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Netanyahu apunta al objetivo último de su ataque a Irán: hacer caer a los ayatolás

Netanyahu apunta al objetivo último de su ataque a Irán: hacer caer a los ayatolás

Israel deja la puerta abierta a ir a por Jamenei, más allá del fin del programa nuclear o el freno a su "plan de exterminio". "Haremos lo que tengamos que hacer", dice el primer ministro. Estas serían las posibles consecuencias y los escenarios. 

Benjamin Netanyahu y Alí Jamenei, en sendas imágenes de archivo.Getty Images

El Gobierno y el Ejército de Israel llevan desde el viernes justificando sus inéditos ataques a Irán, contra sus instalaciones nucleares y contra sus altos mandos en las Fuerzas Armadas, la Inteligencia y la Guardia Revolucionaria, basándose en dos argumentos. El primero es que necesitan acabar con un programa nuclear que es "un peligro mundial" y, en particular, "existencial" para su Estado. El segundo, que tumban un "plan de exterminio" que en unos años iba a lanzarse contra su territorio, una tormenta de misiles y cohetes más grupos amigos activados en otras zonas de Oriente Medio, una especie de 7 de octubre de 2024 multiplicado. "Es un ataque preventivo", insiste el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, sin aportar pruebas de esas dos acusaciones. 

Pero más allá del objetivo declarado de Tel Aviv en operación León Ascendente, el mandatario parece tener en mente algo más grande: un cambio de régimen en Teherán. Quiere acabar con la República Islámica instaurada hace 46 años por la vía revolucionaria, con el poder de los ayatolás y, en particular, de su líder supremo, Ali Jamenei. La acumulación de declaraciones al respecto del propio Netanyahu en las últimas horas apunta a esa meta. 

Preguntado en la cadena ABC News por los informes de diversos medios norteamericanos de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, vetó un plan israelí para asesinar a Jamenei, el derechista israelí dejó la puerta abierta a ese ataque. "No va a escalar el conflicto, va a poner fin al conflicto", dijo expresamente. "Hemos vivido medio siglo de conflicto propagado por este régimen que aterroriza a todos en Oriente Medio; ha bombardeado los campos petrolíferos de Aramco en Arabia Saudí; está propagando el terrorismo, la subversión y el sabotaje por doquier", declaró el mandatario. 

La Revolución Islámica y su estructura de mando, dijo, es lo que genera inestabilidad en toda la región y es lo que hay que combatir. En la misma entrevista, Netanyahu lanzó un aviso: "Hoy es Tel Aviv, pero mañana será Nueva York". La pelea, entiende, no es particular cuando está en juego "atacar al equipo nuclear de Hitler", una nueva alusión al Holocausto nazi.

"Irán busca la guerra eterna y nos está llevando al borde de una guerra nuclear. De hecho, Israel está impidiendo esto, poniendo fin a esta agresión, y sólo podemos lograrlo enfrentándonos a las fuerzas del mal", defendió. Así ir a por el jefe máximo entra en sus hipotéticos planes y por lo que pronunció su frase más inquietante: "Haremos lo que tengamos que hacer". Traducción: no descarta nada de nada, como han dicho diversos funcionarios de su equipo a la prensa israelí y norteamericana. "Jamenei no está fuera de nuestra mira", sentenció uno de ellos al Wall Street Journal, por ejemplo. 

Su mensaje ha sido reafirmado esta misma tarde por Trump, que no hace más que lanzar mensajes contradictorios en esta historia. ¿No quedamos en que no quiere que se acabe con Jamenei? Pues en su red social ha escrito: "Sabemos exactamente dónde se esconde el llamado líder supremo. Es un blanco fácil, pero allí está a salvo. No vamos a eliminarlo (¡matarlo!), al menos por ahora. Pero no queremos que se lancen misiles contra civiles o soldados estadounidenses. Nuestra paciencia se está agotando. ¡Gracias por su atención a este asunto!".  En otro mensaje ha añadido: "¡RENDICIÓN INCONDICIONAL!". Cada vez parece menos auténtica su voluntad de negociar sobre el programa nuclear en estos meses, visto que estas palabras hablan de aplastamiento, no de flexibilidad. 

Volvamos a Netanyahu. Ha ido dejando migas en sus intervenciones de estos días, enseñando el camino del cambio de régimen. Ya en la noche del viernes, el día del primer ataque, publicó un vídeo en el que dirigía al "orgulloso pueblo de Irán" directamente, para decirle: "Esta es su oportunidad de ponerse de pie y hacer que su voz se escuche", porque el régimen "nunca ha estado tan débil". Hasta citó el lema "Mujer, Vida, Libertad", el que marcó el mayor levantamiento contra los ayatolás en tiempos recientes, en 2022, cuando fue asesinada Mahsa Amini, una joven estudiante que se había colocado mal el velo. 

