Un llamamiento que sirve de calentamiento ante la llamada que hoy mantendrán el presidente de EEUU y su homólogo ruso, Vladimir Putin, sobre esta crisis.
Su enorme popularidad en una serie de televisión le ha llevado, de forma meteórica, a tomar las riendas del país. Esto ya no es ficción, sino realidad.
La deriva constante de la Rusia de Putin hacia la confrontación como envoltura de sus sueños para volver a resucitar el espíritu de la Unión Soviética en su poderío e influencia, naturalmente sin comunismo, ha motivado a muchos expertos a encender el microscopio sobre las posibilidades reales de una escalada con Occidente que pueda llegar a una confrontación abierta.
Incapaz de aprender de lecciones pasadas -que demostraron que es mucho más fácil provocar un incendio que sofocarlo y que, en todo caso, las llamas siempre dejan un rastro de destrucción-, la UE sigue empeñada en que su "política" hacia Rusia consista básicamente en una lista de sanciones que termina formando parte de la tormenta perfecta que se cierne sobre Moscú.
En las conversaciones cotidianas hay que tener un exquisito cuidado al referirse al tema. Crimea es hoy un "territorio recuperado", según Rusia, o un "territorio ocupado", según Ucrania. Y Yalta es ejemplo de ello. En poco más de 20 años, y hablando siempre el mismo idioma, ha cambiado tres veces de bandera: primero soviética -roja con la hoz y el martillo-, luego ucraniana -celeste y amarillo- y ahora rusa -blanco, azul y rojo-.