Hasta que la falta de pasión os separe

Hasta que la falta de pasión os separe

¿Dónde vamos sin deseo, sin esas ganas de coger al otro en el rellano y no dar importancia a qué hay que hacer para comer, ni qué escribir en la lista de la compra? Las parejas se desean o hacen por mantener la llama, aunque sea unas pequeñas ascuas, pero algo tiene que arder.

Imagínate esta escena... la novia de blanco radiante, con esa sonrisa de enamorada, los ojos llenos de brillo, protagonista del día más especial de su vida, guapa guapísima como todas las novias, mirando con ternura a ese "su hombre" que le va a pedir que se case con ella para toda la vida...y él, con el miedo del que no quiere trastabillarse, y con el amor sincero hacia esa mujer fantástica que tiene delante, sintiéndose dentro de la escena...y llegado el momento, se digan:

Novio: "Yo, Carlos, te amo a ti, María, como amiga, amante y compañera, y prometo querer besarte con pasión, desear tocar, oler y disfrutar tu cuerpo, saborear nuestros momentos cálidos, desternillarnos de risa hasta que se nos salten las lágrimas, en todos los DETALLES de nuestra vida".

Novia: "Yo, María, te amo a ti, Carlos, y prometo mirarte con ternura, y querer ir de la mano contigo, desearte, por la mañana y por la noche, y valorarte, y me entrego a ti con toda mi pasión, para recrearme en tu cuerpo y en tus ideas, y dejar que me beses como si fuera el primer beso, y buscar la felicidad en cada uno los DETALLES de nuestra vida".

Y en lugar de las arras, se entregan deseos para compartir.

¡Cómo cambiarían las cosas! Y es que cuando perdemos la pasión, lo perdemos todo. No sólo en la pareja, sino en todas las facetas de nuestra vida. El otro día me enviaron un artículo, de esos en los que te quedas colgada en una de sus frases "deja que pasen los años sin que te des cuenta...", y entre la frase y el "yo no quiero un amor civilizado" de Sabina, pensé "antes me muero que vivir una vida marchita, prefiero equivocarme, tener que pedir perdón, sufrir, amar, entregarme y ganar o perder...pero VIVIR". Por eso, después de dar todo el fin de semana vueltas al tema de este artículo, me pareció fundamental, recordar la importancia de LA PASIÓN en la vida.

La pasión es un sentimiento intenso y con un poderoso impulso sobre el comportamiento. La pasión en lo que hacemos es nuestra mayor fuente de motivación. La motivación intrínseca. Si te apasiona tu trabajo, no te cuesta echarle horas de dedicación; si te apasionan tus hobbies, disfrutas, te ríes, te esfuerzas; si te apasionan tus amigos, les llamas, tienes ganas de verlos, de ayudar y compartir, de ser parte de sus vidas; si te apasionan tus hijos, la educación fluye, se te pasa el tiempo observándolos, sus gestos, su sonrisa, la mirada, lo que te dicen; si te apasiona tu pareja... estás deseando tenerla en tus brazos, besarle, hablar, reír, y compartir esa copa de vino juntos.

Cuando hay pasión en lo que haces, no te mueves por lo que te conviene, sino por lo que te alimenta. Si te haces la pregunta, "¿qué diferencia existe cuando realizas algo bien a cuando lo realizas de forma sublime, ese día en el que todo fluye, sale rodado, como si estuvieras fusionado con el beso, con el café o con el informe que estás redactando?". La respuesta seguro que estaría relacionada con la PASIÓN. Lo que te deja huella, tiene pasión. Pero si el beso, el café o la tarde delante del ordenador pasan sin pena ni gloria, es hora de buscar lo que te hace estremecerte.

Muchos estaréis pensando que la pasión se relaciona con el sexo, con el deseo. Y si, es verdad, y a pesar de que deseo podemos tenerlo en muchos otros detalles, hoy nos centramos en...

...la PASIÓN y la pareja.

Fundamental, ¿dónde vamos sin deseo, sin esas ganas de coger al otro en el rellano y no dar importancia a qué hay que hacer para comer, ni qué escribir en la lista de la compra? Ya lo he escrito alguna vez, SOIS PAREJA, no hermanos. Y las parejas se desean o hacen por mantener la llama, aunque sea unas pequeñas ascuas, pero algo tiene que arder.

Muchas mujeres, y cuando digo muchas, son muchas, a lo largo de estos 17 años en la consulta, me han dicho "¿orgasmo?, no sé si lo he tenido". Pues amiga, el orgasmo no pasa desapercibido, o lo tienes o no lo tienes. Si te estás haciendo la pregunta, la respuesta es NO. Pero no desesperes, no hay nada perdido. Pero tampoco te des por vencida, no digas que puedes vivir sin buen sexo, porque es como el que vive en la cueva de Platón. El orgasmo forma parte de la pasión, y tiene una relación directa. Es el súmmum del placer y lo que refuerza las ganas de hacer el amor. Es cierto que las relaciones sexuales no se limitan al orgasmo, y ni mucho menos al coito, pero las parejas no tendrían las mismas ganas de hacer el amor, si al final no se alcanzara el orgasmo.

Si eres de esas mujeres que te cuesta alcanzar el clímax, que finges (sí, es la cruda realidad, muchas mujeres fingen con tal de no defraudar a su pareja, de que no se sienta mal, de no sentirse mal ellas, de no parecer anorgásmicas, etc.), que te da pereza mantener relaciones porque no las disfrutas de forma plena...hoy es el día del cambio.

No tengo la pócima mágica, pero si algunos consejos para que la relación sexual sea cálida, mejore en calidad, y sobre todo, te apetezca (estos consejos son extensibles a los dos).

