general del Partido Comunista de Euskadi, cuota de IU en las listas de Sumar en el País Vasco, y ya parlamentario desde las últimas elecciones dentro de la coalición Elkarrekin Podemos. Si bien es cierto que Sumar no estaba en el Parlamento, su único diputado sí lo estaba.

En Cataluña la situación puede ser diferente. Allí, donde los comunes tienen cierta implantación, Podemos ha decidido no presentarse, por lo que no habrá división en la izquierda no soberanista. La candidata de Comuns Sumar, Jessica Albiach, ha explicado esta mañana que “la realidad catalana no tiene nada que ver”. “Aquí ya había fuerzas preexistentes que ya hicieron un esfuerzo por la unidad”, ha dicho para agradecer a Podemos una “decisión responsable y generosa”. Pasa lo mismo en Madrid, con Más Madrid, o en la Comunidad Valenciana con Compromís.

"Izquierdas de proximidad"

La clave es el arraigo. La periodista y politóloga Estefanía Molina habla de “izquierdas de proximidad”. Molina acuñaba este término en un reciente artículo en El País, previo a las elecciones vascas, en el que analizaba cómo y por qué “la gente joven prefiere votar a sus izquierdas de proximidad en vez de a izquierdas paternalistas y centralistas”. La periodista, no obstante, diferencia los casos de Podemos y Sumar. Al principio, cuenta a El HuffPost, “Podemos fue una opción útil para quien tenía sensibilidades soberanistas, ya que es muy suculento para un votante que sus reivindicaciones sean efectivas a nivel nacional, que es donde se toman las decisiones”. “Era muy novedoso que un partido hablara de plurinacionalidad presentándose a nivel nacional”, explica.

Sin embargo, prosigue Molina, “a medida que han avanzado en la política española, a Podemos se les ha ido cayendo la careta” y la plurinacionalidad ha pasado a ser “más estética o folclórica”. “Podemos se quedó como un partido de Madrid, ni siquiera ha trabajado para que las instituciones sean más plurinacionales”, señala.

A medida que pasa el tiempo, cada vez hay más rechazo en los territorios a todo lo que parece venir de Madrid, algo que se ha visto en los resultados de Galicia o País Vasco, donde ni BNG ni EH Bildu centraron su campaña en el soberanismo o la independencia sino en políticas públicas. De hecho, apuntala Molina, “su crecimiento viene del votante no independentista”. “La gente vota a estos partidos porque los consideran ‘su izquierda’, una izquierda que les habla de temas concretos y, sobre todo, de su lugar”, frente a una izquierda, la de Podemos o Sumar, que suena “desarraigada”.

Para la autora de ‘El berrinche político’, lo que sucede además con Sumar es que “no es un partido político”. “Sumar se creó rápido para restructurar el espacio político, pero es visto como un partido de Madrid a quien solo le interesa gobernar en La Moncloa”, opina: “Lo que sí existe es Más Madrid, Compromís, los comunes o Izquierda Unida, incluso Podemos”.

¿Hay lugar entonces para una izquierda no soberanista de carácter estatal? “Siempre ha existido”, afirma Molina para hablar del “PSOE y sus vertientes territoriales o de Izquierda Unida, que ya no compraban la plurinacionalidad de Podemos: si la solidaridad es de clase, no puede ser por territorio, decían”.

Más allá de lo estatal, cogen fuerzas partidos de izquierdas de carácter regionalista, que no soberanista, como Más Madrid o Compromís, formaciones que nacen en el territorio y para el territorio. Lo explicaba bien el diputado madrileño Jorge Moruno, del partido de Mónica García: “Hay una diferencia fundamental entre una posición política ‘madricentrista’ y otra que se centra en Madrid: la primera habla desde Madrid como un no-lugar para afuera de Madrid; la segunda habla de y para Madrid. La primera hace de Madrid algo general y la segunda algo particular”.

La implantación territorial

A comienzos de este año, y sobre todo después de las elecciones gallegas, Sumar se puso como principal objetivo la implantación territorial. En la ponencia política de su asamblea funcional, destacaban, de hecho, que “Sumar debe ser una fuerza fundamentalmente municipalista y enraizada en el territorio de lo próximo”. “La conexión entre la realidad a pie de calle en pueblos, barrios y ciudades con la política es fundamental para una fuerza que pretenda generar transformaciones sociales profundas y que trascienda de las coyunturas del momento”, explicaban.