"La lucha de Israel no es contra el pueblo iraní. Nuestra lucha es contra el régimen islámico asesino que los oprime y empobrece. La nación de Irán y la nación de Israel han sido amigas desde la época de Ciro el Grande. Ha llegado el momento de que el pueblo iraní se una en torno a su bandera y su legado histórico, defendiendo su libertad frente al régimen malvado y opresor", decía la intervención, difundida por el servicio de prensa de su Gobierno. 

Sobre esas palabras, ya el domingo, el líder del Likud fue preguntado en la FOX estadounidense por si un cambio de Gobierno formaba parte de sus planes de futuro para la República Islámica. "Sin duda podría ser el resultado, ya que el régimen iraní es muy débil", insistió. "El 80% del pueblo expulsaría a estos matones teológicos", añadió, refiriéndose a la oposición interna al régimen. "Los asesinan, los oprimen; durante 46 años han anhelado la libertad", añadió. 

La amenaza más clara a la integridad de Jamenei, no obstante, ha llegado este martes por boca del ministro de Defensa israelí, Israel Katz, quien ha advertido al religioso de que puede acabar como Saddam Hussein, el dictador de Irak. Durante una reunión con altos mandos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), ha dicho: "Advierto al dictador iraní que no siga cometiendo crímenes de guerra ni lanzando misiles contra civiles israelíes. Haría bien en recordar el destino del dictador del país vecino a Irán que eligió este mismo camino contra el Estado de Israel". Hussein fue derrocado en el año 2003 durante la invasión estadounidense de su país y posteriormente fue encontrado escondido en el desierto y ahorcado

Benjamin Netanyahu coloca una nota en el Muro de las Lamentaciones, el 12 de junio de 2025. "Un pueblo que se levanta como una leona, y como un león se alza", dice su mensaje bíblico.GPO ISRAEL via REUTERS

Qué puede pasar

El plan de Netanyahu puede tener dos variantes: una es matar a Jamenei, como ya ha hecho con una veintena de altos mandos de Irán, y que caiga todo el sistema como un castillo de naipes o hacer que sus ataques sin precedentes generen una reacción en cadena que conduzca a disturbios y sean los ciudadanos los que derroquen a los poderosos. 

Ambas son complicadas, plagados de dudas. Más aún la primera. Jamenei es sin duda el hombre más fuerte del país, en el cargo desde 1989, el sucesor eterno del primer revolucionario, Ruhollah Jomeiní, pero no deja de ser un señor de 86 años al que se llevaba un tiempo buscando sucesor. La estructura de férreo mando del país instaurada hace casi 50 años encontraría un relevo, un sustituto. Hay diferencias entre que caiga un líder a que caiga una dictadura entera. 

La incógnita es si la presión de Israel es capaz de mover la base tanto que, efectivamente, lleguemos a la variante dos, al levantamiento popular. Hasta ahora, Irán ha sufrido varios de ellos, pero la dureza con la que el régimen ha sofocado las críticas o protestas ha sido tal que no ha habido posibilidad de vuelco. Eso y, también, la atomización entre los opositores y su modelo para el nuevo Irán. 

Muchos iraníes están descontentos con el estado de la economía, la falta de libertad de expresión, los derechos de las mujeres y los derechos de las minorías. Eso es una evidencia en un país que sólo el año pasado ejecutó a 975 personas en una "horrible" escalada en 2024, denuncia la ONG Iran Human Rights (IHR). En junio de 2009, una marea verte tomó las calles de las principales ciudades y en una de las protestas, en Teherán, llegaron a concentrarse dos millones de personas, en una nación de 90 millones atenazada por el miedo a las represalias. Fue histórico. Entonces se dijo que Jamenei llegó a tener preparado un helicóptero para escapar. Al final, todo fue nada, aunque se plantó una importante semilla de disidencia. 

Tras varias oleadas de protestas menores, el mayor grito reciente contra el régimen fue el de 2022, cuando la Policía de la Moral mató a Amini y las mujeres comenzaron a denunciar la violencia policial, las imposiciones religiosas y la falta de libertades, un movimiento que en pocos días se extendió también a los hombres y a amplias capas de la sociedad iraní. Los gritos de "muerte a Jamenei" fueron un formidable recordatorio del ansia de unos ciudadanos oprimidos. 

Porque no, Irán no es monolítico y no comulga a pies juntillas con los ayatolás. No fue así ni en sus inicios. En el 79, cuando las protestas en las calles se sucedían contra el sha de Persia, Mohammad Reza Pahlavi, había disidentes de todo tipo, una mezcla heterogénea de izquierdistas y conservadores, laicos y religiosos, que acabó forzando a la marcha del monarca. Fue el ayatolá Jomeiní, el líder de la revolución, quien acabó mandando, aunando a todos los opositores, pero con el tiempo, también, llevó el curso del río donde quiso, impulsando una nueva visión del mundo que defendía predominantemente el Islam y cargaba contra quien lo viera de otra manera a base de detenciones y ejecuciones. No era eso lo que anhelaban los ciudadanos, salir de un mando absoluto para doblegarse ante otro. 

