Por qué hay tanto amarillo en los cuadros de Van Gogh: no volverás a ver sus obras igual

Por qué hay tanto amarillo en los cuadros de Van Gogh: no volverás a ver sus obras igual

La figura trágica de este artista se volverá más trágica cuando sepas su condición.

Van GoghDall-E

Contemplando con asombro "La Gioconda" de Leonardo Da Vinci o cualquier otra obra maestra de siglos pasados, ¿podemos afirmar que es la misma pintura que creó el artista? Es probable que no. Con el paso de los años, las pinturas experimentan cambios profundos. El inexorable transcurso del tiempo las transforma de manera irrevocable.

Algunos de estos cambios se deben a procesos de reducción y oxidación que afectan a los metales presentes en los pigmentos utilizados por los artistas. Por ejemplo, el blanco de plomo (albayalde), al reaccionar con el azufre, se convierte en sulfuro de plomo, adquiriendo un tono negro.

La magnífica obra pictórica de Van Gogh

En este contexto, destaca la obra inconmensurable de Vincent van Gogh, el pintor neerlandés y uno de los máximos exponentes del postimpresionismo. Las pinturas de Van Gogh son asombrosas, y los colores brillantes y vibrantes que emplea tienen la capacidad de cautivar a una audiencia diversa y deleitar a sus admiradores. No obstante, muchos de los colores utilizados en sus obras han experimentado cambios drásticos a lo largo del tiempo, principalmente debido a la exposición a la luz.

Varias de estas alteraciones pueden atribuirse al amarilleo que sufre el barniz con el paso de los años. Otras, en cambio, están claramente relacionadas con la degradación de los pigmentos.

Dentro de la vasta obra de Van Gogh, destacan las famosas pinturas de "Los girasoles". Se cree que los primeros cuadros de esta serie fueron creados para decorar la habitación de su amigo Paul Gauguin.

La creación de esta magnífica serie fue posible gracias al uso de nuevos pigmentos desarrollados en el siglo XIX, especialmente el amarillo de cromo, que dotaba a los girasoles de un amarillo luminoso y sorprendente.

Sin embargo, en la actualidad, estas pinturas no exhiben ese amarillo intenso, sino un tono más ambiguo y atractivo, a medio camino entre el amarillo y el marrón.

La explicación científica sugiere que estos cambios se deben a reacciones químicas en el pigmento amarillo de cromo debido a la exposición a los rayos ultravioleta. El oscurecimiento de los pigmentos se produce por la reducción del cromo de Cr (VI) a Cr (III).

La verdad detrás de la predilección de Van Gogh por el amarillo

A pesar de estas transformaciones, es evidente que Van Gogh tenía una predilección por el color amarillo, que se refleja en gran parte de su obra, incluyendo pinturas como "La casa amarilla", "Terraza de café por la noche" o "La avenida de los Alyscamps", entre otras.

La preferencia inquebrantable del pintor por el color amarillo se ha relacionado con una posible intoxicación por digital (Digitalis purpurea), una planta utilizada en medicina en ese momento para tratar diversas afecciones, como las crisis maniacodepresivas.

Van Gogh consumía esta planta regularmente en un intento de aliviar los ataques que afectaban a su cuerpo y mente, ya que se creía que tenía propiedades sedantes y antiepilépticas. Sin embargo, un exceso de digital podía causar xantopsia, una afección que altera la percepción de los colores, haciendo que los objetos parezcan amarillos.

La digital era proporcionada a Van Gogh por su médico personal, el Dr. Paul Gachet, quien, a pesar de recetársela, desaconsejaba enfáticamente su abuso debido a los posibles efectos secundarios letales, como la disminución de los latidos cardíacos y la parálisis del órgano.

A pesar de la predominancia del amarillo en las obras de Van Gogh, el artista lograba equilibrarlo con el uso del azul y/o el blanco, incluso de manera sutil. Con la xantopsia aguda, los blancos y amarillos serían indistinguibles para el pintor, y los azules le parecerían verdes, lo que sugiere que probablemente sufrió la enfermedad en un grado leve.

Otras teorías apuntan a que Van Gogh pudo haber padecido glaucoma de ángulo cerrado subagudo, lo que explicaría los "halos" que pintaba en algunas de sus obras, como "El café de noche" o "La noche estrellada".