Sunak esprinta: sus medidas "radicales" para comerle terreno a los laboristas

Sunak esprinta: sus medidas "radicales" para comerle terreno a los laboristas

El primer ministro británico ha expuesto esta semana en el congreso conservador las apuestas del año de mandato que le queda, hasta con polémicas homófobas de por medio. Por ahora, ni el toque populista le renta y su opositor le saca 20 puntos.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, a su llegada a la reunión de la comunidad Política Europea que se celebró el jueves en Granada.EFE / Pool Peue /Javier Etxezarreta

No lleva ni un año como primer ministro de Reino Unido, lo cumplirá el 25 de octubre, pero a Rishi Sunak ya se le acaba el tiempo. El país ha encadenado enredo tras enredo desde que Boris Johnson logró su mayoría absoluta en diciembre de 2019, acumula tres premieres en esta legislatura y las elecciones se esperan a más tardar el 28 de enero de 2025. Así que es hora de esprintar y de ganar la confianza perdida de los electores cuando los tories están 20 puntos por debajo de los laboristas. 

Esta semana, en el congreso del Partido Conservador celebrado en Manchester, Sunak ha avanzado una serie de medidas "radicales" con las que quiere demostrar que es un líder fuerte y resolutivo, en un momento complejo entre los ajustes por el Brexit consumado, la etapa postpandemia y la inflación añadida por crisis como la de Ucrania, que tienen al país en la estanflación. Una proyección de puertas para adentro y para afuera, de cara a sus correligionarios, muchos de los cuales siguen sin confiar en él o directamente ansían su cargo, y a los ciudadanos, que no lo quieren ni a él ni a su formación tras los escándalos de Johnson

Llevan 13 años en el Gobierno, han machacado mandatario tras mandatario, han divorciado a Reino Unido de Europa, han violado sus propias normas de confinamiento... y tienen que convencer a la gente de por qué, pese a todo, deben seguir en Downing Street. 

"Hay que cambiar radicalmente el país", dijo, tras lamentarse de que hay una sensación muy extendida de que "la política no funciona" y el sistema "está estropeado". El primer premier de origen asiático prometió que él no va a ser uno de esos políticos que dicen cosas y no las hacen, aunque sea con apuestas que le darán "éxito a largo plazo" más que "ventajas a corto". Empezó defendiendo su polémica marcha atrás en los compromisos climáticos del Reino Unido, un "nuevo enfoque", que incluye reducir o retrasar algunos de sus objetivos para rebajar las emisiones de CO2 en los próximos años y que ha causado una enorme polémica entre los defensores de la transición energética o verde. 

Y también, echando mano de populismo, hizo dos anuncios que son la comidilla del debate público británico esta semana: la cancelación de un proyecto ferroviario que estaba costando muchos miles de euros de más, entre Manchester y Londres, y el veto al tabaco para la próxima generación de ciudadanos. 

El primero, que desde fuera parece muy local, es en realidad un barrizal que afecta a todo el país, sensiblemente, porque se trata de una de las mayores infraestructuras planeadas en las Islas Británicas. Sunak ha paralizado un proyecto de alta velocidad de tren que iba a costar 33.000 millones de libras de inicio (más de 38.000 millones de euros) y, tras retrasos y problemas, ya superaba los 100.000 (115.000 millones de euros) y a saber a cuánto llegaría al acabarse, en 2040. El dinero que se va a quedar sin invertir se va a repartir en carreteras y ferrocarriles regionales, más al norte, una zona mucho peor conectada. Un guiño a los entornos rurales. "Cohesión territorial", repetía. 

La segunda promesa, la del tabaco, parte de un proyecto puesto en marcha en Nueva Zelanda que cuajará en una ley para elevar cada año la edad en la que se prohíbe fumar, de modo que los adolescentes que ahora tienen 14 años nunca lleguen a poder comprar cigarrillos de manera legal. "Eso significa que a un niño de hoy nunca se le va a vender legalmente un cigarro", enfatizó ante su público. Mientras los sanitarios lo aplauden, hay ramas hasta de su propio partido que se llevan las manos a la cabeza y entienden que esto es un exceso del "estado niñera" que no se debe consentir. Queda un intenso trabajo parlamentario. 

Sunak también se comprometió a formar más médicos y a reformar la Educación Secundaria, con lengua y matemáticas obligatorias hasta los 18 como básicos. Los preuniversitarios, informa EFE, tendrán que examinarse de cinco asignaturas, en lugar de tres, y estudiar inglés y matemáticas hasta los 18 en todas las vías, además de incrementar las horas lectivas. Quiere que los alumnos británicos "compitan" mejor con los de otros países endureciendo el sistema a partir de los 16 años.

En materia migratoria esta vez fue más suave. Destacó la necesidad de frenar la llegada de pequeñas embarcaciones a las costas de Gran Bretaña, a través del Canal de la Mancha, y sigue queriendo mandar a Ruanda a los solicitantes de asilo, una política recurrida en los tribunales. Pero sus palabras más duras fueron "hay que detener los barcos", nada que ver con el poli malo de la jornada, su titular de Interior, Suella Braverman, que quiere "ley y orden", "control, control y control" y menos ideología "woke" con la inmigración. Ella sí habló de "huracán" y llamó a los tories a no tener miedo de ser llamados "racistas".

