Crisis de los drones en Arabia: qué está ocurriendo y por qué te debe interesar

Crisis de los drones en Arabia: qué está ocurriendo y por qué te debe interesar

La subida de los precios del crudo, la mayor en 30 años, preocupa a los mercados y demuestra la vulnerabilidad de un suministrador clave

Humo en la planta de Abqaiq, en Arabia Saudí, el pasado sábado. Hamad I Mohammed / Reuters

Estamos ante un mar de dudas: no sabemos exactamente qué ocurrió el sábado pasado en el ataque con drones a instalaciones petroleras de Arabia Saudí, no sabemos quién dio el golpe ni el daño real que causó, no sabemos si el problema se arreglará en unos días o en unos meses. Lo único tangible es que el precio del crudo ya subió ayer un 10% y, puntualmente, hasta un 15%, el mayor alza en 30 años. O sea, que lo que pasa en Oriente Medio no sólo es una crisis de seguridad y de lucha de gigantes, sino que en breve puede pasar factura a tu bolsillo. Toda acción tiene sus consecuencias y, en este mundo globalizado, ya sabemos de qué es capaz el aleteo de una lejana mariposa.

Lo que ocurrió el sábado (hasta donde ha trascendido) es que las dos principales instalaciones petroleras de Arabia Saudí fueron atacadas por al menos una decena de aviones no tripulados cargados de explosivos, que generaron incendios de importancia. La planta de Abqaiq, el primero de los objetivos, procesa hasta siete millones de barriles diarios de crudo para poder exportarlo y constituye la infraestructura clave de la cadena de suministro mundial. El yacimiento de Khurais, la otra diana, produce unos 1,5 millones de barriles diarios y también una cantidad importante de gas; es el segundo campo petrolero en importancia del país y se encuentra a un paso del de Ghawar, que es el mayor campo de petróleo del planeta. Ambas instalaciones son propiedad de la empresa estatal de petróleos de Arabia Saudita, Aramco, considerada una de las más rentables que existen.

Era el tercer ataque de este tipo en cinco meses en la zona, lo que pone de relieve la vulnerabilidad de las infraestructuras energéticas de Riad. Y se suma a una cadena de hostigamiento a petroleros que pasan por el estrecho de Ormuz y sus alrededores, atribuidos también a Irán, que defiende las inmovilizaciones de estos buques por sospechas de “contrabando”. Ya se han visto afectados buques de Reino Unido, Noruega, Emiratos Árabes o Japón.

¿A quién le echó la culpa Riad, inicialmente? A los rebeldes hutíes de Yemen, unas milicias rebeldes chiíes que cuentan, denuncian, con ayuda de Irán y que se oponen a la apuesta de Arabia en el país, que se alinea con el Gobierno. Ellos mismos se atribuyeron el ataque públicamente. Sin embargo, EEUU va más allá, al supuesto origen de la orden, y señala a Teherán. Su secretario de Estado, Mike Pompeo, dijo ayer que Irán está tras el doble ataque y “no hay evidencias” que sugieran que esa ofensiva fuera lanzada desde Yemen.

“Teherán está detrás de cerca de 100 ataques en contra de Arabia Saudita mientras Rouhani (presidente iraní) y Zarif (canciller iraní) pretenden resolverlo mediante la diplomacia”, escribió Pompeo en su cuenta de Twitter. La Casa Blanca difundió imágenes satelitales y citó varios informes de inteligencia para respaldar sus acusaciones contra el régimen de los ayatolás.

Un funcionario de EEUU citado por el New York Times sostiene que en este atentado “podría haberse utilizado” una “combinación de drones y misiles de crucero”, lo que “indicaría un grado de alcance, precisión y sofisticación que va más allá de la capacidad de los rebeldes hutíes solos”. Sin embargo, The Wall Street Journal indica que los hutíes tienen en su poder drones, los UAV-X, que podían perpetrar el ataque en dicha instalaciones. Teherán, por supuesto, ha negado esa supuesta autoría y acusa a quienes le señalan de tratar de justificar un hipotético ataque contra su estado o sus intereses. Atacar a Irán directamente como represalia no parece, por ahora, una opción. Pero la incógnita se mantiene.