- Dadle importancia a la comunicación, franca y sincera. Con lo aburrido que es hablar de "qué hacemos mañana de comer", "hay que pasar por la lavandería", "llama a tu madre que es su santo y siempre se te olvida"...y lo divertido y cómplice que puede ser hablar sobre lo que te gusta, no te gusta, el tipo de besos, lo que te seduce, te atrae, las fantasías. Y todo en susurros, con picardía, con esa risa de quien quiere jugar, con deseo. ¿No son más divertidos estos temas de conversación? Pues la realidad es que de esto se habla poco y de lo otro, mucho. Hablar de sentimientos, emociones, deseo, une y te alimenta. ¿Por qué no lo haces? ¡Te da vergüenza!

¿Por qué da vergüenza hablar de lo que une, de lo que nos pone a mil, y en cambio, no da vergüenza ninguna sacar los trapos sucios, los reproches y las malas caras? Si no tienes la costumbre de hablar sobre la pasión o lo que te apasionan en la cama, empieza a "forzarlo", todo se termina aprendiendo, si pones el suficiente empeño. Todos los cambios que introducimos, al principio cuestan un poquito, y no nos salen con la naturalidad que nos gustaría. Prueba a tener una "cita" con tu pareja, aunque lleves 20 años con ella. Queda en un lugar romántico, cuida el ambiente, porque esto siempre facilita la comunicación. Y pactad los dos el tema del que vais a hablar. Hoy toca "lo que deseo de ti" o "cómo me gusta que me beses", y no os vayáis de allí hasta que los dos no tengáis claro cuáles son las necesidades del otro y la información que necesitáis para disfrutar de forma plena.

- Otra alternativa que facilita la comunicación, es empezar a expresarte por escrito. A veces da "menos corte" escribir lo que deseas, que decirlo mientras le mantienes la mirada. No pasa nada, escribe, además, así queda constancia. Las notas subidas de tono, ardientes, esas que ruborizan, aumentan el deseo. La tecnología y las notitas de toda la vida permiten tener a tu pareja "enganchado" en cualquier momento. No subestimes el poder de una frase. Es capaz de darle un vuelco al alma, de hacer olvidar enfados, y de dirigirte con pasión y ternura hacia la puerta del pecado.

- Utiliza el juego. El juego propicia un ambiente relajado, de humor, risa y tranquilidad. Cuando se juega, nada está prohibido, nada dentro de vuestros límites. Hay muchos juegos en tiendas eróticas y en internet, utiliza la fantasía, déjate llevar. No es el momento de inhibirte, ni de mostraros pudorosos, es el momento para disfrutar.

- No enrarezcas la relación durante el día. A nadie le apetece seducir y ser apasionado después de un día de reproches, malas caras o continuas críticas. Hay cosas que debes de dejar pasar y otras que tienes que hablar, pero siempre desde la dulzura, empatía, respeto y si es posible, probando antes con el humor.

- Calienta el ambiente. Sé cortés, amable, atento (me refiero a los dos miembros de la pareja), ten detalles, despliega tus plumas de pavo real...si, si, como lo hacías cuando conociste a tu amor. ¿Por qué antes sí y ahora no? Si te acomodas, si te dejas, también se acomoda y se deja la relación. No pierdas los detalles.

- Si eres una mujer tímida, si te gustaría saber más y no sabes cómo, infórmate por tu cuenta. Seguro que alguna amiga tuya es de esas mujeres que tiene menos prejuicios, y está menos preocupada por el qué dirán, por el "esto está bien y esto está mal", con menos tabúes. Dile que te ponga al día de todo, que te informe sobre literatura erótica, o sobre libros que hablen abiertamente de la conducta sexual, que te proponga ideas, webs, en definitiva, que os contéis. No se trata de ser indiscreta, solo de compartir lo que sea compartible. Estas conversaciones de mujeres pueden ser muy divertidas, subidas de tono, y terminarás pasando un rato muy relajado y compartiendo más de una risa. ¡Lo que darían muchos hombres por poder escuchar una conversación de esas!

- Busca el momento en el que os sintáis tranquilos, sin niños, con intimidad. Acostumbrad a los hijos a que vuestro dormitorio es un lugar sagrado, no se entra sin pedir permiso, y cumple esta regla siempre, aunque estés tumbada en la cama solo leyendo. Acuesta a los niños a su hora y dedicaros el resto de la noche a vosotros, no a la tele, Ipad, WhatsApp, FB, Twitter, Tuenti... y un sin fin de redes sociales. Tampoco al correo electrónico, aunque sea para trabajar.

- Si no tenéis niños, no idolatres la cama, hay muchos sitios por la casa que a tu pareja "le ponen". Y vamos, quítate los calcetines y no dobles la ropa antes de besar a tu pareja. Si has despertado la libido, no hagas oposiciones para perderla otra vez.

- Y finalmente plantéate, ¿si esa persona con la que estás ahora es la persona con la que quieres compartir tu vida, qué haces desperdiciando un minuto en el que no estás pendiente de lo que te atrajo de ella y de lo que te enamoró? Deja de dirigir la atención a lo que os separa, todos tenemos cosas que no nos gustan del otro. Dirige tu foco, ese que tienes en el cerebro, a lo que te atrae y a lo que te seduce. Revive, solo o junto a ella en el sillón, momentos de pasión del pasado, momentos llenos de vida. Empieza este ejercicio con un simple "¿Recuerdas aquella noche en que...?" Verás como en segundos os estáis agarrando de la mano, riendo, y encadenando un recuerdo con otro. ¿Habrá algo más divertido? Está científicamente demostrado, que evocar vivencias emotivas del pasado provoca que esa emoción se presente con la misma intensidad en el presente. ¡Qué fácil es y qué poca atención le prestamos!