Irene Montero, una candidata fagocitada por su propia ley y por Iglesias

Irene Montero, una candidata fagocitada por su propia ley y por Iglesias

El ímpetu con que abordaba cualquier proyecto, ahora se ha esfumado. "En los consejos de ministros se la percibe aislada", asegura una ministra

Ione Belarra e Irene Montero, este jueves en el CongresoEuropa Press via Getty Images

Un desánimo demoledor. La ley del sí es sí cerraba hoy el último capítulo con Irene Montero imbuida en el aura de abatimiento que la acompaña desde hace meses. Más que el desgaste político, a la posible candidata de Podemos a las generales -en caso de que no haya acuerdo con Sumar- parece haberle abandonado la energía que la caracterizaba. El ímpetu con que abordaba cualquier proyecto, ahora se ha esfumado.

Con el sillón azul pegado al de Ione Belarra, como si estuvieran unidos con pegamento, ambas compartían un intencionado tono lila para un día tan señalado. Un morado lavado con lejía para una ley que tanto ha desgastado a la ministra de Igualdad. El empecinamiento hasta el final que no habría pasado de anecdótico en caso de rectificar en cuanto se vieron los efectos indeseados de la ley, en vez de culpar al machismo como la causa de todos los males incluidos los errores propios.

“No es algo puntual de un día como hoy. En los consejos de ministros se la percibe aislada, como en su burbuja. Esa fuerza que tiene está apaciguada”, confirma una ministra que también achaca el desgaste al papel tan protagonista que ha tomado Pablo Iglesias, volviendo a erigirse el líder indiscutible de Podemos.

“No la he visto agresiva. Su presencia hoy aquí evidencia que no hay intención de ruptura, es un síntoma de que forma parte del Gobierno y asume las decisiones. Esto ha sido duro y doloroso para todos”, interpretaba otra ministra socialista sobre la actitud de Montero en el pleno en el que la ley estrella de Igualdad se frustraba con la aprobación de la reforma del PSOE ante los atronadores aplausos de la bancada popular que, puesta en pie, disfrutaba del momento.

En los pasillos del Congreso, hasta los diputados de los grupos más afines a Podemos han observado su falta de fuelle. Quienes observan con más detalle su evolución consideran que los efectos indeseados de la ley del solo sí es sí le están consumiendo. Y no solo que los kilos que ha perdido sean un indicador, sino la dependencia cada vez mayor de Ione Belarra, que se ha convertido en su salvavidas aunque también en la causa de que sus contactos se hayan reducido a la mínima expresión, como si hubiera que protegerse de todos. La habitual desconfianza del núcleo duro de Podemos exacerbada aún más.

La vuelta a saco de Pablo Iglesias al escenario, encantado de que todos los focos le apunten a él, hay quien lo interpreta por la necesidad de apartar a Irene Montero del huracán y preservarla como candidata a las generales. “Hay que seguir intentando llegar a un acuerdo con Podemos para presentar una candidatura única, pero quienes les conocemos más sabemos que sería un milagro, y eso que no soy creyente. Ya hay una candidata prevista y no es Ione Belarra, que como lugarteniente cumple su papel. No existe justificación para que Pablo sea candidato después de lo que sucedió en Madrid al presentarse como el Mesías y salir escaldado”, explica un diputado de uno de los grupos que orbita en Sumar.

La teoría de la Santísima Trinidad de Podemos, en la que Pablo Iglesias es un Dios único que se materializa en tres personas que trabajan juntos por un mismo objetivo siempre ha estado latente, aunque durante una etapa el padre todopoderoso cedió foco y se retiró a labores en la sombra. El regreso no podía ser más épico ni más fagocitador de lo que ha sido. “No me quiero imaginar lo que debe ser vivir con la enorme sombra de Iglesias. Transmite la sensación de que tutela a Belarra y a Montero, que tiene que salir en su ayuda porque se lo han pedido. No creo que sea una realidad, tienen suficiente entidad por ellas mismas. Es una lástima que las fagocite de esa manera. Irene sabe defenderse sola”, asegura una diputada socialista, que ha observado cómo se están cerrando el círculo.

La poderosa presencia de Yolanda Díaz en el Congreso, que como ha sucedido ya con tantos ex de Podemos se ha convertido en el mayor enemigo, contribuye también al ostracismo. Durante las intervenciones de la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo es habitual que Montero y Belarra se tapen la boca para comentar libremente cada una de sus palabras, quizá para evitar que acaben siendo desveladas por un intérprete de signos. Mientras Díaz se para a charlar con todo el mundo, Montero desaparece por arte de magia y solo se para hablar ante los micrófonos en caso de que exista un interés. Hasta en esa confrontación, Iglesias ha salido al rescate. Flaco favor para una ministra que aún tiene mucho que decir.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Pilar Portero es periodista, ha trabajado, por orden cronológico, en Radio3, en la revista de información general El Siglo, en el Negocios de El País, en el Magazine de El Mundo, en la Sección de Madrid de El Mundo, en elmundo.es, desde el año 2000. Es una de las fundadoras de soitu.es, en donde trabajó desde 2007 hasta el cierre. En 2010 crea con Ana R.Cañil la web especializada en política y economía tu2is.es.