Mientras jugaba en el parque, un niño protagonizó una de esas escenas que simplemente derriten el corazón. Sin miedo y lleno de curiosidad, se acercó a una pequeña ardilla y comenzó a interactuar con ella de la forma más dulce. El animalito, lejos de huir, pareció confiar en él, creando un momento mágico que muchos de los presentes no dudaron en capturar. Una prueba más de que la inocencia de los niños puede conectar hasta con la naturaleza.
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