Un poco de memoria: qué pasa en Yemen

Hagamos un poco de memoria de lo que pasa en Yemen: esta guerra civil es uno de los enfrentamientos más fieros y silenciados del mundo, donde al menos 22 millones de personas necesitan ayuda humanitaria y que cerca de dos millones de personas han tenido que abandonar sus casas. Se inició tras un levantamiento que obligó a renunciar al presidente Ali Abdullah Saleh, en 2011. Quien quedó en el cargo fue su vicepresidente, Abdrabbuh Mansour Hadi.

Durante la transición, Hadi enfrentó ataques de Al Qaeda y de un movimiento separatista en el sur, mientras muchos militares continuaban siendo fieles a Ali Abdullah Saleh. Aprovechando que el gobierno atravesaba estos problemas, los hutíes tomaron la provincia de Saada (norte), logrando un notable apoyo popular y llegando a tomar, en 2015, la capital, Saná. Ante esta situación, Abdrabbuh Mansour Hadi fue forzado al exilio y los países de la región no tardaron en formar parte de este conflicto. Irán y Arabia, los dos que pelean por el liderazgo regional, encabezan los bloques. 

En marzo 2015 se produjo una intervención militar en Yemen por parte coalición dirigida por Riad. Esta alianza está formada principalmente por Estados árabes sunitas como Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Egipto, Jordania, Marruecos, Sudán y Senegal. Busca restaurar el gobierno de Hadi. Desde entonces el fuego no ha cesado. 

Tras los ataques, la primera reacción de Arabia fue bombardear posiciones de los hutíes, pero con la réplica caliente, la monarquía anunció que suspendía a la mitad su producción de crudo. El ministro saudí de Energía, Abdulaziz bin Salman, señaló que los ataques habían reducido la producción de crudo en 5,7 millones de barriles diarios. También puntualizó que la suspensión de la producción era temporal y que sus clientes sustituirán parte del suministro faltante con el uso de sus reservas de crudo.

Un portavoz de Aramco ha indicado que el fuego en las instalaciones ya se ha controlado y se ha iniciado el proceso de reparación de los daños, aunque se desconoce cuándo volverán a funcionar ambas plantas adecuadamente.

Las dudas sobre el suministro

Está claro que en este siglo XXI hay otras maneras de mover el mundo que no son, como en los 70, el petróleo, pero aún así la dependencia del crudo es alta y, más aún, de las reservas de Riad, que es el principal productor y exportador de petróleo en el mundo, con una producción diaria cercana a los 11 millones de barriles.

Según los analistas, Arabia Saudí tiene capacidad para cubrir sus exportaciones durante 35 días más. Tiene en sus reservas unos 180 millones de barriles de crudo almacenados, en muchos casos en lugares próximos a sus clientes de Asia y Europa, por lo que se cree que podrá cumplir con sus compromisos en el corto plazo, indica la BBC.

La mayoría de países compradores de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) tiene unos stokcs comprometidos para cuatro semanas y Estados Unidos tiene todavía más margen, de 90 días de reservas obligatorias. Por esa parte, la alarma no está encendida aún.

El problema es el impacto en economías que ya empiezan a resentirse con la nueva crisis que al parecer se avecina y que están sufriendo los primeros efectos de la guerra comercial EEUU-China, como Alemania o Italia, donde la palabra “recesión” ya empieza a temerse con fundamento. La subida de 10 dólares del petróleo suele aumentar los precios un 0,3% en el espacio de dos meses y suele restar una décima de crecimiento al PIB.

Hasta el viernes antes del ataque, el precio de un barril Brent era de 60 dólares y este lunes se alzó hasta los 71,95. Esta cotización se redujo ligeramente después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que autorizaba el uso de la reserva estratégica de petróleo de su país en caso de necesidad, “en cantidades suficientes para mantener los mercados bien abastecidos”.

Si el daño no es muy profundo, esta escalada puede revertirse pronto. Quizá sólo estamos ante una subida fruto de la sorpresa mundial ante el ataque, de la medida prudente de Arabia de echar el freno y de la incertidumbre por saber cuándo estarán las plantas al rendimiento habitual.

Se ha constatado con esta crisis de los drones que nadie tiene la capacidad de sustituir a Arabia en este mercado, que la dependencia mundial de Riad se mantiene (de ahí su influencia, de ahí sus contratos de armas sin veto, de ahí que no lleguen sanciones ante sus constantes violaciones de derechos humanos) y, también, que el reino es débil y es capaz de verse en peligro incluso por ataques realmente poco sofisticados.