La sonrisa de Camilla, el poder de Kate o la soledad de Harry: la coronación de Carlos III en gestos

La sonrisa de Camilla, el poder de Kate o la soledad de Harry: la coronación de Carlos III en gestos

El gran día del nuevo monarca ha estado cargado de simbolismo y anécdotas. 

Carlos III, saludando desde el balcón de BuckinghamGetty Images

Carlos III quería una coronación sencilla o, al menos, más sencilla que la de Isabel II hace setenta años, pero lo que se ha visto esta mañana es un despliegue de pompa, tradición y extravagancia difícil de conseguir en otros entornos. Escenas dignas de otra época y una precisión milimétrica para coronar al que fuera heredero durante siete décadas y a la reina consorte, Camilla Parker-Bowles. 

La mañana ha dejado imágenes para el recuerdo tanto en la Abadía de Westminster como en la procesión hasta Buckingham, y miles de británicos se han lanzado a las calles para arropar al nuevo rey a pesar de que la lluvia no ha dejado de caer en Londres. 

Durante toda la ceremonia Carlos III ha dejado claro que no tiene nada que ver su madre, conocida por mantener la compostura en todo momento. El nuevo monarca se ha mostrado emocionado en la práctica totalidad de las dos horas que ha durado la coronación y en algunos momentos ha estado al borde las lágrimas. 

Así ha sido después de colocarle la corona de San Eduardo, el orbe y el resto de símbolos reales, cuando el rey se ha mostrado embriagado por la emoción, dejando claro que por mucho que haya pasado setenta años esperando ese momento los nervios siguen intactos como el primer día. 

Carlos III ha cumplido su intención de integrar diferentes religiones y culturas para visibilizar la diversidad del Reino Unido y hemos podido escuchar un coro gospel y un canto en galés. Además, ha tenido un recuerdo para su padre, Felipe de Edimburgo, cuando ha sonado música ortodoxa en la abadía ya que el marido de Isabel II era de origen griego. 

Camilla, satisfecha y en apuros

La reina se ha mostrado en todo momento sonriente, aunque los nervios y la lluvia le han jugado una mala pasada cuando ha entrado en la abadía. Para intentar caminar con comodidad y para que no se mojara el bajo del vestido, Camilla ha tenido que agarrar el vestido con la ayuda de sus damas, algo que ha entorpecido su llegada al templo. 

Camilla también ha dejado un momento curioso cuando ha sido coronada con la corona de la reina María, la abuela de Isabel II, y ha estado varios segundos tocándose el pelo y colocándose el flequillo. 

Por el resto, la nueva reina se ha mostrado muy sonriente, satisfecha y cómoda una vez le han colocado la corona. Según algunos analistas, se ha visto a Parker-Bowles muy cómplice y relajada con su marido. 

El protagonismo del príncipe Guillermo

Carlos III y el príncipe Guillermo han protagonizado uno de los momentos más emotivos de la ceremonia, en el que el monarca ha vuelto a estar al borde las lágrimas. Ha sido cuando el príncipe de Gales se ha arrodillado ante él para jurarle lealtad y rendirle pleitesía. Después, ha besado a su padre en la mejilla que le ha murmurado algo que no se ha podido escuchar. 

Tradicionalmente todos los nobles y el clero se arrodillaban ante el monarca, pero Carlos III ha roto esta costumbre y ha querido que sea el heredero el único en hacer el juramento. La intención del rey de dar protagonismo a su sucesor ha quedado clara desde el principio, ya que los príncipes de Gales han entrado a la abadía con sus hijos pequeños en último lugar, detrás del monarca como parte de su cortejo. 

Los homenajes de Kate a Isabel II y Lady Di

La princesa de Gales ha llegado imponente con un vestido blanco marfil de Alexander McQueen y la túnica de la Real Orden Victoria, aunque la mayor parte del protagonismo lo ha acaparado la diadema de flores elaborada con cristales e hilos de plata que ha portado a modo de tiara y a juego con su hija Carlota.