Sunak quiso lanzar un mensaje de optimismo, afirmó que abandonar la Unión Europea "fue la demostración de nuestra confianza en que el Reino Unido puede iniciar una nueva historia, una que alcance a todas las partes de nuestro país y a todos los que viven en él", en vez de un problema. Sólo queda demostrarlo, parece. Hasta su esposa, la diseñadora Akshata Murty, estuvo a su lado para insistir en ese mensaje: frente a los contratiempos, su marido es un hombre de apuestas serias como el Brexit, "divertido, reflexivo, compasivo y con un increíble entusiasmo por la vida".

Y de ideas polémicas, también: "Un hombre es un hombre y una mujer es una mujer", dijo en su discurso. "No debemos dejarnos intimidar creyendo que las personas pueden ser del sexo que quieran. No pueden (...), es de sentido común", ahondó, generando una enorme irritación en los transexuales de medio mundo. 

Entre la avalancha de comunicados y reacciones censurando sus palabras -las de un conservador clásico, no hay que olvidarlo-, destaca la de la belga Petra de Sutter, la primera transexual al mando de una cartera en Europa, quien le ha pedido que no se una "con los verdaderos acosadores". "Está alimentando la transfobia y poniendo en peligro la vida de muchas personas en todo el mundo", es "dañino y decepcionante", se ha lamentado. Un patinazo de imagen de los que duelen en el tiempo. 

Todo en contra

A la salida del acto, citan agencias como AP, no había entusiasmo entre sus compañeros de filas y simpatizantes, esos que llenaron el recinto e hicieron cola en la puerta porque había ganas de escucharlo y saber si puede ser un líder no de presente, sino de futuro, para el partido y para la nación. El miedo conservador es que se la sigan dando el año que viene, en las elecciones. ¿Eligieron bien al sustituto de Boris Johnson y Liz Truss?, se preguntan.

Tampoco hay campanillas entre los ciudadanos, que le siguen dando la espalda. Se la daban cuando llegó al cargo y se la dan ahora. Los sondeos son demoledores y le quitarían la moral al más pintado. Afirma YouGov que el 68% de los británicos tiene una opinión desfavorable del primer ministro actual, y bajando mes a mes. Este dato, de octubre, es el peor desde que llegó al poder. Sólo el 23% tiene una visión favorable de él. Dentro de su partido, ocupa el puesto 11º entre los más populares, en una lista que por supuesto encabeza Johnson y sigue Penny Mordaunt, una de las aspirantes a suceder a Sunak un día. 

El premier no ha visto mejorados sus datos ni con las nuevas medidas sobre emisiones ni con los anuncios del congreso. En una encuesta hecha entre el 4 y el 5 de octubre pasados, los laboristas siguen siendo la primera fuerza en intención de voto, con un 45%, mientras que los conservadores se quedan con el 24%. Los liberales demócratas podrían ser llave de gobernabilidad, con un 11% de los sufragios, mientras que Verdes y Reformistas estarían en un 8%. 

El líder laborista, Keir Starmer, en un evento de su partido en Glasgow, el pasado 15 de agosto.Peter Summers / Getty Images

Si un 35% de los ciudadanos cree que Keir Starmer, el líder laborista, sería el mejor primer ministro para el país (ganando cuatro puntos de cariño en una semana), a Sunak lo quieren sólo uno de cada cuatro, un 25%. Hay que precisar que hay otro 38% de personas que no tienen las cosas nada claras. Desagrada en un 90% a los votantes laboristas, pero es que tampoco gusta a sus propios electores, que le dan de lado en un 48% de los casos (muy dividido el dato, en este caso, frente al 47% que sí lo apoya). Entre esos liberales demócratas que pueden ser importantes en las elecciones por venir, sólo el 12% lo aceptan, frente a un 85% que no, un rechazo que ha crecido 12 puntos en un mes. Sunak, definitivamente, cae regular.  

Y eso que tampoco es que su rival, Starmer, sea el más carismático y se lleve a la gente de calle, que no. Sólo el 30% de los sondeados tiene de él una imagen favorable, cuando antes del verano era del 35%. Pero su partido se lleva ahora mismo el papel de única alternativa viable al conservadurismo y eso le da todo el poder, por más que a tantos meses vista de las elecciones todo pueda pasar.

Las percepciones se vuelven números gruesos al bajar a la arena. Actualmente, hay un 64% de británicos que cree que su mandatario lo está haciendo mal, frente a otro 25% que estima que lo está haciendo bien, y no hay manera de que apruebe en ninguna faceta: ni en fortaleza (un 56% lo ve débil, un 19% fuerte), ni en competencia (un 49% cree que es un incompetente y un 32%, que no), ni en credibilidad (54% frente a 25%), ni en simpatía (no le cae bien al 48% y le cae al 32%) ni en carácter decisivo (50% frente a 28%).

Le queda mucho por idear, proponer y hacer si quiere darle la vuelta a esos datos, y el calendario corre.