La pena de muerte en Irán, una verdad insoportable

La pena de muerte en Irán, una verdad insoportable

El profesor Mohammad Ali Taheri fue condenado a muerte en agosto de 2017 por el Tribunal Revolucionario de Teherán (@Free_Taheri)Twiter

El número de ejecuciones en 2016 disminuyó a nivel mundial en más de un tercio en comparación con el año anterior, según afirmó Amnistía Internacional el 11 de abril de 2017: 1.032 ejecuciones en 23 países en 2016 en comparación con 1.634 en 25 países en 2015. Sin embargo, aunque Amnistía acogió con agrado el descenso del 37% interanual, la organización advirtió que las cifras siguen siendo históricamente altas, y en 2016 también se condenó a 3.117 personas a la pena capital, el mayor número de condenas a muerte jamás registradas en un solo año por la organización. Aclaramos que aún no se disponen de cifras exactas del pasado año 2017.

Según el informe anual de Amnistía Internacional sobre la pena de muerte de 2016, Irán llevó a cabo al menos 567 ejecuciones, incluidas al menos ocho mujeres. La mayoría de las ejecuciones, al menos 328, se llevaron a cabo por delitos relacionados con drogas; otras ejecuciones fueron por asesinato, violación o delitos de dudosa existencia como "enemistad contra Dios". Las relaciones homosexuales y el adulterio seguían siendo punibles con la muerte. Pero las sentencias de muerte emitidas por Irán no se limitan a las ofensas anteriores.

Según el informe anual de Amnistía Internacional sobre la pena de muerte de 2016, Irán llevó a cabo al menos 567 ejecuciones, incluidas al menos ocho mujeres

El derecho a la libertad debe ser considerado como un objetivo imprescindible a conquistar en todo el mundo para este siglo XXI. No podemos ceder ante la las ideologías que cercenan el pensamiento libre ni ante los hombres que, bajo el yugo del poder absoluto, pretenden hacer esclavos a hombres libres. Es hora de que todos tomemos conciencia de la necesidad de reivindicar los Derechos Civiles y Políticos; es ya la hora de ponernos a trabajar como sociedad, como colectivo, en la construcción de un mundo más decente.

El Derecho a la Vida es uno de esos derechos fundamentales que en algunas regiones del mundo y para algunas personas quedan en un indecente segundo plano. Irán, y su Presidente Hassan Rouhani, asesinan a inocentes, a pesar de los reiterados avisos de Naciones Unidas y de ONG's. El mundo en su conjunto necesita más voces que defiendan los Derechos Humanos de personas que los pervierten y los vacían de contenido. El derecho a la vida no es negociable, no es moneda de cambio, no es, en definitiva, algo con lo que comerciar. Es un derecho inherente al ser humano, y la protección de ese derecho reviste de dignidad al dirigente que practica dicha protección. Cualquier otra cosa, cualquier alejamiento de esta posición es sencillamente apostar por el regreso a la tribu y decir adiós a la sociedad.

En Europa y EE. UU. es inconcebible que compartir las propias ideas espirituales o las visiones del mundo, pueda conllevar aislamiento durante siete largos años y finalmente recibir la pena de muerte no solo una vez, sino dos veces. Sin embargo, lo creas o no, esto es exactamente lo que le ha sucedido al preso de conciencia Mohammad Ali Taheri.

En Irán, los miembros de las minorías religiosas, incluidos bahais, sufíes, yaresan (Ahl-e Haq), conversos cristianos y musulmanes sunitas pueden ser condenados a muerte por practicar su fe

Con el fin de poner la presión internacional sobre Irán para salvar la vida del preso de conciencia Mohammad Ali Taheri, activistas de derechos humanos y estudiantes contactaron a varios periodistas iraníes y canales de televisión fuera de Irán pidiendo cobertura mediática. También contactaron a los ministerios de relaciones exteriores de los Estados Unidos y Alemania; las Naciones Unidas; organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch; figuras públicas iraníes y también extranjeras, políticos como el diputado alemán Omid Nouripour o Ali Ehsasi (diputado canadiense) que pronunció un discurso público en una protesta en la que condenaba la sentencia y así distintas personas relevantes se pronunciaron en contra de la injusta y medieval (segunda) condena a muerte impuesta a Taheri. Taheri protestó también realizando 12 huelgas de hambre, una de las cuales duró 72 días en total.

Pero hay drama más allá de los casos más mediáticos. En Irán, los miembros de las minorías religiosas, incluidos bahais, sufíes, yaresan (Ahl-e Haq), conversos cristianos y musulmanes sunitas pueden ser condenados a muerte por practicar su fe. También se enfrentan a la discriminación en la ley y en la práctica, incluida la educación, el empleo y la herencia, y son constantemente perseguidos.

Actualmente otros tres prisioneros, Sina Dehghan, Mohammad Nouri y Marjan Davari han sido condenados a muerte por tribunales iraníes basándose únicamente en opiniones o creencias que expresaron.

Marjan Davari fue arrestada el 24 de septiembre de 2015 por agentes del Ministerio de Inteligencia por impartir una clase y traducir un libro sobre "Eckankar" (una doctrina espiritual). Fue condenada a muerte a finales de enero de 2017 acusada de "Difundir la corrupción en la tierra" y colusión contra el régimen, entre otros. Sina Dehghan y Mohammad Nouri también fueron condenados a muerte por sus comentarios contra el Islam en las redes sociales.

Le decimos al mundo que hemos decidido vivir sin miedo a pesar de las amenazas, las cárceles, las mordazas y el terror.

Es importante que demostremos nuestro apoyo a los presos de conciencia iraníes y del resto del mundo para que sepan que no han sido olvidados y para que llamemos la atención sobre las injusticias que ocurren, en este caso, en Irán. Estar en el corredor de la muerte es una violación de sus derechos a la vida y a las libertades de culto, religión y expresión. (Puedes firmar esta petición para que se detenga la ejecución de Marjan Davari)

Le decimos al mundo que hemos decidido vivir sin miedo a pesar de las amenazas, las cárceles, las mordazas y el terror. Vivir sin miedo es lo que nos hace libres, y es lo que nos hace combatir el horror de la pena de muerte en el mundo, de los presos de conciencia y su indecente cautiverio. Pedimos también una implicación mayor de los ciudadanos, de los medios de comunicación, de las organizaciones en la defensa de los presos de conciencia en todo el mundo, en especial en aquellos países en que expresar lo que se piensa se paga con la propia vida. Ojalá llegue un día en que nadie sufra castigo por decir lo que piensa, pero hasta que ese día llegue, no callaremos ni cederemos al chantaje del terror y la tiranía.

Este artículo se publicó anteriormente en la edición americana de elHuffPost

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