  La princesa de Gales, a su llegada a la abadía.Getty Images

La princesa no ha dejado nada al azar y con sus joyas ha querido hacer un homenaje a la reina Isabel II y a su suegra, Diana de Gales. La mujer del príncipe Guillermo ha lucido un collar de diamantes bautizado como Festoon, que fue un regalo del rey Jorge VI a su hija, la entonces princesa Isabel. La antigua monarca lo llevó en cientos de ocasiones durante su reinado y era uno de sus favoritos.

El guiño a Lady Di lo ha hecho con unos pendientes de diamantes y perlas que la fallecida princesa lucía habitualmente. Se trata de una pieza de joyería elaborada por la firma Collingwood, una de las favoritas de la familia Spencer, que se los regaló a Diana de Gales.

La soledad de Harry

A pesar de que ya se sabía que no iba a ser protagonista ni a tener ningún tipo de papel especial en la ceremonia, gran parte de las miradas estaban puestas en el príncipe Harry, que viajaba desde California para asistir al gran día de su padre. Lo ha hecho solo, ya que Meghan Markle y sus hijos, Archie —que cumple este sábado cuatro años— y Lilibet, se han quedado en Estados Unidos. 

Solo ha viajado a Londres y solo ha permanecido durante la mayor parte de la mañana. El duque de Sussex ha entrado en la Abadía de Westminster con sus primas Beatriz y Eugenia, las hijas del príncipe Andrés, que han acudido con sus respectivos maridos. El camino hasta su sitio, eso sí, lo ha hecho también en solitario, aunque muy sonriente. Harry se ha sentado en tercera fila, dos por detrás de su hermano Guillermo, y se le ha podido ver poco durante la retransmisión ya que el sombrero de la princesa Ana le tapaba la cara. 

Una vez terminada la coronación, Harry ha vuelto a salir solo y no se le ha vuelto a ver, ya que no se ha asomado a saludar al balcón de Buckingham por no ser miembro activo de la familia real. Tampoco lo ha hecho Andrés, oveja negra de la familia, que no tendrá ningún tipo de protagonismo ni protección con la subida al trono del rey Carlos. 

El sentido del deber de la princesa Ana

La jornada ha dejado otra imagen histórica: la de la princesa Ana guiando a caballo la procesión de la coronación detrás del carruaje de los reyes tras la coronación. Era la primera vez que una mujer asumía este papel. 

La royal más popular de la familia fue elegida personalmente por su hermano para desempeñar la labor Gold Sticking in Waiting —algo así como Palo de Oro—, que sería una especie de protectora o guardaespaldas del monarca en su gran día. 

Ana reveló en una entrevista con una cadena canadiense que aceptó de buena gana la proposición de Carlos III y que también le venía bien para no tener que pensar qué ponerse para el evento y simplemente lucir su uniforme militar. Por supuesto, la lluvia no impidió que recorriera todo el camino a caballo como estaba previsto. 

Los gestos y bostezos del príncipe Luis

Fue el protagonista involuntario del Jubileo de Platino de Isabel II con sus gestos, muecas y bromas, ganándose el cariño de todos. El príncipe Luis no ha defraudado en la coronación de su abuelo y ha vuelto a dejar las imágenes más simpáticas de la mañana. 

Primero en la abadía, donde no pudo evitar bostezar en varias ocasiones o compartir confidencias con su hermana Carlota, que se ha mostrado muy atenta durante toda la ceremonia. 

Una vez en el balcón, el hijo pequeño de los príncipes de Gales ha vuelto a deleitar al público con gritos, aspavientos y una particular forma de saludar, posiblemente debido al cansancio. Luis se lo ha pasado en grande con el espectáculo aéreo y no ha dudado en comentarlo con su hermana, demostrando que es un miembro de la familia real a seguir de cerca en los próximos años.