Protestas por la muerte de Mahsa Amini en Teherán, en octubre de 2022.via AP

La opción de acabar con Jamenei, el presidente Masoud Pezeshkian, sus ministros o los sucesores de los mandos asesinados en estos días es factible. Se está viendo hora tras hora con los generales que caen en el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán (CGRI), el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y la Inteligencia civil y militar. Los principales líderes están ocultos -"Jamenei ya no camina por las montañas como le gustaba hacer", dice una fuente iraní a Le Figaro-, pero es que Israel insiste en que no ha terminado. "Hay más en camino", amenaza el primer ministro. 

Si esa gran andanada prosigue, claro que se podría desestabilizar al régimen. Abrir el camino para un levantamiento popular es una cosa diferente. Entran muchos factores en juego. "Es una apuesta arriesgada", como resume la BBC. Y es que no hay evidencia de que esa esperada reacción en cadena comience, como quiere Netanyahu, pero es que si se da ese escenario, nadie sabe hacia dónde podría llevar el proceso. Ahora mismo, el poder real está en las Fuerzas Armadas y en el dinero, en quien controla las armas y la supervivencia de un país sumido en una crisis brutal por las sanciones internacionales impuestas, entre otras cosas, por las investigaciones nucleares crecientes. Todo eso está en manos de la Guardia Revolucionaria y otros organismos electos, todos de línea dura, por lo que no se espera que cedan o sean más flexibles. Antes al contrario. Y no se ve a nadie dentro de esas estructuras que pueda remotamente dar un golpe de estado. Ya se habría hecho, si no, en estos años. 

Si el poder cae por el pueblo, ¿en qué manos acabaría entonces el nuevo poder? Porque las fuerzas de oposición iraníes han estado muy fragmentadas en los últimos años y no hay opciones claras en este aspecto. Perseguidas hasta la muerte y la cárcel y el exilio, sus principales figuras se han visto asfixiadas, incapaces de provocar cambios y, además, entre ellas hay facciones tan diversas que hoy por hoy no tienen un plan común. 

Después del estallido del movimiento "Mujer, Vida, Libertad", algunos grupos de oposición intentaron formar una coalición de una amplia gama de grupos y activistas anti-República Islámica, pero eso no duró mucho debido a las diferencias en sus opiniones sobre quién lidera la coalición y cuál será la forma del régimen después de derrocar al actual. Es un problema de nombres y de modelo. 

Por ejemplo, tenemos al el expríncipe iraní Reza Pahlavi, hijo del antiguo sha y su tercera esposa, Farah Diba. Fue nombrado oficialmente heredero de Irán en 1967, durante la coronación de su padre. En el exilio, es el fundador y líder del Consejo Nacional de Irán, un grupo de oposición exiliado que abriga a diversas tendencias opositoras. Aparte de gustar a los nostálgicos de la monarquía (pocos), en los últimos años ha logrado atraer más apoyos, entre otras cosas por convocar importantes protestas al hilo del caso Amini. Pahlavi, que reside en Virginia (EEUU), ha viajado en varias ocasiones a Israel. Sin embargo, no es una figura con el peso y la capacidad de unir voluntades que se necesitaría en una crisis de semejante gravedad, si se da. O no por ahora, al menos.

Tras los primeros ataques de Israel declaró que la única solución para hacer frente a la crisis iraní es "el apoyo a la nación iraní para derrocar al régimen que ha tomado como rehén tanto a nuestro Irán como al mundo". Habla del pueblo, no del Gobierno. 

También destaca en el movimiento opositor Mujahideen-e Khalq (MEK), un grupo opositor exiliado que apoya el derrocamiento de la República Islámica pero se opone al regreso a la monarquía. Fundado como un grupo musulmán de izquierda, anteriormente se oponía al sha. Después de la revolución del 79, el MEK fue a Irak y se unió a Saddam Hussein a principios de la década de 1980 durante su guerra contra Irán, lo que los hizo impopulares entre muchos iraníes. La Unión Europea y EEUU lo han considerado un grupo terrorista hasta hace no mucho tiempo, 2009 en el primero caso y 2012 en el segundo. El grupo continúa activo y su principal representante político es el Consejo Nacional de Resistencia de Irán, liderado por Maryam Rajavi. Tampoco en este caso cuenta con el aval masivo de los opositores. 

Es la organización a la que es cercano el exvicepresidente del Parlamento europeo y exdirigente del PP y Vox Alejo Vidal-Quadras, que fue tiroteado en una calle de Madrid en 2023, y quien culpa del atentado al régimen de Teherán. 