Ese intento de implantación territorial, no obstante, chocó justamente con los partidos que ya estaban haciendo lo propio desde y en su territorio. En Madrid, el intento de despliegue de Sumar no sentó bien en las filas de Más Madrid. Finalmente, Mónica García y Yolanda Díaz firmaron un “acuerdo bilateral para seguir contribuyendo al espacio común que garantiza un Gobierno progresista en el ámbito estatal y un Más Madrid fuerte para conquistar el Gobierno de la Comunidad de Madrid”. En resumidas cuentas, Más Madrid para Madrid y Sumar para el conjunto del Estado, algo que se da también con Cataluña y los comunes y con la Comunidad Valenciana para Compromís.

Y, en un lugar todavía incierto, Izquierda Unida, la única fuerza de carácter estatal que forma parte del movimiento Sumar y donde, en pleno debate por la futura asamblea federal, no sienta demasiado bien que Yolanda Díaz dé mucha más relevancia a los partidos regionalistas que a ellos mismos. Ha sucedido, por ejemplo, con la negociación para las listas europeas, donde IU tiene el cuarto puesto, siendo el uno para Sumar, el dos para los comunes y el tres para Compromís.

Esta mañana, el portavoz de IU Ismael González pedía, a la vista de los resultados en las vascas, una autocrítica en Sumar que por ahora no se ha dado. “Sumar no está consiguiendo ese espacio de aglutinación de todas las izquierdas ni de todas las personas”, aseguró González en rueda de prensa.

Esta noche, la coordinadora federal de IU ha decidido acudir con Sumar a las elecciones europeas y, aunque resuelven ir de manera conjunta, se ha acordado no participar en la dirección del partido de Yolanda Díaz, al menos, hasta que se debata internamente la relación que mantendrá con la formación que abandera la vicepresidenta segunda.

Por lo pronto, la izquierda no soberanista enfrenta dos nuevos retos en fechas próximas: las elecciones catalanas, donde los comunes aspiran a ser decisivos para la conformación de un Gobierno progresista; y las elecciones europeas, donde la izquierda soberanista se presenta de manera conjunta frente a una izquierda confederal de nuevo dividida y con discrepancias en lo que refiere a la lista de Sumar.

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Me llamó Héctor Juanatey, aunque como dice Xoan Tallón, eso no importa, todo el mundo tiene un nombre. Me gusta escribir y contar cosas. En El HuffPost escribo de política, y como política lo es todo, decirles esto es como decir todo y decir nada.

 

Sobre qué temas escribo

En El HuffPost escribo, como ya les dije, de política, que es todo. Si quisieran entrar más en detalle, les cuento: por gustar, me gusta escribir de todo aquello que me preocupa dentro y fuera de la redacción. En los últimos años, por ejemplo, he estado investigando el ascenso de la extrema derecha, una suerte de virus invisible que crece cada día más. Un crecimiento, sin embargo, que también tiene responsables, y en ellos me gusta fijarme, ya sea Elon Musk, Mark Zuckerberg o influencers de ultraderecha con cada vez más adeptos. Pero también la política es causa de la desafección de la que beben los ultras. De ahí que no haya que olvidarse nunca de temas fundamentales como la vivienda; en definitiva, de las condiciones materiales de la ciudadanía. Por ese motivo, también, y desde la cobertura que hice para Público durante el 15M en la Puerta del Sol, en Madrid, he centrado gran parte de mi trabajo en las diferentes reivindicaciones de la movilización social. Sospechen siempre de aquellos periodistas que acostumbran a agobiar con la cantinela de la objetividad. Al final, solo buscan desprestigiar el sentido mismo de la profesión.

 

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Pese a todas las advertencias, desde que me decanté por estudiar periodismo (Licenciatura y Máster en Periodismo de Investigación), a excepción de un parón en el que trabajé en discurso y comunicación política, he tenido la suerte de dedicarme a escribir. Empecé en La Voz de Galicia y, tras dejar la terruña (Galicia) y mudarme a la capital en busca de oportunidades laborales, pasé por Público, La Sexta, fui redactor fundacional de eldiario.es, y he escrito para un buen número de medios como Praza.com, la revista Luzes, Playground Magazine, La Marea, Vanity Fair o CTXT. En una ocasión estuve en el campamento de refugiados de Dajla, en el Sahara, y de allí me traje unas breves anotaciones que fueron publicadas como libro, ‘Dajla. Apuntes desde o Sahara’, editado por Praza. En otra, entrevisté a Txema Guijarro, una de las personas que trabajó en el asilo de Julian Assange y Edward Snowden, y esos diálogos se transformaron también en libro, ‘El analista. Un espía accidental en los casos Assange y Snowden’, de Libros del KO. En otro lapso de tiempo, creé junto a los cómicos Facu Díaz y Miguel Maldonado un programa de humor, La Tuerka News, porque tengan claro que sin risas nos vamos a la m*****.

 


 

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