Hay también otras fuerzas políticas en el país, desde aquellas que quieren establecer una democracia secular hasta las que buscan una monarquía parlamentaria. Un abanico amplio con un deseo común: la libertad. Nadie sabe si vendrá propiciada por el ataque de Israel, su máximo enemigo, junto a EEUU. 

La opositora en el exilio Masih Alinejad, una periodista y bloguera referente en la lucha contra el régimen y que ha sufrido varios intentos de atentado por ello, trata de explicar estos días en sus redes sociales cómo se vive entre los ciudadanos esta crisis. Por un lado, no se duele de que caigan los "tiranos" de Irán, pero por otro reclama que no paguen los civiles por sus "crímenes". "La eliminación de un terrorista no es una tragedia, sino un paso hacia la justicia por todas las vidas inocentes que ha destrozado", ha dicho respecto a la muerte de algunos mandos. "La República Islámica tiene a toda la nación como rehén. Su enemigo es Jamenei, no los civiles inocentes atrapados en sus garras", separa. Al líder supremo lo acusa de usar a las personas como "escudos humanos", algo "repugnante, vergonzoso", pero a renglón seguido recuerda que "el pueblo de Irán está solo", "sin sirenas, sin advertencias, sin refugios, sin instrucciones". 

Alinejad habla de ciudadanos que le hacen llegar su miedo por el desalojo forzoso de diez millones de personas de Teherán, por ejemplo, pero a la vez sienten la alegría de ver que sus dictadores se debilitan y quienes aplicaron la represión "ahora quedan reducidos a vallas publicitarias". Ha recibido vídeos de familias saltando "al ver la justicia" y desvela un mensaje para los exiliados como ella. "Pronto volverás a Irán y bailaremos sobre la tumba de estos asesinos". 

La reacción

Lo que venga en los próximos días no depende sólo del poderío de Israel y su daño, sino de la actitud de Irán, claro. Jamenei, la verdad, no tiene muy buenas cartas que jugar. Hay medios israelíes y norteamericanos que sostienen que ha mandado a su gente de Exteriores a hacer saber a Washington que quiere parar los ataques cruzados y seguir negociando su programa nuclear, tal y como tenía previsto hacer con una sexta ronda de contactos el pasado domingo en Omán, dinamitada por la agresión de Tel Aviv. 

Se entendería como una manera de reducir la tensión y un gesto de buena voluntad, con la premisa que siempre repiten los ayatolás de que no buscan un uso militar de sus avances atómicos, sino meramente civil. Sin embargo, en esa mesa de negociaciones lo que EEUU estaba reclamando era el fin absoluto de esas investigaciones. Hablar, en este caso, tendrá que ser ceder, y eso es mostrar debilidad. Posiblemente un suicidio político, más temprano que tarde. 

Un grupo de personas observan el fuego y el humo de un ataque israelí contra el depósito de petróleo de Shahran, el 15 de junio de 2025, en Teherán.Getty Images

Mientras eso ocurre o no -que no sabemos a qué carta quedarnos si escuchamos a Donald Trump- quedan los bombardeos mutuos, que Teherán siga respondiendo con drones y misiles a los misiles y drones de Tel Aviv. Hasta donde pueda, claro, porque buena parte de su defensa aérea ha quedado desarbolada, con ataques internos hechos a base de buena inteligencia que lo ha desgastado. 

Teherán ha amenazado en el pasado con atacar bases, embajadas y puntos de interés estadounidenses en la región y esa puede ser una opción que se retome, lo que aumenta el miedo en toda la región. Preocupan esos atentados, preocupan las represalias para el comercio en el determinante estrecho de Ormuz, preocupa la subida del petróleo mundial, que acabe habiendo agresiones a otros países (como Arabia Saudí), que Washington al final se implique con Israel y coopere en su ataque a Irán, una guerra total, o que Rusia y China defiendan a los ayatolás de alguna manera. 

Todo es demasiado complicado, como firme es la voluntad de Netanyahu de "cambiar" Oriente Medio con esta ofensiva, acabando con el Irán de ahora. Lo justifica como una necesidad planetaria, pero medios locales como Haaretz lo ponen en duda. Su analista Amos Harel, por ejemplo, insiste en que detrás de esta operación hay mucho de "supervivencia política", por lo que la ciudadanía está pasando de un cierto entusiasmo inicial al ver caer a sus adversarios declarados a la "desconfianza" por las consecuencias, cuando se suceden los muertos, los heridos, los destrozos y la incertidumbre. Entiende Harel que es "preocupante el hecho de que las consideraciones personales de Netanyahu disten mucho de ser puras", cuando tiene abierta una "guerra por su supervivencia política" y "no tiene límites". 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.